Mekorot, la compañía nacional de agua de Israel, firmó un acuerdo con OSE en marzo de este año. Tiene como objetivo, entre otros puntos, hacer consultorías vinculadas a la “planificación a mediano y largo plazo” de los recursos hídricos, “priorizar los proyectos actuales y futuros”, “proponer soluciones alternativas”, estudiar la “hidrología subterránea y perforaciones”. En este contexto, dos técnicos de la empresa israelí visitaron Uruguay entre el 16 y el 23 de mayo para “entender el abastecimiento de agua a Montevideo” y analizar el proyecto Neptuno. Durante el mismo mes, se entregó a OSE un primer informe de diez páginas al que accedió la diaria.
Allí plantean una serie de recomendaciones para “mejorar” el abastecimiento de agua potable en la región metropolitana, que están divididas en dos etapas. Una de ellas apunta a incorporar “reservorios de agua potable en Montevideo”, que en un comienzo tendrán “un volumen equivalente a un día de consumo, unos 600.000 metros cúbicos en total”. Para ayudar a dimensionar, 600.000 metros cúbicos equivalen a 600 millones de botellas de un litro.
La empresa apunta a que estas reservas se podrán localizar en Melilla y cerca de “los reservorios existentes (Cerro, Cerrito)”, aunque también consideran viable ubicarlos en “la parte este” de la capital. Citan dos ejemplos de reservorios que desarrollaron en Israel. Uno de ellos consiste en tener una modalidad de “cubierta flotante”, que les permite alojar 300.000 metros cúbicos y costó diez millones de dólares. Otra opción que se destacó fue la de “tanques de cemento” que permiten guardar 75.000 metros cúbicos y costó otros 16 millones de dólares.
En el informe sólo se hace hincapié en el aspecto económico de los reservorios y no se hace mención, por ejemplo, a la cantidad de territorio que necesitaron para estas construcciones. Sin embargo, aclaran que para elegir la modalidad apropiada “se deben analizar los costos de los diferentes tipos de reservorios en Uruguay, incluyendo el terreno necesario, la construcción y operación”.
También sugieren a la empresa estatal uruguaya tener “dos fuentes de agua independiente”: el río Santa Lucía, recurso hídrico que sostiene la planta potabilizadora de Aguas Corrientes, y el Río de la Plata, estuario de donde se piensa abastecer la nueva planta que se piensa instalar en Arazatí, San José. El gran ausente dentro de las recomendaciones para garantizar el abastecimiento de agua potable fue el combate del origen de las distintas formas de contaminación del río Santa Lucía.
¿Peces exóticos invasores para conservar?
En una segunda etapa, Mekorot manifiesta que es necesario “considerar la posibilidad de utilizar peces para el pretratamiento en Aguas Corrientes” y “reducir los picos de floración de algas y la carga orgánica a los filtros, reduciendo costos operativos”. Nuevamente, ponen de ejemplo una experiencia llevada adelante en una planta de filtrado de Israel, donde “el agua es tratada con peces después de la pileta de sedimentación”. Argumentan que el objetivo de aplicar este tipo de tratamientos es el “control de floración de algas”, “control de plancton, vegetación sumergida, caracoles e insectos acuáticos”, y “reducir la acumulación de materia orgánica en el fondo del reservorio”.
A su vez, se adjunta al documento una imagen ilustrativa con especies que pueden ayudar al “control biológico”. Tilapia, carpa común y carpa plateada son sólo algunos de los peces mencionados. Un punto importante es que ellas figuran en la Base de Datos Mundial de Especies Invasoras (GISD, por su sigla en inglés).
“Siempre, tarde o temprano, aunque se introduzcan en lugares aislados, las especies exóticas de peces terminan escapando”. Marcelo Loureiro
Solución que puede transformarse en problema
la diaria consultó sobre esta posible medida a Gabriel Laufer, biólogo e integrante del Área Biodiversidad y Conservación del Museo Nacional de Historia Natural, y a Marcelo Loureiro, investigador del Laboratorio de Zoología de Vertebrados de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar). Ambos participaron en la redacción del libro –que se presentó hace unas semanas– Especies exóticas invasoras de Uruguay: distribución, impactos socioambientales y estrategias de gestión, elaborado por el Ministerio de Ambiente, el Comité de Especies Exóticas Invasoras, la Udelar y la Red Temática de Medio Ambiente.
Los científicos confirmaron que las especies que se proponen en la imagen del informe no son sólo exóticas, sino que también son “consideradas invasoras a nivel mundial, de las más peligrosas del mundo”. “Siempre, en todo el mundo, sucede que cuando entran estas especies para otros fines terminan liberándose por errores, por inundaciones, por operarios que trabajan en esas plantas y sacan a algunos individuos. Si pasó en todo el mundo, no me imagino por qué Uruguay no repetiría esta tendencia; más que una rara excepción, sería un milagro”, comentó Laufer.
“Siempre, tarde o temprano, aunque se introduzcan en lugares aislados, las especies exóticas de peces terminan escapando”. Marcelo Loureiro
El experto además indicó que las tilapias son peces que producen “alteraciones en toda la red trófica” y “compiten con diferentes especies nativas”. Laufer agregó que las tilapias “en la cuenca del Santa Lucía serían una amenaza a los recursos pesqueros, a la calidad del agua, a la biodiversidad y a otros servicios ecosistémicos”. El biólogo recordó que cuando se introducen especies exóticas no se incluye solamente la especie, sino que los animales vienen acompañados por sus parásitos y enfermedades. “Son problemas que lo único que harían es complicar toda la red trófica de la cuenca de donde sacamos agua” sentenció.
