“No se puede condenar una sola firma”. Estas palabras fueron dichas por los abogados defensores de la empresa multinacional petrolera Shell, después de conocer un fallo del Tribunal de la Haya que tuvo lugar en mayo del año pasado. Allí se sentenció que debía reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero 45% en un plazo de diez años. También que era responsable de sus propias emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de las de sus proveedores. La acción fue impulsada por varias organizaciones ambientalistas, junto con 17.000 ciudadanos holandeses.
La industria petrolera es una de las principales causantes del calentamiento global y, en parte, el planteo de la empresa tiene razón: no sólo hay que condenar a una sola firma petrolera. En el caso de Uruguay, Shell, el Grupo APA y Challenger Energy estarán habilitados para explorar, con miras a explotar, cuatro bloques de nuestra plataforma marina offshore –en el mar–, según informó Ancap el jueves. Además, el Grupo APA se comprometió con las autoridades del gobierno a “la perforación de un pozo exploratorio en el período inicial de cuatro años”.
Como son multinacionales las compañías petroleras que se instalarán en nuestro país, multinacional –teniendo en cuenta la etimología de la palabra– y multidimensional debería ser el análisis de los posibles impactos. Por ejemplo, la filial de Shell en Nigeria a finales de 2011 protagonizó un episodio de contaminación. La causa fue una fuga de petróleo cuando un buque estaba recogiendo el hidrocarburo a unos 120 kilómetros de la costa. Los efectos del derrame repercutieron en los ecosistemas, en vecinos –que incluso realizaron acciones judiciales– y en otras formas de producción vinculadas a la zona.
El proceso debe ser transparente y articulado
“La situación se fue dando: hay escasez, suben los precios del petróleo. Las empresas empiezan a buscar los puntos que tenían en agenda en algún lugar del mundo y empiezan a revaluar los posibles reservorios”, dijo a la diaria Yamandú Marín, integrante del Laboratorio de Ciencias del Mar de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Recordó que la historia de las exploraciones en Uruguay ya tiene varios capítulos y que se “ha aprendido” en el proceso. Por ejemplo, cuando se comenzó no había un protocolo y, en la actualidad, hay una Guía de evaluación de impacto ambiental de prospección sísmica submarina.
Uno de los métodos que utilizan las empresas petroleras para conseguir más información sobre el mar y posibles yacimientos de petróleo y gas es el sísmico. “Tiene consecuencias que no son deseables. Hay formas de mitigar, pero es una intervención en todo el sistema, es un sonido muy fuerte. A los primeros que afecta es a los mamíferos que estén cerca: ballenas y delfines, cetáceos que tienen muy desarrollada toda su capacidad auditiva, de ecolocalización y comunicación por sonido”, señaló Marín. También reconoció que los barcos van acompañados de “observadores” que están atentos a la presencia de estos mamíferos y que, si están cerca, las empresas “tienen que parar, esperar que se alejen y después empezar con un procedimiento progresivo”.
Sobre los efectos en los peces, el científico afirmó que “muchos muestran un comportamiento de alejamiento de la zona” y que aún hay bastante discusión académica sobre cuál es el tiempo en que demoran en volver al lugar. En cuanto al impacto de las perforaciones de pozos, dijo que una de las lecciones aprendidas es “intentar dejar el mínimo rastro posible”. “Estás perforando roca, los primeros centenares de metros en el fondo marino quedan como si fuera pedregullo. Todo eso que se va rompiendo para avanzar en la perforación va quedando en la superficie. Ahora, después de los primeros 500, 600 metros de perforación, hay un mecanismo para que eso no suceda. Pero si estás tirando pedacitos de piedra, generando turbulencias y los organismos están cerca, en un radio de pocos kilómetros, los afecta”, aclaró.
¿Es posible que suceda un accidente, como un derrame? Para Marín estas situaciones “siempre son complicadas, graves”. “Hay que tomar todas las previsiones posibles. Un derrame es crítico, ya lo vivimos cuando el San Jorge en los 90. Era un petrolero que volcó mucho crudo, llegó a las costas. La probabilidad, por más que sea baja, siempre es importante”, apuntó.
A pesar de todo, el principal punto que destacó fue la necesidad de coordinación entre diferentes instituciones, brindar información a la población e ir analizando en conjunto cómo avanzar. “Que el proceso sea abierto, transparente”, remató.
