Si le preguntan cómo empezó todo lo que llevó a la existencia de Bichero, una serie documental uruguaya estrenada en abril en National Geographic, uno de sus productores, Pablo Banchero, responde que con una nota periodística. El artículo narraba la historia de Antonio Ripoll, un guardaparques de 23 años con síndrome de Asperger, que se convirtió en el conductor televisivo del primer proyecto inclusivo para personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA).

En el texto, Antonio “contaba que lo había pasado bastante mal durante su adolescencia, con dificultades de relacionamiento, que había sufrido mucho bullying y que no lograba conectar con su entorno”, recuerda el director. Sin embargo, el joven había desarrollado una pasión por el reino animal, a través de la cual pudo comenzar a intercambiar de otra manera con los demás. Lo que le llamó la atención a Pablo no fue eso, sino un deseo: Antonio disfrutaba tanto de los documentales sobre animales que soñaba con presentar uno.

Luego de observar sus redes sociales y de descubrir que “era increíblemente carismático”, Pablo le compartió su historia a Nicolás Kronfeld, el otro productor de Bichero, con la intención de que vieran si era posible concretar su sueño. Tras comprobar que la idea los entusiasmaba a ambos, se contactaron con Antonio y empezaron a pensar juntos cómo darle vida.

Así surgió una de las primeras incógnitas, quizás la más importante. “Nos preguntamos si las personas dentro del espectro autista podrían ver el contenido si lo hacíamos de la misma manera que lo hacemos siempre”, explica Pablo. En busca de respuestas, acudieron a un equipo de especialistas en el tema y pronto entendieron que no, que embarcarse en una propuesta como la que tenían por delante implicaba cambiar la forma de hacer las cosas.

Las razones son diversas. Antes de seguir adentrándonos en el camino de producción y creación de Bichero, cabe detenerse a conocerlas. Para empezar, hay que tener en cuenta que los TEA son afecciones vinculadas al desarrollo del cerebro, que se expresan en quienes las viven de modos muy diferentes. De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), suelen caracterizarse “por algún grado de dificultad en la interacción social y la comunicación” y “por patrones atípicos de actividad y comportamiento”. A modo de ejemplo, la OMS menciona que las personas con TEA presentan complejidades “para pasar de una actividad a otra, gran atención a los detalles y reacciones poco habituales a las sensaciones”.

En ese sentido, una serie pensada para incluir a esta población –que afecta a uno de cada 100 niños– debe “clarificar la comunicación, ser lo más clara y comprensible posible”, afirma Pablo. La premisa, que se aplica en todos los planos, tanto en el guion como en la técnica, puede manifestarse, por ejemplo, en lo temporal. “Muchos de nosotros estamos acostumbrados a ver películas en las que el tiempo va para adelante y para atrás. Cambian de época y a veces te lo dicen con una plaquita, y otras veces no, y vos entendés sola, por cómo está vestida o peinada la persona, por cómo luce”. Eso es parte de lo que en producciones como estas no tiene lugar. “Nuestros capítulos empiezan con explicaciones de parte de Antonio de lo que va a pasar a lo largo del capítulo, con una especie de agenda”, ejemplifica Pablo. El punto es “ayudar a las personas dentro del espectro a ordenarse y saber lo que va a suceder”, con el fin de que “nada sorprenda tanto como para generar un efecto negativo”.

En la misma línea se piensa el lenguaje. Lo enunciado por el conductor no implica metáforas ni dobles sentidos. Eso “no quiere decir que no pueda tener profundidad la información, pero sí que sea ordenada”, continúa Pablo. A la vez, esto se traslada a las imágenes. Cada toma, plano y elección cuenta.

Foto del artículo 'Bichero, una serie realizada entre cineastas y especialistas en los Trastornos del Espectro Autista'

Para conocer los detalles y activar nuevos protocolos de trabajo, más que de buscar asesoramiento, la cosa se trató de impulsar un gran trabajo en colectivo. Por un lado, estuvo el clásico equipo técnico audiovisual y, por otro, uno integrado por ocho profesionales vinculados a los TEA, entre los que hay psicomotricistas, psicopedagogas, psiquiatras infantiles y maestras especializadas. Los productores trabajaron con este equipo durante dos años, en los que se dedicaron a la investigación y la planificación. Luego de realizar una guía especial, cuando llegó el momento de la filmación, al equipo de especialistas le tocó encargarse de la supervisión. No sólo corroboraron que se estuviera haciendo todo de acuerdo a lo planeado, sino que también presenciaron el rodaje, aportando instrucciones y recomendaciones.

“Es un poco más costoso, por supuesto, pero la diferencia no es gigante, y además el objetivo es tan bueno que vale de por sí”, opina Pablo, tras ser consultado por las diferencias entre la financiación de esta producción y las tradicionales. Según lo expuesto, lo que supuso más recursos fue la investigación, pero es un material que les quedará disponible para próximas oportunidades.

“Está bueno pensar qué otras cosas implican un costo y qué resultados devuelven”, considera Nicolás, por su parte. “Las plataformas no se preguntan cuánto más sale hacerlo con una mejor cámara. ¿Y qué resultados les devuelve hacerlo con una mejor cámara? Estimo que los que a ellos les parece que son valiosos”, reflexiona. En definitiva, “la plata no la tenés para lo que no querés”, concluye.

Fusión

“Siempre tuvimos la intención de que lo que hiciéramos no fuera mero entretenimiento y de que tuviera cierto impacto”, destaca Nicolás. Por eso, el vínculo entre él, Pablo y los profesionales especializados en los TEA va más allá de Bichero. Juntos crearon una productora que se llama Fusión, que se especializa en realizar contenidos que incluyan dentro de su público a las audiencias con TEA. Esto fue posible gracias a los fondos que ganaron en el marco del Programa Semilla de ANDE.

Ahora que Bichero es una realidad, la idea es seguir generando materiales similares. Desde su estreno, Antonio recibió cientos de mensajes de personas que le expresaban su agradecimiento. Asimismo, “muchos terapeutas que trabajan con personas dentro del espectro han encontrado que es una herramienta con la que vincularse con sus pacientes”, celebra Nicolás. “Por la respuesta que tuvimos, sentimos que la misión se cumplió”. Sin embargo, para el productor es importante dejar claro que el camino no es sencillo, aunque desde afuera lo parezca. El suyo es un caso de éxito. “Es cierto, no tenemos problema en que se cuente así”, dice Nicolás. De todos modos, durante el proceso “tuvimos nuestros momentos, nuestros bajones, meses en los que ni hablábamos del tema porque estaba en un cajón y no sabíamos para dónde arrancar”, plantea, y agrega: “Si hablara con otro emprendedor, le diría: este éxito estuvo lleno de momentos en los que decís: ¿para dónde arrancamos?”.

Pensando en el futuro, la idea es generar una segunda temporada. A la vez, “estamos abiertos a diversificar lo que hace Fusión”, dice su productor, tanto por medio de nuevos protagonistas de diferentes partes del mundo como de otros proyectos.