Con un planteo conservador pero efectivo para cerrarle los caminos a un rival necesitado, River Plate sacó un empate a 1 de su visita a Bahía e hizo más historia en la Copa Sudamericana al sellar su clasificación a cuartos de final. El equipo de Carrasco jugó con la tranquilidad que le dio la carta más alta que tuvo en el mazo, el 4 a 1 que consiguió en el encuentro de ida disputado en Montevideo. Con desempeños defensivos que puntuaron alto y un ataque rival excesivamente centralista, los darseneros aguantaron el trámite y hasta se dieron el lujo de empatar en los descuentos para salvar el invicto local e internacional que le saca brillo a su segundo semestre de año.

Un contragolpe liderado por el juvenil Juan Ferrés dejó camino al gol al argentino Córdoba, que volvió a tratar de vos a la red luego de mandar a revolcarse al arquero y definir a los 48’ del complemento. Fue un final feliz para los uruguayos, que dos minutos antes estuvieron a punto de cerrar el partido al límite de la angustia: los brasileños recién quebraron su resistencia luego de que Ekelson probara de distancia para señalar el 1 a 0 parcial a los 86’, pero acariciaron el segundo tanto que los hubiera dejado a un gol del milagro cuando ya se cumplían los 91’.

Merecieron llevarse la victoria pero no clasificar. Se jugaron al embudo, que los vio perder reiteradamente ante una defensa darsenera que se blindó con zagueros atentos y mucha gente dispuesta a dejar puestos originales para prestar pies. El primero de la fila fue el brasileño Ronaldo Conceição, impasable por aire y por tierra y hasta dispuesto a boquillar en su idioma. Una cualidad que quizá también haya explotado el artiguense Dos Santos, dueño de atajadas de las buenas y de una calificación comparable.

Ya en el segundo tiempo, la postura uruguaya terminó por desnudar una carencia bahiana que estaba en sunga desde la primera parte. Los locatarios nunca consiguieron desbordar pese a manejar sostenidamente la pelota. El entusiasmo del lateral derecho Apodi gestó los únicos intentos de ensanche, sin que Vitória consiguiera reeditar el toque rápido y preciso con el que complicó a River en el primer tiempo del partido de ida. Más defensivos y menos explosivos que otras veces, los dirigidos por JR insinuaron una capacidad de adaptación a ciertas circunstancias de juego que durante mucho tiempo se señaló como ese vintén que les faltó para pagar cuentas grandes. El agregado podrá ser positivo y hasta decisivo siempre que no borre una identidad hecha a base de atributos más parecidos a los que el equipo mostró cuando los de arriba combinaron y corrieron: la consideración no incluye las balas desperdiciadas por Porta y Puppo en los dos ataques del primer tiempo.

El Canguro apareció desde atrás y terminó dando una mano en la marca, mientras que el otro errante repitió fortalezas en la velocidad y flaquezas en la definición. Se los vio menos activos desde que Andrezinho dejó el campo de juego con una lesión que sumó dificultades a un ya complicado Carrasco. Antes de su salida, Bica también se había ido sentido. El primer lesionado apareció como lateral zurdo en la línea de cuatro que el DT armó especialmente para la ocasión, gracias a la inclusión de Torrecilla como marcador de punta derecha. Tiqui tiqui pero no tanto.

El prometedor River de JR saldrá de la penumbra por la que transitan los equipos a los que no relata Closs ni comenta Niembro recién en el entorno del 20 de octubre. Entonces, San Lorenzo y todo su glamour desembarcarán en Montevideo. Será una excelente ocasión para confirmar progresos propios y generales, en tiempos de equipos uruguayos que se acostumbran a pasar peajes coperos como hasta hace poco no lo hacían. Será importante no encandilarse.