Oil Change International se define como una organización de investigación y comunicación que busca poner sobre la mesa “los verdaderos costos de los combustibles fósiles” y “facilitar la transición en curso hacia la energía limpia”. Este mes, lanzó un informe cuya traducción se titula algo así como Verificación de la realidad de las grandes petroleras: alineadas en el fracaso. Allí evalúan a “los ocho mayores productores internacionales de petróleo y gas con sede en Estados Unidos y Europa” en función de “sus compromisos y planes climáticos y de sostenibilidad”.
Las empresas sometidas a este escrutinio fueron British Petroleum, ConocoPhillips, Chevron, Eni, Equinor, ExxonMobil, Shell y TotalEnergies. Su situación fue analizada en función de diez criterios de evaluación vinculados a su “ambición” –uno de ellos es parar con la exploración de hidrocarburos–, “integridad” –un ejemplo es establecer “objetivos absolutos para reducir todas sus emisiones de gases de efecto invernadero”– y las “transiciones centradas en las personas” –para las que un criterio es “apoyar y financiar transiciones justas para los trabajadores y las comunidades donde operan”–. De acuerdo a la información de cada empresa, se le asignó la categoría “totalmente alineado”, “casi alineado”, “parcialmente alineado”, “insuficiente” o “totalmente insuficiente” en cada uno de estos diez criterios. La organización indica que esta forma de medir la situación de las empresas petroleras representa la “base mínima, pero no necesariamente suficiente, para una posible alineación con el Acuerdo de París”.
Cabe resaltar que el informe cobra especial relevancia en nuestro país porque dos de las compañías estudiadas, Chevron y Shell, cuentan con bloques para explorar la presencia de hidrocarburos en la plataforma marina uruguaya. Además, varias de ellas, como TotalEnergies y Equinor, ya estuvieron presentes en el territorio, sin encontrar petróleo. En el reporte se menciona a Uruguay como una de las “nuevas fronteras” de las empresas, junto con los países africanos Santo Tomé y Príncipe y Sudáfrica. “Los argumentos a favor de mantener el petróleo, el gas y el carbón bajo tierra nunca han sido más sólidos, pero la realidad es que las grandes empresas de petróleo y gas continúan resistiéndose”, afirma la organización.
Los resultados
“Ninguno de los planes climáticos de las empresas se alinean con los acuerdos internacionales para eliminar gradualmente los combustibles fósiles y limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius. Cada empresa es ‘extremadamente insuficiente’ o ‘insuficiente’ según la mayoría de los criterios”, describe el informe de Oil Change International. También sostienen que, “en general, ninguna de las principales empresas de petróleo y gas evaluadas se compromete a hacer ni siquiera lo mínimo para evitar el caos climático”.
Por ejemplo, sostiene que seis empresas –ConocoPhillips, ExxonMobil, Eni, Chevron, TotalEnergies y Equinor– tienen como “objetivo explícito aumentar la producción de petróleo y gas en los próximos tres años o más”. Al respecto, sostienen que Shell “planea mantener estable la producción de petróleo mientras aumenta la producción de gas”. En el reporte se afirma que utiliza el “vender petróleo y gas existentes a otras compañías para continuar extrayendo” y, de esta forma, “reducir su volumen de producción en los últimos años, al mismo tiempo que continúan poniendo en marcha nuevos proyectos de extracción importantes”.
Por su parte, reportan que los datos de Rystad Energy, una consultora noruega del sector energético que se define como independiente, “indican que los ocho mayores productores con sede en Estados Unidos y Europa están en camino de aumentar su producción combinada en 17% por encima de los niveles de 2023 para 2030”. Sobre eso, el informe afirma que “tal aumento de la producción a escala global pondría al mundo en el camino hacia un calentamiento global mucho más allá de los 2°C, lo que provocaría la destrucción de comunidades y ecosistemas vulnerables”. A su vez, enfatiza que, si las empresas “dejaran de perforar en busca de nuevo petróleo y gas, se esperaría que su producción disminuyera colectivamente 17% para 2030, un ritmo mucho más cercano a alinearse con una trayectoria de 1,5°C, aunque aún no sería un ritmo lo suficientemente rápido”.
La organización insiste que, “en lugar de eliminar gradualmente la producción lo más rápidamente posible, todas las empresas pretenden depender de la captura y el almacenamiento de carbono, compensaciones y otros métodos que retrasan y distraen de este objetivo urgente, y prolongan los impactos de los combustibles fósiles en la salud y la seguridad comunitaria”.
