Los valores como la solidaridad, ayuda mutua, empatía y el compromiso con el entorno están en la base del movimiento cooperativo. En ese sentido, no es extraño que, bajo el contexto de crisis climática actual, cada vez más cooperativas incorporen en sus principios el cuidado del ambiente y emprendan acciones para garantizar un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo. En el mundo hay cada vez más propuestas que unen cooperativismo y medioambiente, y Uruguay no es la excepción.
En el marco de la primera edición de la Expo Uruguay Sostenible, organizada por el Ministerio de Ambiente, fueron presentadas seis iniciativas de la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay que apuestan al desarrollo sustentable y la economía circular en Uruguay desde diferentes ámbitos de acción como la construcción, clasificación de residuos, gestión ambiental y energías renovables. la diaria habló con las y los protagonistas de cinco de estos proyectos para conocer su experiencia e impacto en el ambiente.
Bioconstrucción: el camino alternativo
Una de las iniciativas presentadas fue Ecosinergia: una propuesta de construcción sustentable con un modelo único en Uruguay al que las y los integrantes del proyecto denominaron BioFraming. Se trata de un sistema modular, prefabricado y rápido montaje de paneles de paja de trigo con múltiples beneficios para el ambiente y el confort de las personas que habiten las viviendas, sostuvo a la diaria Martín Varela, coordinador de gestión de Ecosinergia.
La cooperativa, oriunda de Canelones, se constituyó como tal en julio de 2021 con la firma de los estatutos por nueve personas. Pero la idea de generar una cooperativa comenzó a tomar forma tres años antes tras la construcción de la primera casa bajo este modelo. Este sistema tiene sus raíces en una iniciativa europea “muy similar” y que los integrantes de la cooperativa adaptaron “a los materiales, a las condiciones climáticas y el mercado uruguayo”, explicó Varela. Curiosamente, él y su pareja viven en esa casa, una vivienda muy moderna y luminosa, lejos de parecer un “viejo rancho de terrón” como se puede pensar al hablar de “bioconstrucción”, señaló. Hoy, entre el taller y el trabajo en las obras en proceso, son 17 personas las que trabajan en Ecosinergia.
La construcción con paneles de paja de trigo tiene múltiples beneficios: son “estructurales”, eso quiere decir que resiste la carga de un techo y pueden utilizarse para cualquier tipo de edificación, manifestó Varela. Además, los paneles en sí mismos presentan varias características que los hacen más atractivos: aislamiento térmico, aislamiento acústico y son resistentes al fuego porque “al estar la paja de trigo muy compactada no hay suficiente oxígeno para que se genere la combustión”, señaló el cooperativista.
“El proceso de construcción es sostenible desde la producción de los paneles porque se requiere poca energía y eso ya produce un ahorro energético. Pero, además, para su elaboración se aprovechan residuos de la industria agroalimentaria como la paja de trigo, que es como un remanente de la producción del grano de trigo y de la harina y le aportamos un valor agregado”, planteó Varela y añadió que, desde ese aspecto, Ecosinergia también apuesta a una Economía Circular.
Otro elemento importante es que esta modalidad de construcción no genera escombros ni materiales tóxicos para el ambiente cuando la casa deje de ser habitable, señaló el coordinador de gestión. Asimismo, destacó que tanto la paja de trigo como la madera que se usa para los paneles son materiales que absorben el dióxido de carbono (CO2). Eso significa que “el CO2 queda empaquetado al interior de los materiales y secuestrado en la vivienda durante todo el tiempo que esta permanezca en pie.
Ecosinergia ofrece dos planes de negocio. Por un lado, la construcción de la obra completa, que se entrega con llave en mano. Por otro lado, ofrecen la venta de paneles para proyectos de autoconstrucción. No solo los venden, sino que ofrecen asesoramiento y capacitaciones para familias o personas que quieran implementar este sistema o quienes deseen adquirir los paneles para volcarse al mercado. “Queremos expandir la bioconstrucción, no queremos que el acceso se vea restringido por sus propiedades y el prestigio que ha adquirido. Queremos que este sistema sea accesible para las familias y llegar a construir proyectos de cooperativa de vivienda por ayuda mutua”, expresó Varela.
