Hay quienes dicen que el río Queguay fue bautizado de esta manera por pobladores guaraníes y que el significado de la palabra es algo así como “río donde confluyen los ensueños”. Donde esos ensueños se encuentran con el río Uruguay están ubicadas las islas del Queguay, un territorio que pertenece a Paysandú y está a estudio en el Ministerio de Ambiente para ser ingresado al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP). Es un lugar que, además de estar compuesto por una cadena de islas e islotes, tiene asociado un corredor de vegetación riparia y varios ecosistemas más, como bosques fluviales, pastizales húmedos –donde habitan especies de aves, algunas de ellas amenazadas y de distribución limitada– y bañados. Probablemente, ninguna descripción le haga justicia a lo especial del sitio.

Diego Varela, biólogo y redactor de la propuesta para que este territorio ingrese al SNAP, cuenta a la diaria la importancia del agua para todo este sistema. Es que las islas son “el resultado dinámico de la acción de las corrientes fluviales, ya sea por el aporte de sedimentos o por disección de segmentos costeros”. Al mismo tiempo, dice, “los desbordes del río Uruguay y de sus afluentes hacia las planicies de inundación costera y hacia las islas generan corrientes de flujo y reflujo que aportan y traslocan sedimentos, nutrientes y propágulos” –de forma sencilla, estos últimos son la parte de una planta capaz de originar vegetativamente otro individuo–. El técnico expresa que el sistema contribuye a la conservación de la calidad de agua de las costas de la ciudad de Paysandú. También relata que la vegetación asociada “disminuye la energía de las inundaciones, controla la erosión, estabiliza el margen fluvial y es una barrera que interrumpe el flujo de sedimentos, nutrientes y contaminantes desde los suelos aledaños hacia el río”.

En el agua se encuentra la forma de preservar este sitio. Varela apunta que “las islas continuamente intercambian materia y energía con la costa, siendo el agua un factor muy importante”. Asimismo, enfatiza que “la biodiversidad isleña depende de la diversidad continental”. Por esta razón, “hay mayor probabilidad de éxito a largo plazo, en la conservación, si se protege la totalidad del sistema” y no únicamente las islas. En este contexto, otro dato importante es que allí se encuentra “la franja de vegetación ribereña autóctona continua más extensa de la costa oriental del bajo Uruguay”; cubre 7.584 hectáreas, 27% son propias del conjunto de islas y 73% pertenece a la costa continental.

Un gran cambio

El proyecto de ingreso al SNAP fue presentado en 2018 por el Grupo Ecologista Naturista Sanducero (Gensa) y el Polo de Ecología Fluvial del Centro Universitario Regional Litoral Norte. Pasados más de seis años, las islas y costa del río Uruguay aún no forman parte del sistema.

En abril de 2022, el entonces ministro de Ambiente, Adrián Peña, publicó en sus redes sociales un video donde se lo veía en la desembocadura del Queguay. “Toda esta zona con tres islas va a ser parte integrante del SNAP”, anunció, agregando que la medida se iba a tomar “próximamente”.

En febrero de 2024, el gobierno firmó un memorándum de entendimiento con la compañía HIF Global para la construcción de una planta de hidrógeno verde y combustibles en Paysandú, en padrones ubicados frente a la isla del Queguay Grande. En mayo, Presidencia de la República declaró “confidencial” el acuerdo firmado con la empresa y comenzó una disputa legal con organizaciones socioambientales que exigían su derecho de acceder a la información. En paralelo, la Intendencia de Paysandú inició los trámites necesarios para recategorizar el suelo donde quiere instalarse HIF Global. Se trata de dos padrones que suman 440 hectáreas sobre la costa del río Uruguay.

Según el visualizador del Ministerio de Ambiente, la iniciativa fue catalogada como “C”, categoría que incluye “aquellos proyectos de actividades, construcciones u obras, cuya ejecución pueda producir impactos ambientales negativos de significación cuantitativa o cualitativa, se encuentren o no previstas medidas de prevención o mitigación”. Esto supone la elaboración de un estudio de impacto ambiental. En el sitio también se indica que para la producción de combustibles utilizará agua, que provendrá de una toma de agua superficial en el río Uruguay.

Un pedacito de río

Gerardo Evia es el director de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente. En diálogo con la diaria relató la historia del proyecto y sus antecedentes. Al consultarle en qué etapa se encuentra la propuesta, responde que fue presentada ante la Comisión Nacional Asesora de Áreas Protegidas y que “ha habido intervenciones de los equipos técnicos de la dirección, en particular del SNAP, y la han revisado”.

Evia adelanta que existe un “documento técnico casi terminado que definiría lo que sería la propuesta oficial”. Mencionó que no es exactamente la misma superficie que fue presentada por la organización –y que fuera redactada por Varela–, pero sí se incluye “buena parte de ella”. “Básicamente abarca las islas de la desembocadura del río Queguay en el río Uruguay. Son más de 2.000 hectáreas de islas, tiene una proporción de predios fiscales, más un tramo del río Uruguay. La propuesta también incluye una proporción de terrenos privados. Es posible que haya un planteo de incorporar en una primera etapa las islas fiscales y el tramo del río al área protegida y en una segunda etapa la parte costera. Pero no está definido, resta un proceso de manifiesto y consulta pública que podría ocurrir en esta segunda mitad del año”, comentó. El jerarca agregó que luego de la audiencia pública el proyecto debe pasar a consideración del Poder Ejecutivo.

La propuesta técnica elaborada por el SNAP no incluye los predios donde HIF Global pretende instalar su planta de hidrógeno verde y combustibles, pero sí incluye el sector del río Uruguay que se encuentra lindero. La compañía propone abastecerse de este curso de agua para generar el combustible.

