En 2020 un video del buque pesquero chino Lu Qing Yuan Yu 206 se hizo viral en Argentina y Uruguay. En él se veía a un miembro de la tripulación en el puerto de Montevideo, en Uruguay, sacando del interior de la sala de máquinas el cadáver de un elefante marino, una especie protegida cuya captura está estrictamente prohibida.

El Lu Qing Yuan Yu 206 está estacionado en Montevideo desde 2014, pescando en el borde de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Argentina, como muchas otras flotas pesqueras de China, Taiwán, Corea del Sur y España.

Las ZEE son áreas que se extienden a 200 millas náuticas de la costa reservadas a los países en virtud de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Como no tienen licencias para pescar dentro de Argentina, los barcos extranjeros se concentran en las aguas cercanas al límite exterior, donde pueden encontrar muchas especies migratorias.

Los buques pesqueros buscan calamares, caballas y otras especies y a menudo hacen escala en el puerto de Montevideo por sus servicios logísticos. El número de barcos ha crecido constantemente en las últimas dos décadas, pasando de unos 20 en 2001 a 500 en la actualidad, lo que ha provocado varios conflictos con autoridades locales.

En las aguas de ambos países viven 50 especies de mamíferos marinos, entre ellos leones marinos, elefantes marinos, delfines y ballenas. La mayoría están clasificadas como “vulnerables” o “amenazadas”, ya que han perdido parte de su hábitat o se han visto afectadas por los barcos de pesca, que los capturan involuntariamente en busca de especies de peces.

Aunque están protegidos por la legislación local e internacional y su captura está estrictamente prohibida tanto en Argentina como en Uruguay, los informes de captura intencional han ido creciendo y han suscitado la preocupación de los conservacionistas. Si se trata de un problema generalizado, esto podría hacer a los animales todavía más vulnerables.

Un observador de pesca en Argentina, con más de 30 años de experiencia, que pidió no ser nombrado, dijo que ha visto a las tripulaciones a bordo de buques extranjeros arponear leones marinos y elefantes marinos y guardarlos en la zona de carga. Luego se comían el pene y los testículos, ya que se cree que tienen propiedades afrodisíacas.

“Los [buques] entraban y salían fácilmente de la ZEE de Argentina debido a la falta de control y utilizaban el puerto de Montevideo, ya que no tendrían muchas dificultades con las autoridades portuarias. Intenté detener a la tripulación, diciéndoles que estaba prohibido, pero no les importó”, dijo.

En un informe del año pasado, la ONG Environmental Justice Foundation (EJF) entrevistó a los tripulantes de tres buques coreanos que admitieron haber entrado ilegalmente en la ZEE de Argentina en múltiples ocasiones.

Dominic Thomson, subdirector de la EJF, sostuvo que la tripulación apagaba las luces y el sistema de rastreo del barco, y luego utilizaban calamares como cebo para atraer a los leones y elefantes marinos. Los cuerpos se escondían en la sala de máquinas y luego eran destripados para vender sus órganos en el mercado negro.

Uno de los barcos cuya tripulación declaró estos delitos es el Oyang 77, que fue procesado por pesca ilegal dentro del mar argentino en 2019. El Oyang 77 junto con el Oyang 75 han sido denunciados por conservacionistas desde su llegada a Montevideo en 2014 debido a la pesca ilegal y la captura de especies amenazadas.

“Apenas estamos arañando la superficie del verdadero alcance de la captura de mamíferos marinos. Los tripulantes recibían hasta 60 dólares o más por un pequeño diente de león marino, por ejemplo. Los cuerpos también se consumen como alimento suplementario, ya que el agua y la comida que se suministra a la tripulación suele ser muy pobre”, sostuvo Thomson.

Los trabajadores de la pesca suelen estar tan mal pagados que recurren a actividades delictivas como la pesca ilegal, el tráfico de drogas, el contrabando de armas y el blanqueo de dinero. Las actividades delictivas en el sector pesquero suelen considerarse sinónimo de pesca ilegal, que muchos estados no consideran ni persiguen como delitos.

El puerto de Montevideo

El puerto de Montevideo ha sido señalado por decenas de estudios de organizaciones locales e internacionales como parte de una red de tráfico de especies marinas capturadas ilegalmente.

Andrés Milessi, director de Oceanosanos, una ONG uruguaya que ha seguido regularmente la evolución del puerto, lo describió como una “papa caliente” para el gobierno. Desde los permisos concedidos hasta las inspecciones que se realizan, todo debería ser reconsiderado, añadió Milessi, ya que es un problema muy complejo.

Pero Jaime Coronel, director nacional de Recursos Acuáticos de Uruguay, dijo que si bien “la pesca ilegal no puede ser descartada” en Montevideo, los controles se han intensificado en los últimos tiempos. Afirmó que no se han producido situaciones irregulares con mamíferos marinos en el puerto.

“Es el mejor puerto que se puede utilizar en el Atlántico, con una enorme capacidad logística en la que confían los buques extranjeros”, dijo Coronel. “Controlamos todos los buques que utilizan el puerto. Tienen que informar de lo que traen en su carga y firmar una declaración jurada en la que reconocen que no han pescado en la ZEE de otros países”.

La mayoría de los buques extranjeros que han sido acusados de participar en la captura ilegal de mamíferos marinos han atracado en Montevideo, por lo que existe una gran posibilidad de que los órganos salgan del puerto, según Milko Schvartzman, experto argentino en conservación marina y miembro del Círculo de Políticas Ambientales, la organización que difundió primero la denuncia de los mamíferos marinos en 2020.