Construir de forma ecológica
En el ámbito de la construcción sustentable también se presentó el trabajo de la Cooperativa Productora de Ladrillos Ecológicos (Coople), de San José, que se dedica a la construcción con ladrillos ecológicos. Coople se constituyó como cooperativa en 2016 y está integrada por cinco personas. Los ladrillos se caracterizan por su sistema de encastre y por la ausencia de cocción en su proceso productivo, que sí se requiere para la elaboración de ladrillos de campo convencionales, señaló a la diaria Eugenia Rolando, presidenta de la Coople.
Además, en el proceso de fraguado y curación del ladrillo, se utiliza agua de lluvia obtenida a través del sistema de recolección de aguas fluviales de la cooperativa y como materia prima se utiliza tierra greda y no tierra fértil, apuntó Rolando y añadió que los ladrillos ecológicos tienen “mejor rendimiento termoacústico y mayor resistencia a la compresión” que los convencionales. Coople desarrolla dos líneas de ladrillo: por un lado, los ladrillos compuestos por tierra greda, arena y un bajo porcentaje de portland. Por otro lado, ladrillos a los que se agrega ceniza, que otras empresas consideran residuos. Con esta segunda línea de ladrillos la cooperativa apuesta al impulso de la economía circular, dijo la presidenta de Coople.
La construcción con estos ladrillos también tiene beneficios a la hora de levantar una obra por su “sistema de encastre” que permite que el tiempo de construcción sea “un 40% más rápido” en relación a la albañilería convencional. Además, las vigas, pilares e instalaciones pasan por dentro de dos grandes agujeros que tienen los ladrillos. Por lo tanto, no es necesario picar las paredes y no se genera una gran cantidad de residuos, explicó Rolando. Otro beneficio de este sistema de encastre modular es que “es más fácil” y no necesita mano de obra calificada y es una buena opción para volcar a la autoconstrucción.
Este modelo y tipo de ladrillo “reduce el impacto ambiental, principalmente, por la ausencia de cocción en el ladrillo, que es lo más contaminante en el proceso del ladrillo tradicional”. También genera un impacto positivo “reutilizar las cenizas como materia prima, que otras empresas consideran residuos. Si nosotros no utilizáramos esa ceniza el destino en sí serían los vertederos”, expresó Rolando.
“Trabajadores ambientales”
La Cooperativa de Trabajo Burgues, que trabaja en la recuperación y transformación del material recuperado, se creó en 2020, pero desde que comenzó a funcionar la planta, alrededor de 2014, en el marco del Programa Uruguay Clasifica, ya estaba instalada la meta de generar cooperativa entre las y los trabajadores, contó Cecilia Vargas, presidenta de la cooperativa.
Hoy son 27 cooperativistas que trabajan a diario en la planta de clasificación de residuos y recuperación de materiales como aluminio, papel, plástico, cartón, tetra, espumita, nylon color, nylon cristal, pomos, tapitas. La mayoría ya se dedicaba desde antes a reciclar, pero debían recoger los materiales con un carro o en bicicleta. Ahora hacen su trabajo en camiones que trasladan los residuos hasta la planta donde se comienza a clasificar y luego se utilizan máquinas de prensado. Por día se reciclan entre 1600 y 1400 kilos de materiales, señaló Vargas y explicó que lo recuperado se vende a diferentes depósitos.
“Nosotros nos visualizamos como trabajadores ambientales. Somos una parte importante en la mitigación de la contaminación del medio ambiente y en la economía circular con la recuperación del material. No somos solo clasificadores, recuperamos materiales y buscamos darle valor a eso”, manifestó la presidenta de la cooperativa.
Vargas destacó la importancia de que en las escuelas se incorporen planes de educación ambiental, por ejemplo, enseñar a niñas y niños a clasificar residuos y que estos lleven esos conocimientos a sus hogares. De esa forma, sería posible rescatar una mayor cantidad de material, sostuvo la cooperativista y planteó que uno de los grandes problemas que tienen hoy es que la mayor parte de los materiales está contaminada y no es posible reutilizarlos. “Sería importante que lo seco viniera por un lado y lo húmedo por otro, eso mejoraría nuestro trabajo y productividad”, agregó.
