En la actualidad la forestación es el segundo rubro de exportación de Uruguay, con 2.200 millones de dólares al año, lo que supone 3,6% del producto interno bruto. El sector emplea a 25.000 personas en puestos directos e indirectos. Sin embargo, para Francisco Bonino y Nelson Ledesma, integrantes de la Sociedad de Productores Forestales (SPF), este tipo de producción no es bien vista aunque, por ejemplo, hace aportes al medioambiente porque “secuestra todo el CO2 que genera el país y lo deja excedentario, pero el balance total de carbono termina siendo negativo porque tenemos emisiones de la ganadería”, dijo Nelson Ledesma.

¿Por qué piensan que el sector no es bien visto por la opinión pública?

Francisco Bonino: El sector forestal llegó a la sociedad hace sólo 30 años. Lo que nos pasa es que nos cuesta abordarlo desde las aristas positivas. En lo ambiental hoy el sector forestal tiene 15.000 hectáreas de alto valor de conservación, donde se monitorea fauna y flora, y otras 400.000 hectáreas que se manejan con un estándar alto de conservación.

Nelson Ledesma: Hay mucho desconocimiento y esto genera prejuicios. Además, hay muchos mitos, como el del agua y el del deterioro de los suelos. Ya hay comprobación científica, por estudios de la Universidad de la República e internacionales que dicen que el agua no es un problema para Uruguay y que no es verdad que los suelos forestales queden degradados, pero eso repetido muchas veces pone al sector como problemático cuando en realidad es lo contrario. Si se analiza lo que solicitan los expertos científicos sobre la conservación del suelo, el forestal quizá sea uno de los sectores productivos que más contribuyen a la conservación del suelo: en lo que tiene que ver con la erosión, la posibilidad de filtración de agua para mejorar su calidad y que no lleguen elementos contaminantes a los ríos. Hoy tenemos el problema del río Santa Lucía; seguramente, si estuvieran forestadas ambas márgenes, no sufriría todo lo que es el aporte de los fertilizantes o de productos químicos. Además, el contrato con UPM 2 distorsiona el proyecto forestal, incluso el de UPM y los beneficios que tiene para el país, y se busca atacar un contrato con opiniones sobre el sector.

¿Piensan que el Santa Lucía se podría forestar?

Ledesma: Cuando no hay bosque nativo, es una de las alternativas. Sería una de las barreras entre la actividad de alta producción y el río. Se podría plantar bosque nativo, pero es una alternativa poco práctica en función de lo que demora, además de lo que implicaría en inversión y tiempo.

Bonino: La forestación en Uruguay en ningún caso ha sustituido el bosque nativo. Una de las cosas buenas que han pasado por tener forestación es que el bosque nativo creció, porque la gente solía usar su madera como fuente de energía, y ahora empezó a usar la forestal.

El diputado de Cabildo Abierto Rafael Menéndez presentó un proyecto de ley para limitar la forestación.¿Qué opinan sobre el articulado?

Ledesma: En la exposición de motivos se dice que el país necesita producir alimentos, como si Uruguay estuviera todo forestado, mientras que cuando se va a los datos objetivos se comprueba que Uruguay tiene un área forestada de 6% del territorio. Si uno proyecta hacia adelante, con suerte en los próximos 30 años vamos a llegar a 9% o 10%. Además, el sector produce en suelos de prioridad forestal en 85% de los casos. Son suelos de baja productividad que no son útiles para la agricultura. Todos esos discursos y argumentaciones no tienen sustento ni en la realidad ni en lo técnico ni en lo científico.

La forestación ha captado fondos de ahorro previsional y de cajas paraestatales. Eso significa que son considerados un rubro de bajo riesgo. ¿Han pensado que la industria pueda captar otros fondos para invertir?