Marcelo Loureiro está de acuerdo con las apreciaciones de su colega: tarde o temprano, aunque se introduzcan en lugares aislados, las especies terminan escapando. “La carpa común está instalada en el Río de la Plata, otras especies todavía no llegaron, pero es un riesgo importante”, manifestó. Explicó que esta especie en particular genera “varios perjuicios al ambiente” como “aumentar la turbidez del agua porque al comer remueve el sedimento”. Pero los problemas no terminan allí: según contó, también afectan de forma negativa a otras comunidades de peces o moluscos filtradores. “También tiene antecedentes de afectar en otros países especies nativas por diferentes causas, como la predación directa”, resaltó.
En nuestro país, a raíz de una tesis de un pasante de grado, Loureiro reporta que se encontró que “la dieta de la carpa en el humedal Santa Lucía incluye al cangrejo Neohelice granulata, que es parte de la dieta de la corvina”. Esta especie de crustáceo fue catalogada como de especial interés en su conservación por el Sistema Departamental de Canelones de Áreas de Protección Ambiental y podría verse afectada si el Directorio de OSE decide continuar con esta propuesta tal cual está planteada en el informe.
Modificaciones a Neptuno
En el documento que envió la empresa israelí a OSE también se detalla una serie de modificaciones para el proyecto Neptuno, que en su estudio de factibilidad incluyó más de 80 puntos con impactos ambientales y territoriales relacionados con la posible pérdida de vegetación y fauna, la “remoción de material dunar” en las costas y los posibles cambios ecosistémicos que supone tener una reserva de agua dulce –denominada polder– de 190 hectáreas.
“Todos los elementos relacionados con el polder no son necesarios ahora”, afirma el informe. Explican que la nueva planta tendrá que “abastecer agua potable la mayoría del tiempo y, por lo tanto, construyendo los reservorios operacionales dentro de la ciudad”, la reserva de agua dulce no sería necesaria. Por otra parte, señala que “el sistema de abastecimiento de la región metropolitana de Montevideo tendrá finalmente redundancia, posibilitando que las dos fuentes no necesiten trabajar a su máxima capacidad”. El directorio de OSE se encuentra analizando la nueva propuesta, junto con la forma de financiamiento de la nueva planta potabilizadora.
El investigador de la Facultad de Ciencias nos invitó a buscar cuál es la situación de las carpas en el río Mississippi. Así llegamos a una nota de la BBC, que habla de que la carpa asiática fue introducida hace tres décadas en la zona con el mismo objetivo que plantea Mekorot: controlar las algas que crecían en las plantas de tratamiento de aguas. La situación que se desató en Estados Unidos es justamente la que los científicos tratan de evitar aquí. Los ejemplares se escaparon de los espacios controlados, se procrearon, se expandieron y afectaron a especies nativas. La sobrepoblación fue tal que el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos puso en marcha durante 2019 un proyecto experimental: electrocutaron a estos peces con el objetivo de aturdirlos, hacer que flotaran en la superficie, y entonces poder recolectarlos.
Por todas estas razones, tanto Loureiro como Laufer entienden que no es una buena idea introducir estas especies exóticas invasoras. El remedio puede terminar siendo peor que la enfermedad.
Prevenir antes que lamentar
“Estamos trayendo un paquete de otro lado para aplicarlo acá, olvidándonos de todo”, lamentó Laufer. Desde su visión, sería importante estudiar si este tipo de tratamientos pueden realizarse con especies nativas. Pero aun así advirtió: “Esto es una solución que no quita el problema de fondo, que son los aportes enormes, tanto de productos químicos de la agroindustria como de la parte urbanizada que está teniendo el Santa Lucía. La solución tendría que ser disminuir o bajar drásticamente los aportes que está recibiendo, pero es una solución cuyos resultados vamos a ver a mediano plazo”.
Laufer recordó que Uruguay ratificó el Convenio de Diversidad Biológica de la Organización de las Naciones Unidas en 1993. Uno de los puntos establece que el país “impedirá que se introduzcan, controlará o erradicará las especies exóticas que amenacen a ecosistemas, hábitats o especies”. “Con el grupo de trabajo del Museo Nacional de Historia Natural hace poco tiempo encontramos dos especies invasoras nuevas en el Santa Lucía, la rana toro y el visón. Es una cuenca que ha recibido mucha cantidad de especies invasoras que habría que intentar manejar”, expresó. Se imagina que una solución a futuro es “armar un área protegida, pero que funcione fuertemente con regulaciones de las actividades que se pueden hacer”.
En el libro en el que participaron Laufer y Loureiro –junto con un numeroso grupo de científicos y científicas– se plantea el quid de la cuestión: “La gestión de la biodiversidad debe basarse, siempre que sea posible, en la combinación del principio de precaución (ante la incertidumbre de daño, especies nativas deben ser preferidas al uso de exóticas) y el enfoque ecosistémico, con énfasis en la participación y planificación adaptativa”.
No sólo objeciones ambientales
La consultoría contratada por OSE no sólo ha suscitado preocupación por este aspecto ambiental. El 25 de mayo el Tribunal de Cuentas observó el gasto de 275.000 dólares que OSE se comprometió a pagar a Mekorot mediante compra directa.