La apuesta a energías renovables
“Ser una cooperativa de trabajo que apunte a la eficiencia energética a través de la instalación, reparación y mantenimiento de energías renovables” es el objetivo de Energicoop, una iniciativa de Paysandú enfocada precisamente en las energías renovables y que está en proceso de constituirse como cooperativa. La idea de formar una cooperativa surgió de un grupo de cuatro empleados de una empresa fotovoltaica, que se quedaron sin trabajo alrededor de 2019 y comenzaron a buscar una solución a la situación en la que se encontraban.
En ese proceso, por la forma de “pensar” e “ideología” que compartían se propusieron armar una cooperativa, presentaron su propuesta ante la Incubadora de emprendimientos cooperativos en sectores innovadores, fueron aceptados y en noviembre de 2021 comenzaron el proceso formal para constituirse como cooperativa, contó a la diaria Renzo Soffia, uno de los integrantes del grupo. Actualmente, Energicoop hoy está integrada por cinco socios, todos jóvenes entre 23 y 33 años.
Mientras se encuentran en proceso de confirmación de los estatutos de la cooperativa para poder trabajar desarrollaron un monotributo social. Realizan mantenimiento de redes domésticas, redes monofásicas y trifásicas, que no están vinculadas a la fotovoltaica sino con instalación energética, cables, módulos y todo lo que ver con luminaria y con cambios en la red dentro del hogar”, explicó Soffia.
“Nosotros no queremos sólo aplicar lo que aprendimos y tener una salida laboral, sino también difundir la importancia que tiene este tipo de energías para la sociedad y el ahorro energético para mitigar el calentamiento global acelerado”, manifestó Soffia. En esa misma línea agregó: “En el mundo, la gran mayoría de las energías que se usan son muy contaminantes o son perjudiciales para el ambiente y aceleran el calentamiento global. En cambio, las energías renovables no generan desperdicios, no contaminan y no son generadas a combustión. Por el contrario, se producen a través de fuentes que son ilimitadas o no modifican el ecosistema. En este caso, la fotovoltaica es la transformación de la radiación solar en electricidad a través de una tecnología aplicada con paneles solares”.
En línea con la Agenda 2030
Cosam es una cooperativa social ambiental especializada en la gestión ambiental en el departamento de Canelones, contó a la diaria Susana Fernández, asesora externa de la cooperativa. La cooperativa se fundó el 6 de agosto de 2012, en respuesta a una necesidad de la Intendencia de Canelones para la recolección de residuos y limpieza y como fuente de trabajo, en principio, de 70 personas. Hoy, la integran 120 personas entre socios y no socios y un equipo importante de colaboradores técnicos.
Cosam brinda servicios ambientales como recolección de residuos sólidos urbanos, reparación y recuperación de contenedores públicos, servicios de poda de arbolado público, mantenimiento de áreas verdes y servicio de cuidado de parques en espacios públicos en La Paz, Las Piedras, 18 de Mayo y Progreso. Además, durante la pandemia la cooperativa participó en la entrega de alimentos a cuatro ollas populares de la zona y un merendero infantil. Los alimentos fueron comprados con colectas de todos sus socios, contó la asesora.
“El compromiso de Cosam permite prestar servicios de gestión ambiental de forma responsable haciendo sus máximos esfuerzos por colaborar en la concientización del cuidado del medioambiente entre sus integrantes y la comunidad en general. Estamos en una búsqueda permanente de alternativas innovadoras y la mejora continua aplicada a nuestros procesos enfocados en la filosofía de las ‘tres R’: reducir, reutilizar y reciclar”, expresó Fernández.
“En resumen, el compromiso es con el futuro. Tener en sus valores la promoción de la ayuda mutua, de la solidaridad, de la propiedad colectiva, la autogestión, participación real de la gente en la transformación de su propia vida y apostar por realidades que sean más justas y equitativas para todas y todos”, manifestó Fernández. Asimismo, señaló que Cosam aporta al alcance de los objetivos establecidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Las actividades de la cooperativa están alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que apuestan al “fin de la pobreza”, “trabajo decente y crecimiento económico”, “hambre cero”, “reducción de la desigualdad”, “salud y bienestar” y “ciudades y comunidades sostenibles”, planteó la asesora.