“El agua es nuestra, la costa también”, decía el cartel que sostenía un niño vestido con túnica escolar. A su lado, una mujer tenía otro en el que preguntaba “¿Qué agua dejamos a las infancias?”.
Esta es tan sólo una de las imágenes que se podían ver en la masiva marcha que tuvo lugar el sábado en Montevideo, en el marco del Día Mundial del Agua. Las personas comenzaron a aglutinarse en el Obelisco cerca de las 17.00 y, como estaba estipulado, partieron hacia el Pabellón de la Música del Parque Rodó una hora después. La pancarta que abría la convocatoria llevaba grabada la consigna de este año, “Ateiten Hué-Somos Agua: los gobiernos la entregan y los pueblos la defienden”. En paralelo, Bulevar Artigas sonaba bajo el tradicional cántico “no se vende, el agua se defiende”.
Podían observarse máscaras hechas con bidones, dibujos de gotitas, intervenciones artísticas y muchos mensajes como, por ejemplo, “tierra para quienes la trabajan”. “Vecina, vecino, no sea indiferente”, coreaba la multitud, mientras que varios curiosos se asomaban en los balcones. Los más de 100 colectivos de diferentes partes del país que convocaron y personas interesadas en defender el bien común se adueñaron de varias cuadras de una de las principales avenidas de la capital para hacer escuchar sus reclamos.
Entre los participantes estaban varios grupos vecinales que han denunciado problemáticas que se viven en sus territorios. “¡Guazuvirá presente! El agua se defiende”, identificaba un cartel. Eran los integrantes del colectivo Vecinos Defensores del Proyecto de Detalle de Guazuvirá, que alertan desde hace varios años sobre los impactos ambientales de proyectos inmobiliarios que buscan instalarse en Canelones, uno de ellos en el balneario homónimo, donde existe uno de los últimos pulmones verdes de la costa canaria.
También se podía ver a los defensores del humedal del arroyo Maldonado advirtiendo las actividades de relleno con residuos que está llevando adelante la Intendencia de Maldonado. Los humedales son ecosistemas fundamentales para la purificación del agua, protegen de inundaciones y alivian los efectos de la sequía, tienen mucha biodiversidad y, además, un rol clave para hacer frente al cambio climático.
Otras de las organizaciones protagonistas fueron la plataforma Mar Libre de Petroleras, la Coordinación por el Agua y los vecinos de La Esmeralda, Rocha, que mostraron preocupación por la posible instalación de un puerto espacial en el sitio. Por otro lado, también apareció en carteles la problemática que conlleva hacer combustibles sintéticos e hidrógeno verde cerca de sitios prioritarios para la conservación o a partir de agua subterránea.
Marcos Umpiérrez, integrante de la Asamblea por el Agua del río Santa Lucía, cargaba una bandera sanitaria gigante –roja, con una cruz verde en el centro–. Es utilizada para informar cuando en una playa existe un riesgo potencial para la salud de la población; uno de los usos más típicos es cuando son detectadas floraciones de cianobacterias. Desde hace más de una década la organización de Marcos denuncia situaciones irregulares en la cuenca, que se encarga de brindar agua a más de la mitad de la población del país.
También exige que se tomen medidas para salvaguardarla y garantizar el abastecimiento de agua potable de calidad. Sin embargo, la situación de la cuenca del Santa Lucía es compleja; por ejemplo, el Ministerio de Ambiente detectó plaguicidas prohibidos desde hace décadas. A su vez, en línea con la bandera sanitaria que cargaba el activista, una reciente investigación reportó que tajamares y embalses agrícolas y ganaderos son la fuente de cianobacterias que afectan a OSE en la planta potabilizadora Aguas Corrientes.
De todas partes vienen
En Parque Rodó esperaban varias personas más, entre ellos, los integrantes de la Asamblea Hue Mirī en Defensa de la Cuenca de la Laguna Merín. Ellos viajaron desde Cerro Largo, Treinta y Tres, Rocha y Lavalleja. Una de sus integrantes se encargó de repartir folletos con la letra de la canción “Luces de mi planeta azul”, que “expresa los sentimientos de las personas sobre el agua, la naturaleza, los sonidos y las memorias que inspiran nuestro territorio y nuestros modos de vida”. Fue una creación colectiva que nació en Paso Centurión a fines de 2024, donde tuvo lugar un campamento promovido por la organización. Allí participaron varios colectivos más, junto con vecinos, vecinas e infancias de la escuela rural 16. La obra comenzó a difundirse en la previa del 22 de marzo.
