En noviembre de 2020 la diaria publicaba que, como todas las actividades, la industria audiovisual se vio afectada por la pandemia generada por la covid-19. En ese entonces, después de unos meses de lo que llamaron “nueva normalidad”, las ruedas del audiovisual volvieron a girar gracias al trabajo conjunto de los sectores de esta industria y los actores gubernamentales.

“Lo primero que hicimos fue armar un protocolo de trabajo que se aprobó en mayo”, contaba a la diaria Santiago López, secretario general de la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod) y director de la productora Cimarrón Cine. “Estuvo buenísimo porque nucleó a todos los actores relevantes del sector. Todos nos activamos rápido en la necesidad de aprobar un protocolo que hiciera viable filmar y se validó con las autoridades de una manera bastante rápida”, decía.

En tiempos de pandemia, y con los cines cerrados, surgieron algunas iniciativas tendientes a sostener los sitios de exposición; por ejemplo, Cinemateca presentó su plataforma de streaming, a la que se accede a través de la dirección mascinemateca.org.uy; además, se lanzó la primera plataforma de streaming de cine nacional, CineUY, en Vera TV, con un catálogo de 150 películas uruguayas de los últimos 20 años, además de estrenos. Hoy, después de varias tandas de vacunaciones, los cines están funcionando de manera normal, aunque con la exigencia del uso de tapabocas.

En estos casi dos años de emergencia sanitaria, en el que varios sectores de actividad se vieron perjudicados, la industria audiovisual vivió un momento de auge nunca antes visto. Según cifras proporcionadas por Ernesto Musitelli, de Musitelli Film & Digital (empresa que se dedica a dar soluciones en equipamiento de producción y servicios técnicos en Uruguay y América Latina), sólo en esa empresa se pasó de 23,9 semanas de filmación en 2019 a 144 en 2021.

Para Musitelli este fenómeno se explica, en parte, por el fortalecimiento del Programa Uruguay Audiovisual (PUA), un incentivo que se empezó a dar en el último gobierno del Frente Amplio (FA), en 2019, con un fondo piloto inicial de cuatro millones de dólares. La Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) gestiona la tesorería del fondo, pero el programa es administrado también por Uruguay XXI, el Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual Uruguayo (ICAU) y la Dirección Nacional de Telecomunicaciones (Dinatel) del Ministerio de Industria, Energía y Minería.

En principio se destinaron dos millones de dólares para los servicios de producción y dos para la producción nacional, pero en julio de este año el gobierno incrementó el monto del PUA a 12 millones de dólares en devolución de gastos. A los largometrajes, cortometrajes, videoclips, animaciones, documentales, producciones televisivas y series internacionales, el PUA da una devolución de 25% del gasto con un tope de 700.000 dólares a las producciones que inviertan entre 300.000 y cuatro millones de dólares; 17,5% con un máximo de 850.000 a las que inviertan entre cuatro y nueve millones; y 10,6% con un tope de un millón a las producciones de más de ocho millones. Para los comerciales internacionales la devolución es de 20% con un máximo de 100.000 dólares a los proyectos de más de 300.000 dólares.

Musitelli comentó que fue tanta la demanda que los cuatro millones iniciales “desaparecieron”, y con los siguientes montos pasó lo mismo. “Lo interesante es que hay estudios de impacto que terminan de confirmar que a pesar de que hay una devolución, todo el movimiento de la economía y los impuestos que se recaudan son mucho más. Esto no hay que entenderlo como un subsidio, es un reembolso que es rentable porque queda un saldo. Debe de haber 3.000 personas que están viviendo de esto, y con desempleo cero”, dijo. Musitelli estimó que en 2021 ingresaron 60 millones de dólares al país gracias a la industria audiovisual.

Lo que sucede es que en la mayoría de los países las películas son coproducciones, pero aunque “siempre hay una pata extranjera detrás, no deja de ser cine nacional”. “Si sólo se filmara con los fondos que hay en Uruguay las películas serían mucho más pequeñas. Cuando un productor o un director quiere hacer una película más grande necesariamente tiene que salir a conseguir apoyos afuera”, explicó.