Por otro lado, el informe destaca que, “si bien muchas empresas han adoptado el lenguaje de ‘transición justa’ de los movimientos por la justicia laboral y climática en los últimos años, cada empresa califica como ‘extremadamente insuficiente’ o ‘insuficiente’ en sus planes de transición justa en el mundo real y en su historial en defensa de los derechos humanos”. Aún más: el reporte pone de manifiesto que “todas las compañías analizadas están experimentando resistencia a sus proyectos por parte de las comunidades de primera línea, que expresan preocupaciones sobre derechos humanos, de salud y/o seguridad”.
Chevron y Shell
La organización dedica en el informe un capítulo a cada una de las ocho empresas estudiadas. Sobre Chevron expresa que sus compromisos y planes climáticos son “extremadamente insuficientes” en “todos los criterios”. A su vez, citan un análisis en el que se estima que “debería 900.000 millones de dólares si la empresa fuera parcialmente responsable de las pérdidas y los daños climáticos causados por su contaminación sólo entre 1985 y 2018”. También dice que es “responsable de más contaminación climática acumulada que cualquier otra propiedad de inversionistas”.
“Un informe independiente de 2021 documentó 70 casos penales y civiles en curso, en 31 países, iniciados contra Chevron en respuesta a la supuesta contaminación, abusos de derechos humanos y corrupción de la empresa”, agrega. A continuación, narra una de las problemáticas ocurrida en 2011, cuando “pueblos indígenas y otros habitantes de la Amazonia en Ecuador ganaron una sentencia histórica de 9.500 millones de dólares contra Chevron por haber vertido deliberadamente miles de millones de galones de desechos tóxicos cancerígenos en su medioambiente”, y aclara que la compañía “no ha pagado ni un centavo de esta sentencia”.
Por otra parte, sobre Shell destaca que “debería 1.100 millones de dólares si la empresa fuera parcialmente responsable de la pérdida climática y los daños causados por su contaminación sólo entre 1985 y 2018”. Asimismo, indica que es “el cuarto mayor contaminador climático histórico entre las empresas propiedad de inversores del mundo”. También cuenta que “redujo su inversión de capital en energía solar y eólica en más de 40% entre 2022 y 2023”.
“Shell continúa explorando en busca de más petróleo y gas en 24 países y anuncia que está buscando activamente ‘nuevas fronteras’ en Uruguay, Santo Tomé y Príncipe y Sudáfrica, a pesar del compromiso de poner fin a la exploración de nuevas ‘fronteras’ después de 2025”, señala el informe. El informe sostiene además que, según el Atlas de Justicia Ambiental, la empresa se ha visto envuelta en “más de 70 casos de conflictos socioambientales”.
La organización proporcionó una copia anticipada del informe a cada empresa analizada para que realice comentarios antes de la publicación. Incluyeron las respuestas de Equinor y Eni, en las que las compañías minimizan las conclusiones y desestiman el informe.
El rol clave de otros actores
Oil Change International también brinda ejemplos de medidas que los gobiernos deberían tomar y que son de especial interés en nuestro país, dada la exploración sísmica en busca de petróleo en nuestra plataforma marina por parte de varias empresas. Sin rodeos, algunas de ellas son “poner fin a nuevas licencias y permisos para la extracción o la infraestructura de combustibles fósiles”, establecer una fecha “para poner fin a la producción de petróleo y gas en consonancia con los principios de equidad global entre países, en la que los productores del norte global actúen primero y más rápido”, y “eliminar los subsidios y el financiamiento público nacional e internacional para la extracción o la infraestructura de combustibles fósiles”, incluidos la captura y el almacenamiento de carbono, ya que “perpetúan la contaminación de la industria”.
El informe es contundente: “Las grandes empresas de petróleo y gas no eliminarán gradualmente sus propios productos ni gestionarán su propio declive ni antepondrán el bienestar de las personas y los ecosistemas a sus ganancias. Los gobiernos y los inversores deben intervenir. Los tribunales deben responsabilizar a estas empresas”. Mientras tanto, “las personas y las comunidades siguen sufriendo las consecuencias para la salud y el costo de vida de sistemas energéticos volátiles y sucios basados en combustibles fósiles”, al tiempo que las empresas “continúan embolsando ganancias récord”, finaliza el reporte.