La Comisión de Quejas Electorales de Afganistán tiró un balde de agua fría al gobernante y candidato presidencial Hamid Karzai, quien festejaba los datos parciales brindados por la Comisión Electoral Independiente, que le dan una amplia ventaja frente a sus adversarios. Según los votos escrutados, de 91,6% de los centros de votación, Karzai habría ganado con 54,1% de adhesiones, mientras que su principal rival, el ex ministro de Relaciones Exteriores Abdullah Abdullah, tendría 28,3% de los votos. Al superar el 50% de los sufragios, Karzai habría logrado ganar en primera vuelta electoral.

Pero horas después, la Comisión de Quejas Electorales, que hasta ese momento había registrado más de 2.000 reclamos por presuntas irregularidades, presentó acusaciones de fraude y ordenó un nuevo conteo de votos. La comisión, de carácter independiente, es liderada por un canadiense designado por Naciones Unidas, organización que la respalda. Y tiene la última palabra sobre los comicios afganos, ya que los resultados sólo son válidos si este organismo los certifica, consignó Reuters.

En un comunicado, el ente advirtió que “en el curso de las investigaciones, la Comisión de Quejas ha encontrado una evidencia clara y convincente de fraude en un número de puestos electorales”. En general, las irregularidades se encontraron en aquellas mesas que tienen mayor número de votos emitidos y en las que uno de los candidatos logró una proporción de votos mayor a la esperada. Por ello, la comisión pidió revisar todos los datos en aquellas mesas en que los votos emitidos fueron más de 600 y en las cuales uno de los candidatos haya obtenido más de 95% de apoyo con más de 100 sufragios.

Según resultados ya publicados, Karzai habría ganado con 100% de los votos en varios circuitos. Antes de que la comisión hiciera la denuncia, las autoridades electorales ya habían anulado los resultados de unas 200.000 papeletas de votación en 447 de los aproximadamente 28.000 centros electorales, lo que hace pensar que el fraude es muchísimo más extendido de lo hasta ahora encontrado. El procedimiento de la revisión, que no se sabe si contaría con presencia de observadores, podría llevar entre dos y tres meses, en unas elecciones que se celebraron el 20 de agosto.

Mientras tanto, representantes de Estados Unidos y de la ONU se reunieron con Karzai para expresarle su preocupación por el panorama de fraude electoral, según logró saber la BBC. El jefe de la Misión de Asistencia en Afganistán de la ONU (UNAMA) pidió que se garantice la voluntad de los votantes del país, a lo que agregó que “la integridad de estas elecciones es de suma importancia para Afganistán y sus socios internacionales”. Si se llega a comprobar el fraude, esto dificultará aun más la legitimidad del gobierno, así como el combate de la corrupción.

Pero además de la incertidumbre sobre el futuro político del país aumenta la violencia que enfrenta la población afgana. Ayer se registró otro ataque fuera de una base militar de la OTAN en Kabul, en el que murieron tres civiles. Se calcula que, desde los comicios, éste fue el peor ataque cometido en la capital del país. El atentado, que implicó el estallido de un vehículo, fue de autoría de los milicianos del talibán, según una llamada anónima realizada por un portavoz de ese grupo armado, consignó Reuters.

Los continuos atentados se suman al hecho de que las fuerzas occidentales no logran evitar que mueran civiles durante sus ataques para combatir a los insurgentes. En ese sentido, el ataque aéreo emprendido el viernes por orden de Alemania sobre camiones de combustible presuntamente robados por combatientes, que causó la muerte de casi un centenar de personas -entre ellas decenas de civiles, según organizaciones de derechos humanos-, todavía suena a nivel nacional e internacional.

Karzai lo calificó como un “error de criterio”, mientras que, desde el gobierno alemán, la canciller Angela Merkel prometió investigar el caso y pidió que no se juzgara a su gente hasta entonces. Un informe preliminar de la OTAN estima que los muertos y heridos en ese bombardeo fueron 70 o 78, y no 56, como creían los militares alemanes, señaló Reuters. El documento presenta como “muy elevada” la “probabilidad de víctimas civiles” en esa acción, mientras que el Ejército de Alemania había informado que sólo milicianos fallecieron en ese episodio. La OTAN manifestó que una “revisión ulterior” llevó a la ISAF, la Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional, “a pensar que, junto con insurgentes, hubo civiles que murieron o resultaron heridos en el ataque”.