Arrecifes de corales
En 2020 tuvo lugar una campaña oceanográfica exploratoria en el mar profundo uruguayo en la zona del talud continental, donde, entre los participantes, se encontraban técnicos de la Dirección Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Dinabise). la diaria, en su momento, accedió a un informe que realizó el ente, en el que se mencionó que la zona “presenta gran potencial” para integrar el Sistema Nacional de Áreas Protegidas –incluso se está estudiando una propuesta de organizaciones ambientales–. En el documento ya se hacía hincapié en dos puntos importantes: que la zona se encuentra incluida en el ofrecimiento de Ancap para la prospección petrolera y que hay estructuras arrecifales de corales de profundidad.
“Si se perfora cerca, estás generando turbulencias, les estás complicando el crecimiento. Es como que tires polvo todo el tiempo arriba de las plantas, no pueden hacer fotosíntesis, se tapan los poros. Este es un punto a tener en cuenta y no es nada menor. Cuando hagan los estudios de impacto ambiental van a tener que tenerlos en cuenta sí o sí. Además son fijos, no se pueden mover, no es como un pez que de repente puede moverse unos centenares de metros o kilómetros y después volver”, remarcó Marín sobre la importancia de los arrecifes de corales.
Una medida “incongruente”
Andrés Milessi es integrante de la organización Un Solo Mar. Junto con un conjunto de organizaciones ambientales, fueron quienes presentaron un proyecto para crear el área marina protegida en la zona donde hoy se piensan hacer las exploraciones. Mencionó que hace un mes tuvieron una reunión con el subsecretario del Ministerio de Ambiente, Gerardo Amarilla, quien les dijo que “aparentemente sigue para adelante” el proyecto. En diciembre, se ingresó la propuesta a la Comisión Nacional Asesora de Áreas Marinas Protegidas para ser estudiada.
Entiende que la decisión de Ancap de otorgar los bloques es “bastante incongruente”. “Lo que es más incongruente para nosotros es que Uruguay tiene la mayor parte de su matriz energética de origen renovable. Retrocedemos otra vez para ir en búsqueda de hidrocarburos. No lo vemos en una misma línea de tendencia a largo plazo”, mencionó. A su vez, agregó que cada vez cobra más importancia que se declare el área marina protegida, porque “los ‘no’ contra Ancap serían mucho más fuertes”.
Hay que involucrarnos
Omar Defeo es ecólogo y, al igual que Marín, integrante del Laboratorio de Ciencias del Mar de la Facultad de Ciencias. Concibe la medida de Ancap como un “franco retroceso” ante una apuesta que “ha hecho el país, durante muchos años, en la diversificación de su matriz energética, una apuesta firme y constante a energías renovables, más favorables con el ambiente”. “Yo no soy de los que tienen una idea de no tocar y conservar, sino de armonizar los aspectos de conservación y manejo para un desarrollo sostenible. En la medida en que se pueda armonizar, perfecto, pero esto no lo veo como una apuesta en ese sentido”, lamentó.
Comentó que la decisión estatal está unida a “otras tendencias inversionistas, mercantilistas, monetaristas en la zona costera” con una visión de corto plazo, que no atienden “lo valioso que son nuestros ecosistemas y la diversidad, no sólo para nuestra generación, sino para las futuras”.
“Los efectos en el sistema productivo pesquero pueden ser bastante complicados, pero además, a nivel ecosistémico, hay que recordar que hay especies que son sensibles a cualquier tipo de intervención humana. En eso está priorizar aspectos sin valor en el mercado, como es la biodiversidad. Muchas veces no es tangible en términos monetarios, pero sí en cuanto a la salud ecosistémica”, resaltó. A su vez, Defeo planteó que se pueden generar efectos que traen “eventos en cascada en todo el ecosistema”.
También enfatizó que la exploración de yacimientos de hidrocarburos “no es lo más ambientalmente ameno” en el contexto del efecto “innegable” del incremento de las emisiones de los gases de efecto invernadero que “están generando problemas en el clima irreversibles, si se sigue a este paso”.
Pero una de las lecciones más valiosas que dejaron la conversación con Defeo fue la siguiente: “En Ciencias Ambientales es toda la sociedad la que debe proponer estrategias y alternativas para conservar nuestro patrimonio único que son los ecosistemas y recursos naturales. Por tanto, es importante que la sociedad civil también pueda pronunciarse ante este tipo de eventos intervencionistas, que no le hacen nada bien al país en su imagen de Uruguay Natural”.