Bonino: La historia de los fondos de inversión en Uruguay empezó con fondos de afuera, los primeros que invirtieron en Uruguay, por los años 2000, eran de Finlandia, Suecia, también hubo de Estados Unidos. Eso lo que nos mostraba era que para cierto tipo de inversión de bajo riesgo y largo plazo, asociados, por ejemplo, a una jubilación, era lo que se buscaba; así, mirando ese ejemplo, se generaron en Uruguay los primeros fondos locales, donde invirtieron las AFAP en 2011. Desde entonces hubo un crecimiento muy importante de los fondos de pensiones uruguayos, que llegan a 1.500 millones de dólares; es un buen camino porque no está sólo el ahorro de gente de otros países, sino que los uruguayos estamos aprovechando esos beneficios. De alguna forma estamos cerrando el circuito de los beneficios que la sociedad puso al promover esta actividad. Los fondos de pensión tienen 15% de la superficie forestada.

¿Cuánto es lo mínimo que hay que plantar para que un emprendimiento sea productivo?

Ledesma: Para una planta de celulosa, 250.000 hectáreas efectivas de bosque. Hay proyectos industriales más chicos, pero estamos hablando de 10.000 hectáreas. El suministro de la industria tiene que ser continuo, hay que plantar sucesivos años para poder tener producción, y eso implica un área mayor.

¿Cómo se organiza el trabajo en el sector?

Bonino: Las empresas tienen los campos o los bosques, pero también hay empresas que dan servicios, y eso tiene que ver con la dispersión geográfica. Hay muchas pymes [pequeñas y medianas empresas] que dan servicios. En la forestación un año viene la planta, otro la poda, pero es posible que por cinco años el trabajador no vuelva a ese bosque, entonces lo que ocurre es que se generan momentos de mucha actividad por hectárea, por ejemplo en la cosecha, y hay momentos en los que no hay actividad en ese bosque.

Ledesma: Esa gente va a otro bosque; son zafrales y empleados de un contratista que da servicio a muchos bosques durante todo el año.

Las exportaciones de celulosa han venido cayendo en los últimos meses. ¿Esto es producto de la pandemia por la covid-19 o inciden otros factores?

Ledesma: Es un mix. Si bien el volumen se ha mantenido, porque las plantas necesitan seguir produciendo, ha caído fuertemente el precio. Hice un comparativo de los primeros siete meses de 2019 con los primeros siete meses de 2020, y el precio promedio cayó 30%. El precio de la celulosa viene cayendo desde antes de la pandemia, debido a una dinámica de desbalance entre la oferta y la demanda. Obviamente la pandemia lo agudizó porque bajó el consumo asociado a papel de impresión, no tanto a tisú [papel liviano como el higiénico, de cocina, servilletas], ese, en la medida en que mejoran las economías, aumenta, pero en una planta no es posible cambiar porque la estructura es diferente. Ha bajado el papel de impresión porque no hay colegios ni oficinas en el mundo.

En algunos departamentos, por ejemplo Colonia, las juntas han aprobado la extensión de los suelos para forestar. ¿Les parece necesario que se amplíen los terrenos para plantar?

Bonino: En Uruguay todavía hay lugar para crecer, las empresas cuando forestamos no lo hacemos en más de 50% o 60% del campo, porque hay áreas en las que no se puede, como aquellas en las que hay cañadas y arroyos. A veces pasa que en algunas zonas, asociadas a un suelo de prioridad hay uno de no prioridad y para darle una escala utilizable se necesita plantar algún pedazo más; en esos casos es necesario pedir autorización a la Dirección Nacional de Medio Ambiente [Dinama] o a las juntas departamentales. También puede pasar que haya suelos en una zona no forestal pero con piedras o con poca profundidad, que podrían ser de uso forestal; esas autorizaciones tienen que ver con eso. Además, esto permite que en suelos cercanos a los centros de consumo haya menos fletes; hay que tener en cuenta que el flete es un costo país.

Ledesma: Hay un concepto técnico que es importante: no es de interés plantar en un suelo de índice de productividad muy alto, porque cuanto más alto es, hay más porcentaje de arcilla y menos crecen los árboles.