Aseguró que además de los incentivos gubernamentales, Uruguay es un país atractivo gracias a la capacidad instalada: “Hay muy buen talento creativo, en buena parte desarrollado gracias a la publicidad. Uruguay tiene una larga tradición en producir comerciales para el exterior, eso da mucho training. La publicidad es una actividad muy exigente, tiene que salir rápido y bien, y en general hay restricciones de presupuesto, pero las cosas se resuelven”.

Otro de los elementos que hacen de Uruguay un lugar atractivo es la mano de obra técnica, “porque también se necesitan iluminadores, realizadores, escenógrafos; si no tenés esa fuerza de trabajo las cosas no se pueden hacer”, dijo Musitelli.

Comentó también que los costos de Uruguay son altos, pero se ven compensados porque se puede filmar de manera eficiente. Uno de los componentes que ayudan es el de las cortas distancias, “un día se puede filmar en Montevideo y al otro en Punta del Este; un traslado de ese tipo en otro lugar complica. En producción implica mover cinco camiones, diez camionetas y 80 personas a las que hay que darles de comer”.

También dijo que es un país amigable en el sentido de que es posible conseguir las locaciones. Un ejemplo fue el de la plaza Independencia, que se cerró y acondicionó para filmar una parte de la serie Conquest, producida por Keanu Reeves. Por esta filmación, por ejemplo, la Intendencia de Montevideo percibió 37.898 dólares y el Ministerio de Defensa Nacional, 27.600 dólares por alquiler de locación, personal y flota para el rodaje de esta serie que se estrenará este año en Netflix.

“Si tenés que filmar en el aeropuerto, se filma; en San Pablo ya no es tan fácil. Si se necesita cerrar la plaza Independencia una semana, con los permisos y con el esfuerzo que lleva, se consigue. Eso no es tan sencillo de resolver, pero nosotros lo podemos hacer de forma ágil y con un costo razonable”, añadió.

En cuanto al dinero que ingresa, aseguró que el impacto es inmediato: “Cuando se hacen producciones de tres o cuatro millones de dólares esa plata entra al día siguiente, en otro tipo de producción no está tan claro cómo se desparrama el dinero. En esto es inmediato: en ocho semanas se gastaron los cuatro millones y la plata está en el bolsillo de la gente que se contrató”.

Además de los incentivos y los beneficios del país, no se puede ignorar que en 2021 muchas producciones pueden haber aterrizado en Uruguay debido a las restricciones sanitarias impuestas en otros lugares. Sobre la posibilidad de que el crecimiento de la industria se mantenga, Musitelli opinó: “Sin duda, la ficción uruguaya va a seguir creciendo, porque el negocio de la publicidad está cambiando, fruto de las plataformas y las redes sociales. Los anunciantes tienen muchas más pantallas y una inversión mucho más distribuida. Lo que crece es la producción de contenidos y tiene que ver con la voracidad que tenemos de mirar una serie de seis capítulos en un fin de semana”.

A su vez, las plataformas tienen un doble rol, de producción y distribución, y tienen un nivel de exigencia técnico. Una de esas exigencias es estar 100% actualizados: “Las producciones exigen lo mismo que piden en Buenos Aires o San Pablo, Londres o Milán, después hay que tener los equipos suficientes como para resolver la cantidad de producciones que vengan. Este año tuvimos que hacer muchas inversiones, incluso debimos traer equipos del exterior. Hacemos mucho énfasis en conocer los equipos y viajar, si bien hay muchas cosas que podemos reparar, cuando es algo muy específico a veces es más fácil mandar el equipo a la fábrica, que en general está en Estados Unidos o Europa”, relató.

“Todas las plataformas tienen hoy determinados estándares de resolución. Netflix es una de las que los tiene más ordenados, tienen una tabla de cuáles son las cámaras admitidas en sus proyectos. Amazon y HBO también lo tienen. Está todo muy pautado; eso es bueno porque ordena y profesionaliza”, comentó el empresario.

Sobre los recursos humanos dijo que “hay una masa de gente que está saliendo de estudiar y logra insertarse. Hay mucha gente joven que hoy está preparada para trabajar; hasta donde he escuchado, la gente que ha venido a filmar se queda contenta”. No obstante, en 2021 la mayor restricción fue la mano de obra y, según dijo, si se concretaban más proyectos no se hubiera podido satisfacer la demanda. “Las 144 semanas de este año significaron que durante todos los días del año había tres filmaciones, y en cada una al menos 100 personas trabajando, sin contar los puestos indirectos como ser el catering o los actores extras”.