“Los barcos pescan principalmente en la costa de Argentina, cerca de las colonias donde viven los mamíferos marinos, y luego descargan en Montevideo. Los animales han sido rastreados con GPS y se alimentan en la misma zona en la que están los barcos. Sabíamos de las capturas accidentales en el pasado, pero aquí todo es intencionado”, dijo Schvartzman.

Uruguay tiene la mayor colonia de leones marinos de Sudamérica, y permitió su caza en la década de 1970. Todo se exportaba, desde los órganos hasta la piel, a través de un organismo estatal llamado ILPE. Ahora el país sólo exporta leones marinos vivos para acuarios en varias partes del mundo.

Silvina Dans, experta en mamíferos marinos del instituto de investigación argentino Conicet, dijo que los genitales eran la parte del cuerpo más comercializada por Uruguay históricamente, y especialmente apreciada por países asiáticos. “La carne no era muy buscada, pero los genitales eran especialmente relevantes debido a sus supuestos efectos afrodisíacos o curativos”, añadió.

Hay información anecdótica sobre el uso de partes de mamíferos marinos en medicinas tradicionales y tinturas en las sociedades asiáticas. Todos los países del sudeste asiático y cuatro de Asia oriental (Corea del Sur, Taiwán, Japón y China) realizan actualmente capturas de los animales.

Los derivados de al menos 20 especies forman parte de la medicina tradicional china. Los ingredientes más habituales son el aceite, el páncreas y el hígado, que se prescriben para trastornos intestinales, inflamaciones y diversas afecciones de la piel. Se cree que los penes de varias especies “curan” la impotencia masculina.

Una búsqueda en Taobao, la plataforma de compras en línea más famosa de China, encontró más de 400 productos de Wa Na Qi y Hai Gou Shen, medicina tradicional para la impotencia masculina que utilizan penes de foca. Se trata de cápsulas, píldoras, líquidos orales y tabletas que también se pueden adquirir en farmacias chinas.

Posibles soluciones

Conservacionistas y expertos marinos piden que se tomen más medidas para evitar la captura de mamíferos marinos en el suroeste del océano Atlántico. Una de las medidas más importantes sería crear una iniciativa regional para regular la actividad pesquera en alta mar.

Aunque esto podría adoptar muchas formas, uno de los mecanismos sugeridos son las organizaciones regionales de ordenación pesquera (OROP, por sus siglas en inglés), que facilitan la cooperación entre gobiernos y se encargan de evaluar los recursos, vigilar a los buques y adoptar medidas de conservación, entre otras cosas.

Ya existen dos OROP específicas para el atún que cubren el océano Atlántico, pero no para las muchas otras especies que se pescan en la zona. Aunque las OROP se centran en la protección de los peces y no de los mamíferos marinos, estos se verían indirectamente beneficiados por un control más estricto de los buques pesqueros, coinciden los expertos en conservación.

“Necesitamos un consenso entre los países costeros fuera de su ZEE. Si no, el número de buques extranjeros seguirá creciendo y la cantidad de recursos pesqueros irá disminuyendo. Tiene que haber obligaciones para los buques que trabajan en alta mar”, sostuvo Eduardo Pucci, de la Organización para la Protección de los Recursos del Atlántico Sudoccidental.

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los países tienen la obligación de cooperar en la conservación de la vida oceánica en alta mar y desarrollar medidas de gestión si explotan los mismos recursos que otros países. Incluso se pide a los estados que establezcan organizaciones regionales de pesca, como las OROP.

Los estados costeros del Atlántico sudoccidental no han acordado ninguna fórmula de gestión ni de gobernanza para las aguas internacionales. Uruguay ha mantenido recientemente conversaciones con Argentina y Brasil para crear una organización regional, pero hasta el momento no se ha logrado ningún avance, y Argentina ha expresado sus dudas sobre las OROP.

Un tratado de alta mar

Los países están negociando actualmente un acuerdo global de referencia conocido como BBNJ (biodiversidad más allá de la jurisdicción nacional) para proteger altamar, que cubre dos tercios del océano. Expertos marinos destacan este instrumento como una forma de disuadir la pesca ilegal de mamíferos marinos.

Dentro de las ZEE, los expertos destacan la importancia de aumentar los controles en los puertos, ya que ello disuade el posible mercado negro de órganos de mamíferos marinos.

Uruguay ha sido uno de los primeros en adoptar el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto, un tratado mundial clave para reforzar las políticas portuarias con el fin de evitar que el pescado capturado ilegalmente entre en el mercado. Los buques están sujetos a mayores inspecciones, lo que dificultaría el tráfico de mamíferos marinos a través de los puertos.

El acuerdo, firmado también por Chile pero no por Argentina, ha llevado a Uruguay a tomar más medidas, sobre todo en el puerto de Montevideo, en los últimos años, dijo Coronel. Sin embargo, esto es cuestionado por los conservacionistas, que sostienen que Uruguay debería aumentar los controles.

“Nada ha mejorado realmente, es un problema político”, dijo Milessi. “Cada barco extranjero que utiliza el puerto de Montevideo representa miles de dólares de ingresos para el gobierno. Es mucho dinero para un país muy pequeño”.

Por su parte, Dominic Thomson, de EJN, también sugirió instalar cámaras en directo en los buques, algo que ya se probó en Corea, pero que no se ha generalizado. Esto se complementaría con observadores humanos a bordo como una medida adicional de seguridad. “Los buques pueden pasar de seis a nueve meses en el mar sin que nadie inspeccione sus acciones”, añadió.

Se consultó a la prefectura argentina para este artículo, pero no quisieron hacer comentarios.