Bonino: Hay una cosa interesante en su pregunta. Estamos hablando de que hubo que pedir permiso a la Junta Departamental para plantar árboles, eso muestra el nivel de regulación que tiene el sector: nadie pide permiso para plantar soja o arroz, y no es porque esas actividades no tengan impacto, todas lo tienen. Aun en el entendido de que alguien esté de acuerdo o no con que se foreste, la decisión pasa por un organismo que puede decir que no.

Ledesma: El sector agropecuario ha visto al forestal como una forma de diversificación y por ley se puede plantar 8% de los predios, aunque no sean suelos de prioridad forestal. Es una alternativa interesante para el productor agropecuario.

¿Con la nueva planta de UPM se necesitarían más árboles?

Bonino: Seguramente se va a plantar un poco más en la zona de influencia de la planta o cerca de ella, pero el aumento puede ser menos de 10% de lo que hoy está forestado, unas 100.000 hectáreas más. Partimos de la base de que hay un millón de hectáreas forestadas, sobre eso la planta puede implicar 10% más.

Se manifestaron en contra de extender el área protegida de la Quebrada de los Cuervos. ¿Tienen conflictos con estas áreas?

Bonino: Primero queremos aclarar que estamos a favor de las áreas protegidas; de hecho, hay dos que son cogestionadas entre la Dinama y empresas forestales, porque están en áreas que aportaron las empresas. En el caso de la Quebrada de los Cuervos estuvimos en desacuerdo en el proceso de cómo se llevó adelante, ya que entendemos que no se respetaron los pasos que correspondían ni los resultados de las consultas públicas que se hicieron. El proceso se apuró por motivos que desconocemos, la ampliación quedó un 28 de febrero, en el final de un gobierno, algo que por sentido común no es lo deseable. Tenemos 400.000 hectáreas con altos estándares de conservación, es mucho más que las áreas protegidas totales de Uruguay, no es un tema en contra de las áreas.

Ledesma: Uruguay tiene que replantearse cuál es su política de conservación. Hoy, como están las cosas, un alambrado te puede cambiar la política de conservación de un predio al otro, entonces, si se quiere conservar un ecosistema, se supone que es continuo, no puede ser que un alambrado cambie lo que se puede hacer.

Bonino: Lo que han demostrado los estudios es que en el área de cortafuegos aumenta la diversidad.

Ledesma: 80% de las empresas estamos certificadas por organismos internacionales, todos los años tenemos auditorías que son mucho más fuertes que las que el Estado puede hacer. El forestal posiblemente haya sido uno de los sectores que más han aportado al conocimiento de la flora y la fauna. Durante muchos años no hubo recursos para salir, pero el sector forestal, debido a su certificación, empezó a contratar numerosos técnicos que empezaron a ir al campo y recorrieron todo el país, y eso permitió que se identificaran especies, y para las que ya estaban identificadas se encontró cuál era su hábitat. Hay una cantidad de información que fue aportando el sector.

¿Cómo ha impactado la pandemia en la industria?

Bonino: La situación de la industria y es distinta de la del campo. En el campo no se afectó el trabajo porque tiene la ventaja del espacio entre las personas y las empresas han tomado medidas de prevención y han podido funcionar sin tener brotes; cuando hubo un caso localizado, se lo agarró a tiempo. Donde más se nota es en lo industrial, que se une con la comercialización: hay aserraderos que debieron bajar su ritmo de trabajo y hay plantas de chipeado que han tenido que parar porque hay menos exportación de chips. También hay oportunidades, hay mercados en el mundo que se cerraron por la covid-19 y generaron oportunidades para exportaciones. Por ejemplo, el pino estuvo parado por problemas de precios antes de la pandemia y durante esta resurgió. De todos modos, en líneas generales, el efecto de la covd-19 ha sido negativo como en todas las actividades.

¿Cómo se puede diversificar el sector?

Ledesma: La celulosa es un componente orgánico muy interesante; la nanocelulosa hoy se usa para una cantidad de productos, entre ellos componentes de autos, aviones, se está estudiando para las pantallas de los celulares, para blindaje. Después está la fibra para la vestimenta. Hoy hay muchas marcas de ropa internacionales que tratan de sustituir la fibra producto de las petroquímicas por fibras naturales, entre ellas la celulosa.