“El futuro del audiovisual está en la producción propia”

Por su parte, Roberto Blatt, director del ICAU, dijo a la diaria: “Estamos en una época completamente novedosa, tanto por el lado de los servicios como por el crecimiento de las producciones nacionales, en calidad como en variedad de géneros. Lo que hemos visto en los últimos años es un gran crecimiento”.

Blatt destacó al PUA como un elemento que incentivó a la producción. “Lo que nos ha sobrado es lo que menos esperábamos. Pensábamos que podíamos tener limitaciones en competitividad a nivel creativo o de financiación, y ahora resulta que todo creció tanto y con una calidad tan grande que nos quedamos cortos en recursos humanos, no por su calidad sino por la cantidad”.

El director del ICAU aseguró que se está invirtiendo en “formación de primera línea”, en especial de algunos de los segmentos que estaban menos desarrollados, como la distribución internacional. “Tenemos una producción tan variada y tan buena que debería estar mejor acompañada por la distribución. Nuestro cine vivía hace muy poco de producir cine financiado en Uruguay y se distribuía más bien poco. Una industria como esta no puede vivir de un mercado tan pequeño como el nuestro”, sostuvo. Blatt opinó que había un prejuicio contra el cine nacional, que era aburrido; “eso es un error, porque tenemos un cine interesante y muy variado”.

Para el director del ICAU, “el audiovisual uruguayo es interés de Estado, no puede ser propiedad de ningún partido político ni de ningún gobierno. Tenemos que apostar a la producción nacional, que cada vez haya más productos competitivos uruguayos que se distribuyan internacionalmente. No podemos depender mucho de los servicios de producción, no podemos competir por costes con algunos países en los que el nivel laboral no es el mismo que el uruguayo. Está muy bien que haya servicios de producción, pero el futuro del audiovisual no está ahí, está en la producción propia, en nuestras historias”.

Sobre la influencia de la publicidad en el cine coincidió en que “fue la vanguardia”. La publicidad “generó un nivel profesional extraordinario: el que sabe contar una historia en 30 segundos sabe contar cualquier historia. Ha sido una vanguardia, pero ahora la publicidad ocupa un porcentaje mucho menor, hoy en día la proporción entre cine publicitario y cine creativo ha crecido más la producción creativa que la publicidad”.

Blatt explicó que desde el ICAU apuestan a un modelo contrario al del fútbol: “En lugar de formar ‘cebollitas’ [categoría del fútbol infantil] para exportar, lo que queremos es desarrollar el talento uruguayo y exportar el producto. Que desde aquí puedan producir cosas, lo que no quita que puedan salir y hacer carreras afuera, pero deseamos que se quiera hacer cine en Uruguay”. Comentó que la idea es que el país sea un centro neurálgico “en nuestra proporción”, para poder aprovechar las ventajas del mercado internacional.

Por su parte, la productora Lucía Gaviglio atribuyó el auge de los rodajes de contenidos al desembarco de las plataformas, que filman sus contenidos en Uruguay y contratan proveedores, como ser transporte, comida u hoteles. “En 2020 y parte de 2021 probablemente una gran ocupación de los hoteles” fue gracias a las producciones que se desarrollaron en Uruguay, opinó.

Gaviglio y Virginia Hinze se dedican a la producción de contenidos nacionales a través de U Films. “Tenemos una incidencia sobre los contenidos, que es la gran diferencia que hay con los servicios; en el caso de las producciones nacionales, si bien hay todo tipo de historias, en general se desarrollan en Uruguay, son historias más nuestras”.

Con relación a la distribución, Gaviglio dijo que desde el principio les interesó y tienen un buen vínculo con los distribuidores, lo que les permite que sus películas lleguen a la gente. En marzo de 2022 estrenan una nueva película: 9. Se trata de una historia que muestra el lado B, el lado más íntimo del ser humano que está detrás de una estrella de fútbol.

