Si bien desde hace algunos años las autoridades de la educación en Uruguay hablan de los efectos negativos de la repetición en los trayectos educativos de los jóvenes y de la necesidad de rediscutir el mecanismo en clave pedagógica, es la primera vez que desde el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) se convoca a una actividad pública con ese motivo. Ayer en la Intendencia de Montevideo se inició el seminario “Acompañar las trayectorias educativas: repetición y después”, que continuará hoy en el hotel Radisson Victoria Plaza. Allí se discutirán especialmente el régimen académico y los reglamentos de evaluación y pasaje de grado, sobre todo en la educación media.

En la apertura del foro, desde la ANEP se abrió la cancha sobre cómo se espera enmarcar la discusión respecto de un tema que suele generar polarización. Antonio Romano, director de Planificación Educativa del Codicen, dijo que la idea de las dos jornadas de intercambio era salir de esa dicotomía y plantear argumentos pedagógicos sobre “herramientas que no están dando el resultado esperado”. Romano señaló que si se piensa la educación como un derecho, este queda vulnerado en el caso de los jóvenes que no están estudiando. Al respecto, aclaró que si bien el país “nunca tuvo tantos estudiantes” dentro del sistema, hay “obstáculos” que “dificultan” las trayectorias de los jóvenes, y uno de ellos es la repetición. En consecuencia, planteó que la idea de las jornadas sería discutir sobre si la repetición es el mejor instrumento para favorecer las trayectorias continuas, completas y protegidas de los jóvenes uruguayos por el sistema educativo.

Romano argumentó que, pese al aumento en la cantidad de estudiantes registrado en los últimos años, Uruguay no ha bajado en las mediciones internacionales sobre la calidad de los aprendizajes, como las pruebas PISA. Por lo tanto, entendió que “el problema no tiene tanto que ver con la calidad de aprendizajes sino con los instrumentos que tenemos para este tiempo”. Por su parte, Gustavo de Armas, especialista de UNICEF, señaló que el argumento de que flexibilizar la repetición es una medida de “pase social” o que genera “pérdida de la calidad” educativa “no permite plantear la discusión en los mejores términos”. Además, varios de los especialistas que integraron la primera mesa de la mañana coincidieron en que es equivocado situar el fenómeno como un problema del sujeto que aprende, y que es más adecuado entenderlo como una dificultad del sistema educativo.

Contrarreloj

El presidente del Codicen, Wilson Netto, fue tajante y señaló: “No tenemos tiempo para mirar lateralmente problemas que son duros e inciden en la vida de los jóvenes”. El jerarca hizo un racconto de las modificaciones a los planes de estudio de Secundaria que se hicieron en Uruguay después de la última dictadura (en 1986, 1996 y 2006) y señaló que ninguna de ellas “sirvió para solucionar los problemas”. Por otro lado, repasó varios avances que se registraron en materia educativa en los últimos años tanto a nivel de infraestructura, salarial y pedagógico, y entre ellos destacó el seguimiento de trayectorias de los jóvenes; al respecto, anunció que se está conversando con autoridades de la Universidad de la República para que haya una continuidad entre instituciones.

Respecto de la repetición, Netto entendió que en otro momento de la historia, cuando la mitad de los jóvenes estaba afuera del sistema educativo, la sociedad uruguaya “validó” esa herramienta para asegurar calidad en el sistema, pero advirtió que el contexto ha cambiado. El presidente del Codicen señaló que actualmente “no hay un solo insumo” que muestre que la repetición sirva para garantizar la continuidad de las trayectorias estudiantiles, sino que más bien sirve para que los jóvenes se desvinculen y dejen sus estudios. Más allá de las consecuencias a la interna del sistema educativo, entendió que ello también genera una desigualdad a nivel social que “imposibilita el desarrollo de algunos sectores de la sociedad” y hace que sientan el rechazo de una de las pocas instituciones estatales a las que tienen acceso.

La economista Nadia Méndez presentó datos comparados que muestran que la repetición es una herramienta a la que se acude muy poco en los países con mayor grado de desarrollo, y que las regiones donde se acude más a ella son América Latina y el Caribe y África Subsahariana. En este contexto de tasas elevadas, mencionó que Uruguay es de los países que presenta cifras más altas en la región, pese a que se ubica entre los primeros lugares de la región en pruebas que miden aprendizajes. Además, marcó que pese a que las tasas de primaria rondan 4%, en educación media básica se dispara hasta 25%. Según entendió Méndez, la discusión no debe plantearse “a favor o en contra” de la repetición, sino que debe tenerse en cuenta que “el verdadero problema es la falta de aprendizaje de los estudiantes”.

