Previo a la octava edición de la Fiesta de la Chacra, la diaria estuvo con dos cooperativas de las tantas que participan en la actividad desde sus inicios: Molino Santa Rosa y Caluprocerd (Cooperativa Agraria Limitada Uruguaya de Productores de Cerdos). Richard Bayarres, integrante de la cooperativa Molino Santa Rosa, aseguró a la diaria que la festividad “es un lugar para reconectar y celebrar la tradición”. El recuerdo lo transportó a su infancia: “Me hace acordar a cuando era chico, nos ayudábamos entre todos los vecinos”.

En esa línea, y desde la memoria personal, Álvaro Cavallero, integrante de Caluprocerd, comentó a la diaria que la fiesta evoca las costumbres transmitidas en su niñez: “Es para rememorar tradiciones que nos contaban nuestros abuelos”.

Fomentar el intercooperativismo

Caluprocerd es una asociación de productores de cerdos integrada por socios de 16 departamentos del país. Se fundó en 2013 con el objetivo de convertirse en una “pata comercial” de la Asociación Uruguaya de Productores de Cerdos. “Ante las dificultades de mercado que atravesó el sector, una estrategia fue crear la cooperativa para poder comercializar de manera directa”, explicó Cavallero. Sus principales compradores son el Ministerio del Interior, el Instituto Nacional de Rehabilitación y unidades militares.

Por su parte, la cooperativa Molino Santa Rosa cumple 25 años de existencia, aunque el molino que gestiona alcanzó el centenario. “Son dos tercios de la vida de Santa Rosa: casi todas las familias del pueblo tienen a alguien que trabajó en el molino”, destacó Bayarres. Recordó también el día en que la localidad se movilizó en apoyo a la cooperativa para el remate del molino: “Hicimos una caravana y muchos comercios cerraron para apoyarnos; todavía guardamos los videos de aquel momento histórico”.

Levadura fresca

En una entrevista con la diaria en 2022, Bayarres explicó que la historia del molino comenzó cuando en 1998 Saltram SA, la empresa que adoptó el molino, quebró. 70 personas fueron al seguro de paro. En una reunión, Héctor Bermúdez propuso a sus compañeros conformar una cooperativa. Así se forjó la Cooperativa de Trabajadores del Molino Santa Rosa, en ese entonces con 44 socios. Los primeros años fueron “muy duros”, según Bayarres. Debido a la escasez de trabajo se priorizó a los más antiguos en el rubro, mientras que los jóvenes se emplearon en la construcción, entre otros oficios. En 2002 el Banco República (BROU) les cedió el derecho de utilizar la planta y al año siguiente les brindó 400.000 dólares para poder rematar el molino con la cooperativa como comprador.

El 21 de abril de 2004 se hizo el remate. El BROU preservó los títulos del molino hasta que el préstamo finalizó, siete años después.

Molino Santa Rosa trabaja con cooperativas agrarias para impulsar el intercooperativismo. Cuenta con más de 1.000 clientes y su fuerte son panaderías artesanales, fábricas de pastas y cadenas de supermercados como El Dorado y Macromercado. También el Mercado Popular de Subsistencias y el Ministerio del Interior, entre otros.

Ambas cooperativas compartirán rancho en la Fiesta de la Chacra. Tanto para Bayarres como para Cavallero, la fiesta es un espacio de encuentro que permite visibilizar la producción artesanal y reforzar el trabajo comunitario.

Además de compartir rancho, Caluprocerd y Molino Santa Rosa son cooperativas hermanas, llevan adelante actividades conjuntas durante todo el año, como ser proveedoras del Ministerio del Interior, y en las zafras el molino reserva trigo para Caluprocerd: “Tenemos un lindo vínculo de hermandad”, dijo Bayarres.

Por otro lado, Cavallero mencionó que desde el inicio de la cooperativa trataron de asesorarse con Molino Santa Rosa: “La experiencia de ellos fue muy importante, es una empresa recuperada por trabajadores, son referentes”, señaló, y agregó que tratan de “elaborar estrategias en conjunto” y de “estrechar lazos entre cooperativas”.

Criadero de Cerdos de la familia Balbi, perteneciente a la cooperativa Caluprocerd.

Criadero de Cerdos de la familia Balbi, perteneciente a la cooperativa Caluprocerd.

