En Uruguay la producción de la manzana Pink Lady (nombre comercial de la fruta que producen las plantas de Cripps Pink, Rosy Glow o Lady in Red) representa 11% del área plantada de manzanos. Son 250 hectáreas en los departamentos de Canelones, San José y Montevideo que corresponden a 210 productores. De los 50 o 60 millones de kilos de manzanas que se cosechan por año en Uruguay, cinco millones de kilos son de esta variedad, asegura una nota publicada por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).

Danilo Cabrera, director del Programa de Investigación en Fruticultura del INIA, dijo a la diaria que esa cantidad puede llegar a 20% porque “se va a seguir cosechando Pink Lady, ya que hay plantaciones que son nuevas” y con ellas se podría superar la producción actual. De los cinco millones de kilos producidos en 2020, 3.000 toneladas (tres millones de kilos) fueron exportadas, pero “en estos últimos años, debido a la pandemia y a temas climáticos, la exportación ha bajado”. Cabrera dijo que aún no hay una estimación de lo que se podrá vender al exterior en 2021, pero añadió que este año sí se están cosechando más manzanas. “La exportación depende de cuántas manzanas tengamos, este año capaz que se puede exportar un poco más, pero eso no quiere decir que la producción esté enfocada en la exportación. Depende mucho de las condiciones que se dan en el año si se exporta más o menos. Habría que encararla como tal para poder cumplir con los mercados y ser más estables en los años. El mercado interno es muy bueno y cuando falta un poco de manzana ya no se exporta, entonces le fallamos al comprador; es un tema comercial”, aseguró.

Este año se extendió la cosecha y terminó en los primeros días de junio porque la floración se atrasó. “Algunos productores hacen una estrategia que consiste en aplicar un producto que atrasa la maduración, para que la fruta tome color. Cuando empiezan los fríos nocturnos, la diferencia de temperatura entre el día y la noche hace que la manzana agarre un color más rosado, por eso la dejan en el árbol más tiempo”, explicó. Esta variedad se caracteriza por tener ese color, ser crujiente y jugosa con equilibrio entre acidez y dulzura; es una manzana grande, que pesa entre 180 a 200 gramos.

Cabrera contó que la producción de Pink Lady es a través de un club, una especie de franquicia, del que Uruguay forma parte por intermedio de un concesionario que se encarga de asegurar la calidad del producto, en este caso es la empresa Frutec SRL, Granja los Reyes. Los asociados al club son los que dirigen las plantaciones, determinan dónde y cuánto se planta, y cuánto se vende; también hacen el marketing a nivel de cada mercado. Las plantas tienen un costo, hay que comprarlas en los viveros autorizados por el licenciatario, y también hay un costo por kilo de fruta vendida. Los productores que no llegan a la calidad de exportación pueden vender esas manzanas en el mercado interno con el nombre de la planta y no de la marca.

Algunos de los socios a nivel mundial hoy son Australia, Estados Unidos, Francia, Japón, Uruguay, Argentina y Chile, entre otros. “Es un privilegio, sabiendo que es un privado el que lo integra”, aseguró Cabrera. INIA, junto con el grupo de productores plantadores de Pink Lady en Uruguay, acompaña desde 1999 la producción local, estudia aspectos agronómicos de adaptación, fisiología, manejo, sistemas de conducción, distancias de plantación, cosecha y poscosecha, conservación, valor nutricional, calidad de la fruta y control de enfermedades y plagas.

Según la página web del club, esta variedad de manzana nació en 1973, cuando un investigador británico-australiano llamado John Cripps cruzó dos variedades, la Golden Delicious y una Lady Williams, y en 1997 propietarios de viveros, productores y distribuidores se unieron formando la asociación Pink Lady Europe. La producción empezó con la variedad Cripps Pink y después el club hizo un cambio e inició el cultivo de la Rosy Glow “buscando más coloración”; después de un tiempo se pasó a cultivar la Lady in Red, “que tiene mayor conservación”.

Cabrera aseguró que la calidad de las manzanas uruguayas es tan buena como las demás y casi se alcanza el potencial productor de otras regiones en cantidad de superficie, pero “no somos comparables en volúmenes”.

Aseguró que si bien en la actualidad es una plantación que está en el sur del país, se podría extender a otros departamentos, como Florida o Durazno. “Es una manzana que tiene una demanda que va en aumento, con posibilidades. Hoy por hoy el productor tiene que pensar en plantar para exportar, aplicando el manejo adecuado para asegurar la calidad”, dijo, y sostuvo que en el mercado interno también es bien apreciada y está ganando espacio. “Es bien diferente de la que estamos acostumbrados a consumir, que es la roja, que a veces está arenosa”. A pesar de sus virtudes, esta variedad también tiene sus desventajas; por ejemplo, la cosecha es tardía y eso hace que una helada grande las pueda perjudicar. El ciclo largo hace también que lleve más costos de manejo. Cabrera contó que la floración en promedio de todas las manzanas se da a principios de octubre y hay manzanas que se cosechan a los 100 días, pero la Pink Lady se cosecha entre los 200 y los 210 días.

En cuanto al mercado interno, especificó que no se vende como Pink Lady (porque esa es la marca), sino por el nombre de Cripps o Lady in Red. Otra posibilidad para los productores es que se las exporten como Cripps, si es que no llegan a la calidad que exige el club, “pero el precio va a ser casi la mitad del de la Pink Lady”, dijo.

Alimento inocuo y sano

El destino de exportación de este producto es Europa, en especial los socios del club de ese continente, y la manzana es para su consumo fresco. Se puede usar en preparaciones al horno, pero no para hacer otras elaboraciones industriales, como sidras.

Cabrera comentó que el INIA tiene un programa de mejoramiento “con el objetivo de introducir nuevos materiales. Estamos tratando de ampliar a la oferta de nuevas variedades, siempre buscando materiales resistentes a enfermedades para poder hacer un manejo más amigable con el medioambiente y no depender tanto de insumos externos al sistema”, como los plaguicidas.

Con relación al mercado interno y al consumo de otro tipo de manzanas como la verde, llamada Granny Smith, Cabrera dijo que ya no se encuentran tanto, no por un tema de demanda sino más bien de producción: “Siempre se usó como polinizadora de las otras manzanas, entonces se plantaban en menor proporción. Había algunos cuadros de Granny puros que ya están un poco viejos, y se hizo poca renovación, por eso pienso que han bajado los volúmenes ofrecidos en el mercado. Se ha dejado de usar como polinizadora, se usan otras variedades, y no se han renovado los cuadros puros”, explicó. No obstante, Cabrera sostuvo que ese cambio en la oferta puede “revertirse en cualquier momento” si hay demanda: “Se planta y a los tres años se está produciendo”.

Sobre la inocuidad de las manzanas en general que se venden en Uruguay, el jerarca dijo que la población puede quedarse tranquila. “Los tóxicos ya se han eliminado totalmente, no tenemos temor a comer una manzana con cáscara, porque hay controles tanto a nivel de campo como a nivel de mercado. Es un alimento inocuo y sano, hay que desterrar el mito. La producción en Uruguay se hace de una forma muy razonada, muy monitoreada, y hay mucha conciencia, tenemos un monitoreo de enfermedades que hace reducir mucho el número de aplicaciones, además tenemos en marcha un plan de manejo regional de plagas junto con la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, con el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, y con agrupaciones de productores, que ha llevado casi a anular la aplicación de plaguicidas”.