En setiembre de 2023 las autoridades del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) anunciaron la construcción de la primera autopista de Uruguay. El objetivo de esta infraestructura, de concretarse, sería conectar la ruta interbalnearia con la ruta 8, a la altura de la intersección con la ruta 11, que lleva a Atlántida.
Según las últimas declaraciones del ministro de la cartera, José Luis Falero, tendría 35 kilómetros y un sistema de peaje “free flow” -es decir, similar al telepeaje que se utiliza en la actualidad, pero sin barrera física para que los vehículos no tengan que detenerse-. El lunes 8 de enero, a cuatro meses de que se difundió la noticia, el jerarca manifestó en el programa televisivo Arriba Gente que no existe un proyecto de trazado definitivo, aunque tienen ocho propuestas y se está trabajando sobre dos con “mayor intensidad”. Falero también dijo que espera que las obras puedan comenzar a fin de año. Por otra parte, Gerardo Amarilla, subsecretario del Ministerio de Ambiente, indicó a la diaria que no tienen “novedades”, ni se ha presentado ningún estudio de impacto ambiental de la iniciativa. “Solamente sabemos lo que ha salido en la prensa y lo que hemos conversado informalmente, pero nada más”, acotó.
En este contexto, resulta esencial presentar diferentes visiones sobre los impactos que podría causar la autopista en el territorio. Por ejemplo, vecinos y vecinas cercanos a la zona de Laguna del Cisne -fuente de la que se abastece de agua potable a más de 100.000 personas- contaron a la diaria que se enteraron por la prensa que la autopista pasaría por encima de sus predios. Por esta razón, decidieron organizarse en el colectivo Guardianes de las Cuencas y recordaron que parte de la zona que el MTOP busca intervenir fue cautelada por la Intendencia de Canelones (IC) un par de años atrás. ¿La razón? La comuna detectó niveles de contaminación preocupantes en el recurso hídrico y decidió impulsar una transición agroecológica, reducir el uso de pesticidas y preservar la calidad del agua. Los locatarios temen que sus esfuerzos de adaptación para conseguir una producción más sostenible hayan sido en vano. Si bien investigaciones detectaron que las medidas aplicadas por la IC no fueron suficientes para frenar la degradación, hay científicos que alertan que la autopista podría generar aún más presiones sobre un sistema que ya se encuentra sobreexplotado.
Una cuestión de “desarrollo”
Verónica Porteiro, integrante del colectivo Guardianes de las Cuencas, cuenta que al principio no entendió las “medidas cautelares para la protección de la calidad del agua, sus pobladores y la preservación de los servicios ecosistémicos”, que impulsaron en 2016 la IC y la Comisión de Cuenca de la Laguna del Cisne. “De a poquito fuimos viendo cuál era nuestra responsabilidad. Muchos productores tuvieron que adaptarse. Yo vivo entre dos arroyos que abastecen a la Laguna del Cisne. Los animales no pueden beber agua de allí, no pueden acercarse, tienen que estar retirados. Tenemos una vecina que tuvo que readaptar toda su producción. Hizo todo un trabajo y a la larga está conforme, aprendió un montón, pero ahora parece que la autopista pasaría por encima de su predio. La vecina hizo todo lo que tenía que hacer, pero ahora parece que no es suficiente”, lamenta. Verónica relata también que la comunidad organiza diferentes actividades vinculadas a la agroecología, producción de semillas nativas, turismo sostenible y plantas medicinales.
