Merecida y sufrida fue la victoria que obtuvo ayer Nacional. Con el marco de tribunas pobladas -cerca de 30.000 personas estuvieron en el Centenario- y un sol intensísimo, se jugó un partido que regaló muchas emociones, con resultado incierto hasta el final. Después de jugar mejor (generó no menos de cuatro jugadas claras de gol contra sólo una de Danubio) y terminar ganando el primer tiempo 1-0 por un golazo del Morro Santiago García -máximo anotador del campeonato- sobre los 15 minutos de la segunda parte el conjunto tricolor se puso 2-0, momento en el que el partido pareció liquidarse. Un penal bien ejecutado por Diego Chaves, luego de una clara falta que le había cometido a él mismo dentro del área el volante Sebastián Vázquez, abrió una distancia que se condecía con lo hecho por unos y otros hasta ese momento.

Nacional había hecho un mejor trabajo que su rival, fue mucho más agresivo en la función ofensiva, por lo que justificaba plenamente la ventaja. Pero luego, lentamente, el trámite del juego empezó a variar. Primero se fue expulsado por doble amonestación el zaguero Godoy, de buena faena en la tarde de ayer. Después, faltando algo más de 10 minutos, el intermitente volante Robert Flores redondeó su mala gestión haciéndose echar por una violenta acción contra un jugador danubiano. Unos instantes antes los de Matosas habían llegado al descuento por un gol de Malrrechaufe, por lo que naturalmente empujados arriba por la ventaja numérica se fueron en busca del empate, a la vez que su rival se replegaba en la cancha defendiendo el resultado. Pero ese intento, que de todas maneras fue coherente con lo hecho por Danubio durante el juego de ayer, apático y tibio, chocó con la estoica resistencia de los tricolores, que pudieron bancar la ventaja hasta el final para terminar festejando. Durante ese tramo final del encuentro se pudieron ver varias muestras de la destreza técnica de Horacio Peralta, quien quedó casi como delantero exclusivo del equipo. En su afán de retener la bola y quitarle vértigo al ataque de Danubio, el Chino escondió la pelota, hizo firuletes de potrero frente al mar de piernas rivales que lo perseguían y hasta casi convierte un gol con un brillante remate de 45 metros, que el arquero franjeado Goicochea mandó al córner. Pero además de lo bueno hecho por Peralta es imposible no nombrar al zaguero Coates, que a lo largo de todo el partido, pero básicamente en esos minutos que tuvieron en vilo a los espectadores, fue el tótem, el emblema máximo de esta nueva victoria tricolor.

Prácticamente desahuciado hace pocas semanas, Nacional, desde que es dirigido por Carrasco, no ha parado de sumar puntos. Por ese impulso el equipo ha venido escalando posiciones y en esa carrera su próximo rival será Defensor Sporting, que gracias a su victoria y a la combinación de resultados que se dieron este fin de semana quedó a un paso de la consagración. Pero confiando más que nunca en el refrán que dice que “la esperanza es lo último que se pierde” los de Juan Ramón miran la tabla y aprietan los dientes.