Estudiar el Río de la Plata es todo un desafío. Se trata de un sistema dinámico que se transforma por las descargas de los ríos Paraná y Uruguay, vientos, precipitaciones y variabilidad climática de gran escala. Sin embargo, cada vez se vuelve más imperioso contar con información de calidad. Uno de los motivos radica en que el proyecto Neptuno -que busca instalar una nueva planta potabilizadora ubicada en Arazatí, San José, y fue presentado por las empresas Saceem, Berkes, Ciemsa y Fast, reunidas en el Consorcio Aguas de Montevideo- tomará agua para abastecer el área metropolitana de este recurso hídrico. En este contexto, OSE solicitó a la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República un informe, al que accedió la diaria, para conocer un poco más el funcionamiento del estuario, haciendo especial hincapié en sus períodos de salinidad.
¿Por qué es importante la salinidad? Porque como bien había dicho María Selva Ortiz, de la organización de Redes-Amigos de la Tierra Uruguay, “el costo de la desalinización es altísimo, no tenemos por qué asumir el costo los uruguayos cuando tenemos una red hídrica dulce de las más ricas del planeta” .
A pedido de OSE, entonces, cuatro científicos y científicas del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y Física de los Océanos fueron los encargados de llevarlo adelante: Madeleine Renom, que también fue presidenta del Instituto Nacional de Meteorología, Marcelo Barreiro, que participó de la elaboración del último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), Gastón Manta y Camila de Mello. Según describen en el documento, se encargaron de analizar los “procesos climáticos, condiciones promedio de caudales y vientos en el Río de la Plata, así como su variabilidad interanual, que explican la variabilidad observada en el campo de salinidad”. Por si fuera poco, también resumieron las proyecciones a futuro de diferentes variables bajo escenarios de cambio climático.
“La salinidad constituye una variable sumamente relevante en el Río de la Plata y está estrechamente vinculada a la descarga del Río de la Plata y al viento, los cuales determinan una mayor o menor presencia de agua salobre sobre la costa uruguaya. Asimismo, estas condiciones repercuten directamente en aspectos vinculados a la calidad del agua (por ejemplo, floraciones de cianobacterias), la balneabilidad de las playas, la distribución de especies, entre otros”, señalan. Además, advierten que, pese a su importancia, Uruguay no cuenta con “series históricas de largo plazo que permitan una adecuada caracterización del comportamiento de la salinidad en distintos puntos de la costa”, por lo que recomiendan que dada “su alta dinámica y variabilidad” es “particularmente importante dirigir esfuerzos para generar mediciones continuas de largo plazo”. Pese a las limitaciones, el grupo de investigadores pudo llegar a varias afirmaciones que, esperemos, sean escuchadas por los tomadores de decisiones.
El caudal es importante
En el informe definen al Río de la Plata como “un estuario de cuña salina, en el cual el agua dulce menos densa fluye sobre el agua salina más densa”. ¿Qué genera esto? Que “la salinidad de fondo sea mayor que en superficie” y “determine un frente de salinidad de fondo con una posición distinta a la que se ve en superficie que posee movilidad, debido al efecto del viento y la marea”. Explican que, usando líneas imaginarias, se puede dividir en tres regiones el recurso hídrico. Arazatí se encuentra en la que denominan “intermedia” y “tiene las características más estuarinas”, a diferencia de las otras dos regiones, que tienen predominio o más oceánico o fluvial.
Entonces, la descarga que proviene de los ríos y el viento tienen suma relevancia para comprender las condiciones salinas del Río de la Plata. Aquí entra el fenómeno de los ciclos de la Oscilación Sur del Pacífico (también conocido como ENOS), que tiene dos fases: El Niño, que en nuestro país trae temperaturas más cálidas y más lluvias, y La Niña, que trae temperaturas más frías y es más seca. “Por ejemplo, en ciertos años el río Uruguay puede tener un caudal cuatro veces mayor que el promedio, como ocurrió durante el fenómeno de El Niño 1997-1998 debido al aumento en las precipitaciones. Por otro lado, en 1988-1989 el caudal fue muy bajo coincidiendo con uno de los eventos La Niña más intensos”, cuentan. También destacan que “si bien un evento Niño está asociado en general con un aumento de los caudales”, existen excepciones donde “los caudales pueden ser tan bajos como en un año La Niña”.
