La posibilidad nunca estuvo presente, Fátima Tuberoso y Fernando Kuchman se dedicaron a la industria del dulce de leche casi que por casualidad. Primero llegó una olla de parte de una abuela, después las ganas de cocinar para regalar a familiares y amigos y, más tarde, la pregunta necesaria para tomar impulso: ¿por qué no hacer para vender?

Hasta ese momento, alrededor de 2015, la pareja salteña estaba abocada a la lechería, pero cuando el sector se empezó a complicar, ciertas certezas menguaron. Con la disminución del precio de la leche, pormenores climáticos y una nueva herramienta en puerta, el que había sido su trabajo desde siempre pasó de a poco a un lugar secundario. Así pudo nacer el dulce de leche Tuku Tuku, que se ha convertido en una de las insignias de Salto.

Tuberoso fue la que se animó y comenzó a experimentar un año después de recibir la olla de 20 litros. En 2016 se sumó su esposo, quien la ayudaba a volcar el dulce una vez que estaba pronto, cuando adquirieron una olla más grande, de 60 litros. Luego el proyecto fue tomando forma y la apuesta al producto, cuya demanda aumentaba, se fue consolidando, especialmente al comprar una paila y una caldera. El proceso de profesionalización no fue fácil, porque al cambiar los materiales era difícil conservar el sabor, independientemente de que la receta -presentada como casera, con solo azúcar, leche y bicarbonato de sodio- fuera la misma. En varias ocasiones, tras seis o siete horas de trabajo, el dulce se cortaba. “Muchas veces la he visto llorar”, cuenta Kuchman a la diaria, y agrega que la incertidumbre y los comentarios de consumidores que planteaban que el gusto era diferente se terminaron tras tomar cursos con técnicos especializados. “Siempre fue un aprendizaje, pero nunca cambiamos esa receta que ella creó”, asegura.

Una vez que adquirieron seguridad, el desafío fue llegar a más personas. En 2017 participaron por primera vez de una expoferia, en la que ofrecían degustaciones para difundir el producto. Al poco tiempo, tuvieron alrededor de 20 puntos de venta en su departamento. También se fue consolidando el equipo de trabajo, que hoy, además del matrimonio, cuenta con dos tamberos, otro par de personas que se dedica al etiquetado de los frascos y un distribuidor.

En la búsqueda de expansión fue de gran ayuda el apoyo de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), que a través de su programa Semilla les otorgó 20.000 dólares. De acuerdo a Kuchman, la mayoría del dinero fue destinado a aspectos de marketing, como el rediseño del logo y la actualización de sus redes sociales, además de la compra de materiales para el proceso de elaboración.

Otra de las apuestas que les ha permitido darse a conocer ha sido el vínculo con deportistas y artistas. El ejemplo más conocido es el del jugador de la selección uruguaya Edinson Cavani, quien algunos años atrás compartió en su perfil de Instagram una foto del dulce de leche Tuku Tuku que le enviaron Tuberoso y Kuchman a través de un amigo en común. Ese gesto “fue de gran ayuda” porque la gente comenzó a asociar el producto con el futbolista, quien luego de un tiempo consumiéndolo conoció a sus fabricantes personalmente. Kuchman contó que suele hacer etiquetas especiales, con fotos de las personas a las que les obsequia el dulce, como los artistas Lucas Sugo y Miriam Britos.

Actualmente los productores están buscando expandirse y llegar a más departamentos. En Salto pueden encontrar los productos en todos los comercios y en los supermercados Ta-Ta, tanto el dulce de leche como la línea de helados y alfajores que lanzaron en agosto. Estos últimos también llegaron a Artigas, Paysandú y Montevideo, pero aún están tramitando las habilitaciones correspondientes para hacerlo en mayores cantidades.