“Es un lugar protegido, que tiene sus restricciones para cuidar el agua. Desde nuestra visión somos los guardianes del agua, con todo lo que implica. Tenemos prohibido hacer actividades extractivas, no se puede sacar ni tierra, ni arena, ni hacer un tajamar sin previa autorización, no podemos talar el monte nativo, no podemos perturbar el terreno con laboreo, ni que hablar de los productos químicos y agrotóxicos”, enumera Verónica. Desde que se enteró que su hogar peligra, tiene una “sensación como de atropello” y piensa que “es un tema muy serio como para que alguien diga que va a hacer una autopista y que va a pasar por encima de diferentes casas para ahorrarse 20 minutos de viaje”. “A nosotros nos argumentan que esto se hacen en nombre de ‘el progreso’, dicen que nos tenemos que adaptar. Parece que el progreso es contaminar el agua y no mejorar la calidad de vida cuidando y considerando el medio ambiente del cual dependemos”, señala.
Para Gabriel Ledesma, también integrante del colectivo y vecino de Laguna del Cisne, la construcción de la autopista no es coherente con las medidas aplicadas en el territorio. Hace hincapié en que, si se desarrolla la obra, los efectos se extenderán más allá de quienes viven en el lugar y recuerda que estamos transitando “una crisis hídrica que jamás había sido vista en Uruguay”. A su vez, destaca que el proyecto implica expropiar un gran número de predios porque la zona no se caracteriza por tener padrones de grandes dimensiones. Cuestiona, además, que “el valor de la tierra cambia si en lugar de plantar una lechuga, hacés una autopista y tenés una banquina al lado”. Tanto Verónica como Gabriel coinciden en que los impactos serán ambientales, pero también socioeconómicos y emocionales al ser obligados a abandonar su lugar.
La dificultad de acceso a la información
La primera medida que decidieron tomar los vecinos y vecinas fue enviar una carta dirigida al MTOP, el Ministerio de Ambiente y la Intendencia de Canelones. Allí plasmaban sus argumentos contrarios al proyecto y sumaban la firma de 300 personas afectadas, para otorgarle más peso a sus demandas. Las respuestas de las autoridades no llegaron o fueron insuficientes. Por esta razón, realizaron un pedido de acceso a la información pública el 24 de octubre de 2023, en el que solicitaban al MTOP “acceder al proyecto completo en su actual etapa de elaboración, contemplando los posibles trazados y las características técnicas de la obra” de la autopista.
El 14 de diciembre de ese año se les respondió con una misiva firmada por el ministro Falero, en la que declara que “el proyecto completo al que se refiere la consulta aún no existe dado que se encuentra en su fase de definiciones”. “Respecto de la etapa actual, la tipología de obra que se está considerando consiste en una vía con características de autopista donde solo se podrá ingresar por sus extremos, de manera de poder tener un tráfico continuo a lo largo del recorrido. En la actualidad se está trabajando en la definición de su implantación a partir de los intercambios técnicos con los proyectistas y el aporte de los técnicos del área territorial de la Intendencia de Canelones”, indica. Suma que “una vez se alcance la solución final, se pondrá a disposición de todos los involucrados procediendo así a identificar claramente las afectaciones y las intervenciones que sean necesarias para atender tales casos”.
Gabriel recuerda que el Acuerdo de Escazú, ratificado por Uruguay, determina que los gobiernos deben adoptar medidas para asegurar la participación de las personas en temáticas ambientales desde “etapas iniciales del proceso de toma de decisiones” para que sus observaciones “sean debidamente consideradas y contribuyan en dichos procesos”. La normativa establece que se proporcionará la información “de manera clara, oportuna y comprensible”. “Es fundamental el empoderamiento ciudadano, de informarnos sobre lo que podría llegar a pasar. Los impactos podrían ser muy grandes”, finaliza.
No hay equilibrios
El 20 de diciembre de 2023 tuvo lugar una sesión de la Comisión de Cuenca de la Laguna del Cisne y del Arroyo Solís Chico, donde se abordó el proyecto de la autopista. Al día siguiente, la Comisión de Vecinos y Vecinas en Defensa de la Laguna del Cisne y el Arroyo Solís Chico, otra organización socioambiental que tiene una larga trayectoria en el territorio, emitió un comunicado. Allí señalan que el MTOP, durante la instancia, afirmó “rotundamente” que la obra se va a llevar adelante y que los participantes iban “a ver y escuchar la novena versión de su proyecto preliminar que desde el mes de mayo venían ajustando”. La misiva subraya que la idea fue presentada por parte de “INCASUR-Consorcio Interbalnearia” como “iniciativa privada”, basada en la ley de reactivación económica del año 2002.
