El movimiento islamista palestino Hamas dijo ayer que no liberará al soldado israelí Gilad Shalit, capturado en 2006, si Israel no deja en libertad a Ibrahim Hamed, líder de las Brigadas Al Kasam detenido ese mismo año por las autoridades israelíes, que le atribuyen responsabilidad por varios atentados. Hamas actúa a sabiendas de que Shalit dejó de ser un soldado entre muchos; se convirtió para el gobierno israelí en una figura emblemática, objeto de varias campañas y de promesas electorales. Por eso fue posible el acuerdo alcanzado con mediación de Egipto y de Alemania, para la entrega de 20 presas palestinas a cambio de una prueba de que Shalit está vivo.

Fue capturado el 25 de junio de 2006, cuando tenía 19 años y hacía guardia en la frontera de Gaza. Desde entonces Hamas reclama, a cambio de devolverlo a Israel, la liberación de más de mil presos palestinos que se encuentran en cárceles de ese país.

Las dos partes se tuvieron que conformar con menos. El viernes Israel recibió con alegría un video que muestra a Shalit con vida y sano, sosteniendo un diario del 14 de setiembre. A cambio liberó a las prisioneras, que fueron recibidas con emoción, festejos y banderas palestinas en Gaza y Cisjordania. La última de ellas fue Rauda Habib, liberada ayer pese a que en Israel estaba acusada de intento de asesinato y colaboración con terroristas. Ese país se resiste a liberar a palestinos presos por lo que llama “delitos de sangre”. Por eso no accede a dejar ir a todos los que reclama Hamas, y la negociación entre las partes se estanca.

Con esos antecedentes, el acuerdo logrado el fin de semana fue leído como auspicioso. Según señaló el diario madrileño El País, el primer ministro israelí, Benjamin Netan-yahu, calificó de “alentador” el intercambio alcanzado, y desde Gaza, el jefe del gobierno de Hamas, Ismail Haniye, manifestó su esperanza de que “la liberación de las prisioneras sea el preludio de un acuerdo honorable”. Desde el video entregado por Hamas, Shalit llama a Netanyahu a que “no desperdicie la oportunidad para llegar a un acuerdo”.

Tierra santa y fronteras políticas

Ayer israelíes y palestinos amanecieron a la defensiva en la ciudad de Jerusalén, donde se encuentran lugares sagrados para judíos y musulmanes. Una semana atrás, los enfrentamientos entre palestinos y policías de Israel habían dejado más de 20 heridos: 17 manifestantes y 9 policías. Lo que desató la violencia en esa ocasión fue que un grupo de personas entró a la Explanada de las Mezquitas, reportó la agencia de noticias EFE. Según las autoridades israelíes eran turistas judíos, y según autoridades musulmanas de la zona eran dirigentes judíos ultranacionalistas.

Ante versiones de que ayer podría suceder algo similar, los palestinos habían llamado a resistir en la zona. También Israel tomó sus precauciones. La agencia de noticias palestina Maan indicó que durante la noche del sábado fuerzas de seguridad israelíes intentaron detener a unos 200 musulmanes que rezaban en la Mezquita de Al Aksa. Algo más tarde, en la madrugada, fue detenido Hatim Abdul-Qader, ex ministro palestino para Asuntos de Jerusalén, por sospechas de que organizaba manifestaciones.

Durante la mañana Israel desplegó más fuerzas de seguridad y cerró “el Monte del Templo”, nombre que dan los judíos a la Explanada de las Mezquitas, reportó Reuters. Fue entonces que las fuerzas de seguridad israelíes lanzaron gases lacrimógenos a decenas de palestinos que reaccionaron tirando piedras y botellas a los policías al ver que se les impedía el paso a su lugar de culto. Tampoco en los reportes de la cantidad de heridos en ese episodio lograron ayer ponerse de acuerdo las fuentes de ambas partes.