Respecto de las películas que se hacen en Uruguay, dijo que hay más variedad, ya que hace algunos años el tipo de películas que se producía “estaban muy pensadas para recorrer un circuito más alternativo o de festivales”. “El cine nacional carga con un estigma, que es lo que se está rompiendo hoy en día, porque hay dramas costumbristas e historias mínimas, pero también hay comedias y cine de terror. La diversidad habla de una madurez hacia la que estamos yendo”, aseguró.

Ese lugar de madurez, afirma, lo alcanzamos gracias a “una masa de guionistas supertrillados y profesionales. Es un camino que se está recorriendo pero que todavía le queda. Otra cosa que va cambiando es la idea de que los productores también podemos ser los impulsores de las historias y elegir lo que queremos contar, somos quienes estamos más en contacto con las plataformas y con el análisis de lo que el público quiere ver, pensando en todo el círculo de lo que es contar una historia, que no termina ni en el rodaje ni en el montaje”.

Además, se ha logrado que Uruguay se ponga en agenda como locación de rodaje, “lo que ha permitido que ministerios como el de Industria, Energía y Minería genere fondos y mecanismos para impulsarlo, lo que va teniendo coletazos en la producción nacional, como lo es Uruguay Audiovisual”. La productora dijo que para mejorar el área creativa hay que tener instancias de formación, “ensayo y error”.

En la actualidad la productora tiene diez proyectos en desarrollo pero saben que no van a poder hacer esas diez películas: “Tal vez logremos producir dos o tres, otros van a quedar por el camino, pero en el proceso seguimos buscando”. Una de las maneras de salir al exterior es buscar mercados e instancias de intercambio con las personas que toman las decisiones en las empresas que compran los contenidos o que invierten en el desarrollo. “Necesitamos que las políticas públicas no sólo se mantengan, sino que se sigan fortaleciendo, porque los resultados son positivos y están a la vista”, consideró.

Gaviglio explicó que la clave para poder concretar una película depende de algunas variables, como la potencialidad del guión, pero “para poder venderlo a una plataforma es importante que tenga un actor o una actriz que sea interesante. En eso el casting es importante. Hay un componente de suerte, de estar en el momento y en el lugar justo”, dijo. “La idea es que se apueste a la exportación y a la venta de historias, de talento creativo, que es lo más irreemplazable”, dijo.

Contó que con su socia fueron a los premios Platino del cine iberoamericano en Madrid y a raíz de una reunión con un representante de una actriz terminaron contándole sobre otro proyecto que le resultó fascinante, para el que se puede encontrar una oportunidad. “Es como armar puzles y encontrar esos matchs entre proyectos e inversores, después hay hasta temas de coyuntura”, como ejemplo dijo que Netflix u otra plataforma puede estar buscando comedias, entonces hay más posibilidades de que se desarrolle ese tipo de película. “Tal vez haya otros proyectos que son más atractivos pero el interés de los compradores es otro”, concluyó.

Sobre los costos de hacer una película uruguaya estándar dijo que puede salir desde 500.000 dólares a un millón de dólares, dependiendo de cada producción.

Un gran reducto

Reducto es una solución integral de servicios para la realización de proyectos audiovisuales: cine, publicidad, televisión, series, videoclips, digital, entre otros. Un hub que nuclea productoras, empresas de servicios, técnicos y artistas para potenciar el desarrollo de la producción audiovisual con especial foco en la producción de contenidos y servicios de producción para la exportación.

Ernesto Musitelli dijo que en Reducto, que abarca una hectárea, “lo que estamos desarrollando es un centro de producción en la que se nuclean distintas actividades, todas relacionadas con la producción”.

En el lugar están instaladas varias empresas: Musitelli Film & Digital; la productora Cimarrón; de posproducción de imagen está Color; Aparato, una empresa que se dedica a los efectos especiales; Bout una empresa uruguayo-argentina que hace posproducción; Media Pro, una productora española que tiene una oficina en Uruguay, y Mueca Film.

En Reducto hay dos estudios de filmación y “lo que estamos generando son mejores condiciones e infraestructura para que en Uruguay se pueda mejorar todo este movimiento de producción audiovisual, en especial de contenido. Este proyecto apunta a darles soporte a proyectos de contenido, series de televisión, series web, todas las producciones de las plataformas y películas tanto nacionales como internacionales”. Aunque no es a lo que más se dedican, también dan la infraestructura a publicidades.