Foto: Alessandro Maradei

No es tarea sencilla

“Estamos tratando de sobrevivir”, subrayó el integrante de la cooperativa Caluprocerd, porque cada vez hay menos productores de cerdo: “No tenemos un recambio generacional adecuado, son muy pocos los jóvenes que se interesan en el rubro”. Según explicó, esto se debe a que el rubro es “poco atractivo” y “no hay ninguna producción” que esté siendo “rentable” dentro del negocio. Otro de los desafíos es conseguir las “inyecciones de dinero” necesarias para alcanzar una tecnología más eficiente para la producción y “lograr bajar los costos”.

Según las cifras de participación porcentual del volumen por país de compra que publicó el Instituto Nacional de Carnes (INAC) en el pasado Anuario dinámico, en 2024 el 96% de las importaciones de carne porcina provino de Brasil. En segundo lugar se ubicó Paraguay con el 2,01% y en tercer lugar Argentina con el 1,13%.

“Cada vez crece más el consumo de carne de cerdo en el país, pero ese aumento se da con carne importada, no local”, señaló Cavallero sobre el mercado. Brasil es uno de los principales productores de cerdo del mundo. En este sentido, Uruguay no es la excepción y, según Cavallero, la cooperativa está “muy lejos de poder competir con ellos”.

En la actualidad, el foco de la cooperativa está en sostener a los productores que continúan en el rubro y, mientras tanto, pensar estrategias para poder crecer. Sin embargo, Cavallero comentó que es complejo para los “pequeños productores”, que son los que predominan en la cooperativa y en la mayoría del país.

Gerardo Tolesano, Molino Santa Rosa.

Gerardo Tolesano, Molino Santa Rosa.

Foto: Alessandro Maradei

El Molino Santa Rosa atravesó su época de dificultades al comienzo: “Tener que aportar el aguinaldo para que el molino pudiera comprar trigo fue un sacrificio”, recordó Bayarres. Hoy en día, el reto es la capacitación de los jóvenes: “Por suerte ellos no van a tener que pasar el sacrificio que pasamos nosotros”, aseguró, y añadió que espera que puedan valorar las comodidades actuales. “Las cooperativas necesitan operarios que se puedan defender en el mercado; la tecnología avanza y debemos estar a la altura”, comentó.

Siga el baile con pan y vino

“Todavía quedan personas que trabajan como se ve en la Fiesta de la Chacra”, mencionó Cavallero, en alusión a que no solamente lo que se muestra es tradición, sino que sigue en marcha gracias al trabajo artesanal que persiste, a pesar del avance de la tecnología. En ese aspecto, la fiesta no sólo conmemora, sino que también visibiliza formas de trabajo casi ancestrales que continúan vigentes en algunos rincones del país.

Cavallero se refirió a ser cooperativista como “volver a involucrar el trabajo en comunidad”, y aclaró que 95% de los productores del país son pequeños, con recursos limitados, y la manera de “sobrevivir es juntándose y trabajar”. Así nació la cooperativa Caluprocerd: “Si no fuera por la comercialización en la cooperativa, los productores de cerdo hubiésemos desaparecido”, concluyó.

Joaquín Balbi en su criadero de cerdos, perteneciente a la cooperativa Caluprocerd.

Joaquín Balbi en su criadero de cerdos, perteneciente a la cooperativa Caluprocerd.

Foto: Alessandro Maradei

Entre las novedades de Molino Santa Rosa, el 4 de octubre presentará su libro en la Fiesta del Pan y del Vino, otra fiesta tradicional del departamento de Canelones. El libro, que es impulsado por la Universidad de la República, el Instituto Nacional del Cooperativismo y la Intendencia de Canelones, relata los 25 años de la cooperativa y sus desafíos.

La Fiesta del Pan y del Vino es sin fines de lucro, ya que, según el integrante de Molino Santa Rosa, la intención de la cooperativa es “darle al pueblo un buen espectáculo, sin entrada”. En esa línea, compartió que la idea es ayudar a instituciones con lo recaudado en la cantina y con los bonos de colaboración: “Durante tres o cuatro años se juntó plata y se compró un módulo para odontología de Salud Pública. Se usó unos cuantos años”. También han tenido la posibilidad de colaborar con el club de baby fútbol Unión, entre otros.