Evia reconoció la “importancia que tiene el río Uruguay como corredor biológico en el movimiento y conectividad de distintas especies de flora y fauna”. También mencionó que “en esta administración hemos tratado de poner el mayor esfuerzo en afianzar, con los recursos disponibles, el SNAP como una herramienta eficaz. Quizás no hemos puesto tanto énfasis en la ampliación del sistema, pero sí hemos tratado de ir incorporando algunas áreas que son de propiedad pública y que tienen una clara vocación de conservación. En ese marco, es importante incorporar las islas fiscales y el entorno del río Uruguay al SNAP”. Dijo estar al tanto de la cercanía entre los predios de HIF Global y las islas. “Los equipos técnicos nuestros tendrán la oportunidad de presentar las observaciones que haya que hacer”, manifestó.

Un mundo por conocer

la diaria accedió a un adelanto del informe técnico que está elaborando el Ministerio de Ambiente sobre las islas del Queguay, donde se detallan los valores ecosistémicos que tiene el sitio. En el texto se expresa que, a partir de un muestreo de especies leñosas que realizó Gensa, se identificó que nueve son prioritarias para la conservación.

La diversidad de peces también es llamativa y es destacada por los técnicos. El informe de la cartera dice que, según un relevamiento realizado en 2019 en las lagunas internas y litorales de la isla Queguay Grande, se registraron 52 especies, “lo que representa aproximadamente el 50% de las especies registradas para todo el río Uruguay Bajo”. Relatan que fue observada una raya gigante (Potamotrygon brachyura), especie prioritaria para el SNAP. “Asimismo, se destacan los registros de juveniles de especies de importancia comercial, como el bagre amarillo, el dorado, la boga y el sábalo, lo que podría indicar que esta zona es utilizada como área de cría de estas poblaciones”, plantean.

En el borrador del informe técnico agrega que un grupo de investigadores del Laboratorio de Ecología Fluvial del Centro Universitario Regional Litoral Norte de la Universidad de la República realiza muestreos de manera sistémica de huevos, larvas, juveniles y adultos en la desembocadura del río Queguay. “En datos no publicados, pero cedidos con el fin de resaltar la importancia de la zona con gran valor de biodiversidad para ingresar al SNAP, se reporta una riqueza de 100 especies. De estas, 50 son prioritarias para la conservación. Cabe destacar que nueve de estas especies tienen todo su ciclo de vida en estas aguas y cinco son especies SNAP. Además, 24 especies son de interés comercial. Finalmente, en estos muestreos también se registraron nuevas especies para Uruguay”, cuentan.

A las aves de la zona los técnicos del Ministerio de Ambiente las definen como “emblemáticas”. Recuerdan que el sitio se encuentra en un área internacionalmente reconocida como significativa para su conservación –a estos sitios se los denomina IBA, por su sigla en inglés–. En concreto, se trata de los “pastizales de Lorenzo Geyre y Quebracho”. “Relevamientos realizados en 2019 registraron un total de 178 especies de aves, 123 prioritarias para la conservación, de las cuales ocho resultaron SNAP y cinco categorizadas como ‘casi amenazadas’ según el Libro rojo de aves del Uruguay”, dice el documento. Afirman que para los restantes grupos zoológicos “no se cuenta con información reciente disponible in situ”, pero están trabajando sobre el tema. A su vez, agregan que “con la incorporación de esta área al SNAP se incluyen cuatro nuevas especies de plantas prioritarias no representadas aún”.

No tan “verde”

Diego Varela evidencia que los predios donde pretende instalarse la compañía estaban incluidos en la propuesta de ingreso al SNAP que elaboró. Luego de la aclaración, señala que “es difícil resumir en pocas palabras la multiplicidad de impactos que se generarán” en caso de que la iniciativa privada sea llevada adelante. “La superficie impermeable de la instalación es enorme. Esto modifica la escorrentía superficial, modifica la hidrología de la región y es una obra de ingeniería mayor. Todo esto precisamente en predios que estaban considerados como zona a proteger e inmediatos a la zona de máxima protección”, dice a modo de ejemplo. “Desde mi punto de vista es inadmisible que esto se haga en una zona que se considera que es de alta prioridad para la conservación”. A su vez, una cuestión para nada menor que pone sobre la mesa consiste en el cambio de paisaje generado por la planta que tendrá “cuatro antorchas y tres chimeneas” de gran magnitud.

Además, Varela indica que se van a “abrir caminos, construir desagües, hacer tomas de agua en el río” afectando al corredor natural. “No sólo se eliminará bosque nativo, humedal y pastizal, porque hay zonas en las que los van a sustituir con una superficie impermeable, sino que además están fraccionando un terreno que se caracteriza por la conexión de biodiversidad entre las áreas protegidas Montes del Queguay y Esteros de Farrapos. El principal generador de pérdida de biodiversidad es la destrucción de hábitat; lo que quieren hacer ahí implica precisamente destruir hábitats. No sólo por el hecho de eliminar una superficie, sino por fraccionarla”, señala sin rodeos el biólogo, que alerta que el funcionamiento de la microzona se va a ver alterado en caso de que el megaemprendimiento sea aprobado.

Varela considera que de aceptarse la instalación de la planta de hidrógeno verde y combustibles en esta zona podría generar un “precedente negativo” y entiende que existe una “contradicción en las visiones de la propia administración”. “Para la empresa es un negocio, no me cabe duda, pero a largo plazo, ¿hasta qué punto el proyecto será un buen negocio para el país?”, se pregunta.