La organización indica que “el trazado de la autopista parte a la mitad la cuenca de la Laguna del Cisne, impidiendo su natural funcionamiento hidrológico, ecológico y social, poniendo en alto riesgo su delicado equilibrio ecosistémico y disponibilidad de agua en cantidad y calidad”. “La cuenca no es sólo el espejo de agua (como parecen entender los exponentes del Ministerio), sino la interrelación con sus afluentes, las zonas buffer y el monte ribereño que hace de amortiguación, el tránsito de los seres vivos que alimentan ese ecosistema y los humanos que lo habitan y que han hecho muchos esfuerzos para lograr la reconversión a proyectos agroecológicos”, enfatizan.
La organización exige entonces que se convoque a una nueva reunión de la Comisión de Cuenca de la Laguna del Cisne y del Arroyo Solís Chico “a la brevedad, como máximo en la primera quincena de febrero”, para “tener oportunidad de agregar más argumentos en contra de este trazado desde las organizaciones sociales y la academia”. La misiva finaliza diciendo: “los vecinos de la zona urbana y pobladores de la zona rural estamos en alerta máxima para evitar este desastre medioambiental que pone en riesgo la fuente de agua potable más importante de la costa canaria, luego de sufrir la crisis hídrica del verano pasado”.
Poner un cambio o apretar el freno
El intendente interino de la IC, Marcelo Metediera, dijo en diálogo con la diaria que cuando tuvieron la primera reunión con el MTOP para conversar sobre la autopista, la comuna planteó dos preocupaciones: una vinculada con “lo urbano” y otra con “lo ambiental”. “Hay una parte del trazado donde es zona rural no cautelada, en la parte inferior de la cuenca del Arroyo Pando, que a priori tocaría muy mínimamente y nosotros no tendríamos mayor dificultad. Lo que sí tenemos dificultad es en la zona cautelada que abarca la zona de Laguna del Cisne y ahí sí invade de manera importante. Nosotros no estamos de acuerdo con el trazado que está diseñado y que toca la cuenca de la Laguna del Cisne. Si tienen otro trazado, se analiza, se ve, no habría mayor dificultad. Pero así, tal cual está, nosotros no lo acompañamos”, lanzó el jerarca.
Consultado sobre su último intercambio con las autoridades del ministerio, respondió que tuvo lugar el 20 de diciembre, durante la Comisión de Cuenca. “Hubo intercambios, posicionamientos del MTOP, de la Intendencia. La Dinagua [Dirección Nacional de Aguas, del Ministerio de Ambiente] no planteó posición porque el proyecto lo conoció en esa instancia. Estamos a la espera de otra futura reunión que recoja de alguna manera las cosas que se plantearon” afirmó Metediera. Su correligionario y director de Desarrollo Rural de la IC -oficina que se encargó de hacer cumplir las medidas cautelares-, Pablo González, fue más tajante. “No tiene ningún sentido hacer la autopista. No veo que vaya a cuajar. Cuando haces un análisis de esto, te preguntas ¿dónde está la fortaleza? No le veo fortalezas, son todas debilidades. Lo único que van a ganar son quince minutos para llegar a Atlántida y van a tener pérdidas brutales. No tengo ninguna duda de que esto no va a salir. La Intendencia hace diez años viene luchando por la defensa de la Cuenca del Cisne, que le da agua a toda la Costa de Oro” agregó González, reconociendo que si bien la cuenca “tiene problemas” para los que no han “encontrado la solución perfecta”, este proyecto “surge de la nada” a complicar el panorama.