A su vez, el equipo de la Facultad de Ciencias relata que los eventos La Niña están asociados a “vientos con componente este más intensos de lo normal”. Por lo que el caudal bajo y los vientos intensos del este generan “condiciones propicias para que el frente salino penetre hacia el interior del estuario, aumentando la salinidad en la zona costera uruguaya al oeste de Montevideo”. “Es bueno resaltar también que el aumento de vientos del este durante años Niña favorece el desarrollo de eventos de surgencia en la costa uruguaya entre La Paloma y Montevideo. Estos eventos están caracterizados por el ascenso de aguas subsuperficiales que son más frías y salinas que las aguas de superficie. En particular, el agua que aflora es más salina y tiende a extenderse hacia el oeste arrastrada por las corrientes y vientos asociados a los eventos de surgencia, alcanzando la zona costera de San José”, remarcan.
¿Qué sucede cuando el Río de la Plata tiene un “caudal normal”? En el informe, toman el artículo Climatología de temperatura y salinidad en el Río de la Plata y su frente marítimo Argentina-Uruguay, elaborado por el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero de Argentina. Mediante la recopilación de datos históricos existentes entre 1911 y 2003, el país vecino se encargó de construir los campos medios de salinidad para el estuario. La mayoría de la información es posterior a 1970 (87%) y en la mitad de los casos su caudal era normal. Afirman que, “si bien el número de observaciones es bajo”, durante los períodos de caudal normal y cálidos -que va desde noviembre a marzo- la “salinidad en la zona cercana a Arazatí es 3,33g/kg”, por lo que es “varias veces superior al umbral de potabilidad (0,45 g/l)”. El equipo aclara que, con esta base de datos, “no se puede determinar la duración de los eventos de alta salinidad”. Es un buen momento para recordar el pedido de los especialistas de contar con mediciones continuas de largo plazo en nuestras costas.
Eventos de salinidad por encima del umbral
El equipo de investigadores también realizó un modelo tridimensional -llamado Croco- donde se simuló la dinámica del Río de la Plata y el océano Atlántico adyacente en base a “forzantes observados de vientos, caudal, mareas y condiciones oceánicas laterales presentes”. El período simulado fue desde el 1° de enero de 2003 al 21 de diciembre de 2012. Como esperaban, encontraron que la salinidad varía dependiendo de la fase de los ciclos de la Oscilación Sur del Pacífico.
“Se observa que en promedio durante años Niño la salinidad de la zona disminuye a partir de noviembre, manteniéndose baja durante todo el verano, consistente con un aumento de la descarga de los ríos Paraná y Uruguay. Por el contrario, durante años Niña, la salinidad aumenta por encima de los valores promedio a partir de noviembre hasta marzo. El aumento de salinidad es importante, mayor a 0,45 durante un par de meses. De los cinco eventos Niña considerados en el período, cuatro de ellos presentan un aumento consistente de la salinidad”, indican en el texto. Por tanto, plantean que de acuerdo a los resultados “es esperable que cada pocos años se registren eventos de salinidad extendidos por encima del umbral en Arazatí durante el verano”.
¿Y el futuro?
En el informe se asegura que aún “no hay consenso” científico sobre posibles cambios en los ciclos de la Oscilación Sur del Pacífico asociados al cambio climático. “De hecho, en el último informe del IPCC se establece que la influencia humana no ha afectado los principales modos de variabilidad climática interanual o sus teleconexiones regionales más allá de la variabilidad interna. Asimismo, indica que si bien se ha observado un aumento en la frecuencia de ocurrencia de eventos Niño y Niña intensos desde 1950, así como en su estructura espacial, hay baja confianza de que el forzante antropogénico haya tenido influencia sobre estos cambios”, describen.
Con respecto al futuro, el panorama es parecido, tampoco existe consenso sobre cómo cambiarán los ciclos debido a la acción humana porque “hay algunos modelos que muestran un aumento en la amplitud de los eventos Niño y Niña, mientras otros muestran una disminución”.
Sin embargo, se recuerda que el IPCC sí determinó que será “muy probable” que “la variabilidad en las lluvias asociadas a ENOS se amplifique durante la segunda mitad del siglo XXI”. Al respecto, especifican que “para nuestra región esto se traducirá en mayores anomalías de precipitación en la cuenca del Plata durante años Niño y Niña teniendo un efecto importante sobre los caudales de los tributarios del Río de la Plata y por lo tanto en la variabilidad interanual de la descarga. Así, es esperable una mayor variabilidad interanual (cambios año a año) en la salinidad del Río de la Plata”.
Volviendo al presente, Renom, Barreiro, Manta y De Mello presentan un último punto al final del documento. “Las demandas de desarrollo crecientes sobre el territorio marino de Uruguay vuelve sumamente relevante contar con información científica sólida que apoye a la toma de decisiones, pues este es un sistema oceanográfico altamente complejo y dinámico. En este sentido, la formación a nivel nacional de recursos humanos calificados en oceanografía resulta clave para una adecuada incorporación de estos aspectos en la gestión”.