El sociólogo Santiago Cardozo mostró información sobre repetición y extraedad en el sistema educativo uruguayo. Respecto de este último fenómeno, mostró datos que surgen de la aplicación de algunas pruebas internacionales como TERCE o PISA, que muestran que 22% de los estudiantes tenía extraedad en el sistema público en tercer año de escuela –6% en el sector privado–, 25% en sexto de escuela –5% en la educación privada– y el porcentaje sube a 46% a los 15 años de edad para los estudiantes de liceos públicos –10% en el ámbito privado–.

Además, mencionó que de un seguimiento a la cohorte 2013 de egresados de primaria se desprende que cinco años después, 80% de ellos se mantenía escolarizado, pero únicamente 40% avanzó en tiempo y forma; por lo tanto, el otro 40% presentaba rezago y 20% se había desvinculado del sistema. En suma, mencionó que el hecho de haber repetido en primaria aumenta diez veces las posibilidades de hacerlo en el primer año de la educación media, y que en la educación secundaria más de la mitad de los estudiantes que repitieron lo hicieron por abandono, ya que tienen más de 50 faltas en el año. Por lo tanto, concluyó que “la repetición predice más repetición y abandono”. Ante la pregunta “¿de qué sirve bajar la repetición si el niño no aprende?”, Cardozo planteó que en el caso de primaria se sabe que la repetición se redujo a la mitad en 20 años y las mediciones de aprendizaje comparables no muestran cambio ninguno: “Los aprendizajes están igual y la repetición cayó”. En consecuencia, señaló que “estábamos reteniendo al doble de los estudiantes que necesitábamos para llegar a los mismos resultados”.

En contexto

La educadora argentina Paula Pogré recordó el mandato “elitista” de la educación secundaria en sus orígenes, que estaba pensada para que algunas personas quedaran por el camino en el paso hacia los estudios universitarios. Valoró que esos rasgos, aún presentes hoy, generan que muchos jóvenes tengan que “mutar para poder permanecer en el sistema” y parecerse “al alumno esperado”, lo que no les permite actuar como ellos mismos. Pogré criticó que los sistemas educativos responsabilicen a los estudiantes cuando no aprueban un curso o se desvinculan de los estudios y afirmó que se debe “garantizar el derecho al aprendizaje y a la participación en la comunidad de aprendizaje”.

Respecto de la educación secundaria, lamentó que en general sea pensada “para el futuro” y que el mensaje que reciban los jóvenes sea: “No sabemos bien qué estamos haciendo ahora, pero más adelante [lo aprendido en el liceo] te va a servir”. Al respecto, entendió necesario comenzar a pensar “en una educación para el presente”. Además, a la hora de pensar en estrategias de acompañamiento a las trayectorias de los estudiantes, consideró que se debe evitar visualizarlas como una forma de que adquieran “lo que les falta” y, en cambio, es aconsejable que sean pensadas para hacer posible distintas trayectorias educativas y de vida.

Eloísa Bordoli, del Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, sostuvo que antes de ver a la repetición como un problema, prefiere visualizarla como “un síntoma de dificultades para transitar por procesos de enseñanza y aprendizaje de manera exitosa”. Dijo que se dio un proceso de “naturalización” de la repetición entre los educadores uruguayos y que revertirlo implicaría “autoevaluar las formas de enseñanza” de los docentes. Entre algunas estrategias que utilizan otros países para superar la repetición, mencionó la alfabetización y la evaluación temprana de problemas de aprendizajes, modificaciones curriculares como las adecuaciones, y la generación de recursos de apoyo a los docentes.

Su colega Pablo Martinis retomó una pregunta que más temprano había hecho el integrante del Consejo de Educación Inicial y Primaria Pablo Caggiani, quien se interrogó sobre “cuánta igualdad estamos dispuestos a tolerar” en las aulas uruguayas. Según valoró, si bien en los últimos años se han generado dispositivos legales y de política para establecer el derecho a la educación, ello no siempre tiene su correlato a nivel de las prácticas educativas. Para Martinis debe haber una construcción pedagógica de alternativas que surja desde las prácticas que ya ocurren. Además, señaló que muchas veces se piensa a la igualdad como sinónimo de homogeneidad, pero el mundo actual demanda “incluir las diferencias” en el concepto de igualdad. “Lo que se opone a la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad”, aseveró.

En suma, consideró que transformar la educación no equivale a cambiar los contenidos y las formas de gobierno del sistema, sino que “el cambio está ligado a la posibilidad de generar espacios para que la producción y la reflexión docente pueda ser sistematizada y puesta en circulación”. Martinis entendió que la discusión sobre la repetición no debe quedarse en sí misma, sino que debe aprovecharse para rediscutir “el régimen académico y la forma en que concebimos al otro”. Consideró que, aunque la repetición se eliminara, si no se da esa discusión de fondo, seguramente se construya otra forma de generar desigualdad en el sistema.