Luego de la marcha, dos de sus integrantes –Lorena de Villa Sara, Treinta y Tres, y Sofía, del norte de Rocha– leyeron una proclama del colectivo. Allí alertan que existen varios proyectos que amenazan la cuenca de la laguna Merín. Un ejemplo es la hidrovía Laguna Merín-Laguna de los Patos, que prevé el incremento de monocultivos en una cuenca que actualmente tiene ríos y arroyos contaminados. Sin ir más lejos, investigaciones académicas detectaron más de 90 agrotóxicos en sus aguas, problemas de salud en las comunidades y ecosistemas, destrucción de cerritos de indios y políticas públicas que “continúan promoviendo el despojo, fragmentación y desaparición de comunidades rurales pequeñas”.
Homenaje a la militancia
La Federación de Funcionarios de OSE (FFOSE) y la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida hicieron un homenaje a Carlos Sosa, que falleció en febrero de este año. Fue militante, secretario general del sindicato de la empresa estatal e integrante de la dirección política del Partido Comunista Revolucionario.
Luego de la marcha y junto con su familia, integrantes de las organizaciones leyeron un mensaje. “Si será importante señalar a Carlitos como compañero destacado de un equipo de trabajadores de un sindicato que, más allá de sus reivindicaciones tradicionales de lucha por salario y mejores condiciones laborales, pegó un salto a una reivindicación esencialmente política para los de abajo: defender el agua, que es vida, de las multinacionales y los gobiernos nacionales que la ofrecen a su mejor postor”, manifestaron. Asimismo, en el mensaje se puso sobre la mesa que estuvo “en las buenas y en las malas”; “cuando triunfó el plebiscito de 2004 con el 64,7% de los votos” y también “cuando no llegamos a las firmas necesarias para derogar la ley de riego”. El presidente de FFOSE, Carlos Larrosa, le entregó a la familia de Sosa una placa y afirmó que “el compañero no se fue, sigue acá con nosotros. Este tipo de eventos, la marcha, la organización, que estén todos ustedes acá, es el mejor homenaje”.
Un mensaje claro sobre Neptuno
Gran parte de los carteles que se veían en Parque Rodó hacían referencia al proyecto Neptuno en Arazatí, que ha sido fuertemente cuestionado por la academia, sindicatos, organizaciones sociales y referentes políticos. En todas las proclamas que se leyeron a lo largo de la actividad se rechazaba la iniciativa privada que pretende construir una planta potabilizadora en San José para abastecer la zona metropolitana. Una de ellas fue elaborada por la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida. En el texto, la organización afirma que “hoy asistimos a un fuerte avance privatizador”. “Se han descuidado las cuencas hidrográficas, lo que ha afectado el abastecimiento de agua potable a nuestra población y se recurre a falsas soluciones violatorias de nuestra normativa y de alto impacto en la salud pública y ambiental”, señala.
Exige que se cumpla con la gestión participativa de las cuencas hidrográficas y el Acuerdo Escazú, que obliga a los estados a brindar información, participación y justicia en asuntos ambientales. “Desde 1992 el pueblo se expresó sobre las empresas públicas, es así que vemos con gran preocupación el desmantelamiento de OSE para hacerla ineficiente y por lo tanto tener la excusa perfecta para su desmantelamiento o tercerización. Por ello, continuamos exigiendo la urgente mejora de las instalaciones y el ingreso de trabajadores necesarios en todas las áreas de la empresa pública del agua para que así puedan cumplir con lo mandatado en la normativa nacional”, subraya. En esta línea, también pide una gestión del agua basada en “una ética del cuidado, que ponga en el centro la vida y no el negocio”. Implora por “un modelo que respete los derechos de las generaciones presentes y futuras, que garantice la justicia hídrica y climática, que escuche y respete las voces de quienes habitamos y defendemos los territorios”.