Todo comenzó el jueves, cuando un grupo de jóvenes blancos disparó con armas de aire comprimido -aparentemente sin que mediara provocación- contra varios inmigrantes africanos que volvían de su trabajo en granjas de la zona. El ataque dejó dos trabajadores heridos y provocó una fuerte reacción esa misma noche.

Decenas de inmigrantes africanos armados con barras de acero rompieron y quemaron autos y tachos de basura en esta localidad de diez mil habitantes. La revuelta generó a su vez una respuesta de los residentes, dispuestos a expulsar a los africanos del lugar, informó la agencia de noticias Reuters.

En la tarde del sábado se repitieron los incidentes durante una manifestación que atravesó las calles de Roma para denunciar los actos de violencia contra los inmigrantes. La movilización terminó con un policía herido por un objeto contundente, informó ayer la agencia de noticias EFE.

El mismo día, fuentes policiales informaron que otro inmigrante fue herido a causa de varios disparos realizados con una escopeta de perdigones desde un auto, en el municipio de Gioia Tauro, muy cerca de Rosarno. La víctima fue trasladada a un hospital, con heridas en una pierna y un brazo.

Como consecuencia de los sucesivos enfrentamientos, las autoridades italianas decidieron trasladar a más de 1.100 inmigrantes, en su mayoría trabajadores ilegales provenientes del África subsahariana, a centros de las ciudades de Bari y Crotona, dos de las más importantes del sur de Italia, con el fin de apaciguar los ánimos después de las revueltas que dejaron más de 50 personas heridas.

Mientras tanto, el ministro del Interior, Roberto Maroni, aseguró que serán expulsados “sin excepción” todos los inmigrantes indocumentados que trabajan en las plantaciones de naranjas y mandarinas de Rosarno. Maroni añadió que la decisión no incluye a los ciudadanos “con permiso de residencia o que han presentado solicitud de asilo político”, los cuales han sido trasladados a las dos ciudades cercanas, informó EFE.

El ministro consideró verosímil una de las hipótesis sobre el origen de los enfrentamientos que señala a la mafia de la región de Calabria, la n’drangheta, como responsable de provocar el conflicto con el fin de echar a los africanos de la zona.

Otra víctima de la violencia vivida en Italia en las últimas semanas es el primer ministro Silvio Berlusconi, quien hoy vuelve a la actividad pública luego de un mes de reposo a causa de una agresión sufrida en un acto en la plaza de Milán, el 13 de diciembre.

El mandatario anunció su regreso ayer, en una entrevista con el diario italiano La Repubblica, en la cual dijo que trabajará desde el Palacio Chigi de Roma, sede de la presidencia, con el objetivo de resolver los temas que afectan a todos los ciudadanos.