Pedazos de autos y motos, electrodomésticos viejos, barcos abandonados, ocasionalmente armas y otros fierros desechados esperan su turno en “el patio de la chatarra”. Todo acabará transformándose en acero. En Uruguay hay sólo una empresa que realiza el proceso productivo y lo hace utilizando como principal materia prima restos de chatarra, lo cual permite reducir el consumo de energía de la fábrica, además de contribuir al reciclaje industrial.
La transformación es relativamente veloz: 20 toneladas en una hora. Desde el patio, la chatarra entra a la acería, donde se funde a 1.700 grados en un horno eléctrico. Allí adquiere una nueva forma: una barra cuadrada de 12 por 12 centímetros con un largo aproximado de cinco metros. Al rojo vivo, esta “palanquilla” de acero semielaborado abandona la acería, atraviesa un túnel e ingresa al tren de laminación, que, aún en caliente, moldea el producto para darle su última forma.
Esto ocurre en las afueras de Montevideo, al costado de la ruta 8, entre el barrio Punta de Rieles y el estadio Campeón del Siglo, donde está instalada la fábrica de Gerdau, empresa de capitales brasileños. Guillermo Maglieri, director ejecutivo para Argentina y Uruguay, señaló que se trata de una planta siderúrgica “completa” que “produce acero de punta a punta”, aunque adaptada al mercado uruguayo.
“Acá en Uruguay, por el tamaño de la operación y por el proceso productivo, nosotros usamos prácticamente 100% chatarra. La chatarra ferrosa es reciclable infinita cantidad de veces. Los competidores en la industria producen principalmente en función de la extracción de hierro”, aseguró. La chatarra, sostuvo, tiene dos ventajas: por un lado, “la reutilización de un material que fue descartado”, y por otro, “que la producción de acero requiere mucho menos energía”.
El principal origen de la chatarra es la “obsolescencia”, el fin de la vida útil de las cosas, aunque Gerdau también utiliza para su producción algunos desechos industriales, como restos de vehículos.
Según Maglieri, “la chatarra es un insumo estratégico en la mayoría de los países del mundo”. Indicó que a medida que aumenta la economía y el producto interno bruto, “la gente descarta más cosas”; por ejemplo, “renueva el auto cada menos tiempo, cambia la heladera, hay más industria”. En ese sentido, “Uruguay está en un término medio”. Explicó que actualmente Gerdau compra “gran parte” de la chatarra disponible en Uruguay y que, de hecho, “si hubiera más chatarra”, producirían más. La capacidad de producción anual de la fábrica es de 85.000 toneladas de acero.
El responsable de la gestión de la chatarra tanto en Uruguay como en Argentina, Gastón Pais, comentó que no se utiliza chatarra de otros países. “Desde hace años, toda nuestra producción es con chatarra local, que alcanza para abastecer nuestro horno. Nosotros compramos chatarra en todo el territorio nacional, desde Bella Unión hasta Montevideo. Tenemos proveedores de chatarra que tienen sus propios depósitos y que juntan chatarra en determinadas zonas”.
En Montevideo, mencionó Pais, se trata de una recolección “corta”, ya que “alcanza con volquetas para juntar toda la chatarra”. En el interior del país, en cambio, es necesario esperar a que se acumule determinado volumen de chatarra para después comprimirlo en paquetes con una prensa y después, finalmente, enviar un camión para trasladarlos a la capital.
“Esto no tiene glamour”
Fundada en Porto Alegre en 1901, Gerdau se instaló en Uruguay en 1980. Fue su primer avance fuera de fronteras. Actualmente la empresa está presente en nueve países de América, entre ellos, Estados Unidos y Canadá. Según su página web, “es uno de los mayores conglomerados industriales genuinamente brasileños” y uno de los principales proveedores de aceros especiales en el mundo.
El proceso de instalación en Uruguay se dio mediante la adquisición de la acería Alis, que fabricaba acero con chatarra nacional, y la laminadora Laisa, que producía varillas con materia prima importada. Hoy Gerdau ocupa 250 puestos de trabajo directos y alrededor de 1.400 indirectos, según información oficial de la empresa.
“Esto no tiene glamour”, admitió Maglieri. Por eso mismo, sostuvo que más allá de la conversión de chatarra en acero, “es interesante hablar de cuáles son las aplicaciones”. En Uruguay hay acero en el Antel Arena, el Ferrocarril Central, el icónico puente de la laguna Garzón, en rascacielos de Punta del Este y en buena parte de los parques eólicos, más precisamente en las bases de los molinos, con unas 50 toneladas de acero bajo tierra que mantienen el molino anclado al suelo.
“Hoy te diría que en la mayoría de las obras que ves hay acero nuestro”, afirmó Maglieri, aunque puntualizó que Gerdau no es el único proveedor del mercado interno. Del mismo modo, la planta en Uruguay exporta algunas líneas de productos en la región.
Desde una perspectiva ambiental, Maglieri indicó que, en términos generales, la producción de acero “hoy no es carbono neutro”, pero “es una industria que va a ir en esa dirección”. Con el uso de chatarra, que a nivel global constituye 70% de la materia prima, las emisiones de dióxido de carbono equivalentes de Gerdau “hoy están en la mitad del promedio de la industria”, aseguró.