Durante la entrevista del pasado lunes en Arriba Gente, en un principio Falero matizó su postura al relatar que se va a definir el trazado “más conveniente y que no tenga un impacto negativo ni en la trama urbana del departamento de Canelones, ni tampoco en la temática ambiental que es preocupación de algunos vecinos”. Sin embargo, continuó: “tenemos rutas en todo el país que pasan por lugares complejos, hay que evitar cualquier afectación que pueda generar una ruta. Hay cuencas de aguas que permiten que tengamos puentes por encima de ellas. Hay alternativas de solución para que no se afecte la temática ambiental y es lo que se está buscando”. Luego, volvió a opinar que es “indispensable” la construcción de la autopista porque “la sobrecarga que tienen nuestras rutas requieren de obras de infraestructura diferentes a las tradicionales”. También agregó que esta obra se trata de un “puntapié inicial”, ya que proyectos similares “van a ser una constante hacia el futuro para poder ordenar el tránsito”.
¿Se escuchará a la ciencia?
“El único acceso a información que tuvimos, más allá de la prensa, fue una presentación en la Comisión de Cuenca. No tenemos documentación. En los últimos trazados que están considerando, la autopista estaría pasando por el medio de la cuenca de la Laguna del Cisne y por el sur del Bañado del Negro”, explica Guillermo Goyenola, investigador del Departamento de Ecología y Gestión Ambiental del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República. En 2023, junto a otros colegas, publicó la investigación sobre la Laguna del Cisne en la que se reportó la presencia de pesticidas tanto en el agua como en peces que mencionamos anteriormente.
“Es un sistema que estuvo en franco deterioro a partir de los años noventa hasta el 2012. El nivel de fósforo, se multiplicó por siete durante el período, pasando de 100 microgramos por litro a 700, cuando la normativa establece que el máximo es 25. Por una serie de conflictos socioambientales y movilización de la comunidad, se generaron medidas cautelares, luego se plasmaron en el Plan de Ordenamiento Territorial y la tendencia al deterioro se detuvo” afirma Goyenola, aunque señala que los niveles de fósforo en el sistema han variado tras las medidas. “Si bien no se sobrepasaron los 700 microgramos, la medida variaba entre 250 y 500, es decir, lejos de los 25 que debería cumplir”, ejemplifica. Por si fuera poco, Goyenola cuenta que se generaron varios impactos significativos asociados a la sequía. “OSE intervino en la cuenca, por el trasvase desde el arroyo Solís Chico. Uno de los afluentes que estaba cautelado y definido en una zona buffer bastante extensa de no intervención fue maquinado con una retroexcavadora en toda su extensión, desde la naciente hasta la desembocadura, supuestamente para que el agua fluyera rápidamente en el trasvase”, sostiene. A partir de esta obra, los niveles de fósforo volvieron a aumentar y se generó “un retroceso”.
En la misma línea, el científico remarca que la perspectiva de que la autopista separe en dos a la cuenca “no va en el sentido de la recuperación ambiental y el aseguramiento de la fuente de agua potable, sino en la de sumar presión en una fuente que es muy frágil, que está muy forzada y para la que la sociedad no tiene alternativa”. Goyenola enfatiza que “no hay fuentes alternativas a implementar ni a corto ni a mediano plazo”. “El gran aprendizaje que nos deja la última crisis es que el recurso es finito y que con nuestra demanda ya hemos logrado superar la capacidad de reposición. Esta fuente está sobreexplotada y sobreimpactada por la actividad humana. Si seguimos en este camino, es muy claro cuál es el final de la historia, no hay muchos desenlaces posibles”, comenta. Desde su perspectiva es necesario lograr un “diálogo interinstitucional” que permita “una vía de acción que sea efectiva para obtener los objetivos ambientales y de suministro de servicios ecosistémicos que la sociedad precisa”. Y suma: “hemos tomado algunas medidas que han demostrado ir en el buen camino, pero que no son suficientes. Este trazado de la autopista sería un gran retroceso”.