-Representás a Uruguay en un deporte que no está entre los más populares en el país. ¿Cómo te llevás con eso?

-En Uruguay, sacando el fútbol y el básquetbol, al ser un país tan chico, no hay muchos deportes populares. Pero el tenis ha crecido bastante, hemos logrado que se transmita la Copa Davis por televisión cuando jugamos afuera ya que antes eso no existía, también los partidos de la Copa Petrobras. Es un país chico y de a poco va creciendo más el tenis. Me lo tomo como una motivación, me pone contento que haya mas repercusión y más chicos jugando.

A dos manos

-¿Naciste en Argentina de casualidad? -Mis padres vivían en Concordia y mis abuelos maternos en Salto y todos los fines de semana ibamos allí. Nací en Año Nuevo y estábamos pasándolo en Salto, pero al mediodía mamá sintió que estaba por venir y la obra social la tenían en Concordia, así que viajó hacia allí. Fue por eso que nací en Argentina.

-¿Te sentís más uruguayo que argentino o mitad y mitad? -Para el tema de la competencia no tengo ninguna duda, siempre representé a Uruguay.

-¿Qué fue lo que te hizo tomar esa decisión? -Lo decidí desde muy chico. La nacionalidad la tengo desde los cinco años porque mi mamá es uruguaya. Empecé a jugar al tenis en Uruguay, a los 11, hasta los diez había participado en torneos en Entre Ríos y otros lugares en Argentina. Pero después en Concordia se había desarmado un poquito el grupo. Yo era muy chico para viajar solo y los viajes eran muy largos, en cambio en Salto el grupo estaba muy bueno y el entrenador nos acompañaba, así que aproveché eso y empecé a jugar en Uruguay.

-¿Alguna vez se te ocurrió pensar “si hubiera elegido jugar por Argentina podría haber estado en una final o semifinal de la Copa Davis…”? -Se me puede haber pasado por la cabeza, pero tampoco le quise dar mucho pie a eso. Ahora está la ilusión con mi hermano, de esperar que crezca y poder subir juntos al Grupo Mundial con Uruguay.

-Pese a que naciste, y actualmente vivís, en Argentina, ¿la gente te hace sentir local cuando jugás en Montevideo? -Sí, cuando juego en Uruguay me siento muy apoyado por toda la gente. Mi residencia está en Argentina por un tema lógico: en Uruguay no hay con quién entrenar, en cambio en Argentina es mucho más facil, cada semana uno puede entrenar en polvo de ladrillo o en cemento, siempre están muchos de los jugadores, por esa razón es que vivo en Buenos Aires. Pero obviamente me gustaría vivir en Uruguay.

-¿Tus logros encuentran suficiente eco en los medios de comunicación o sentís que se te ignora un poco?

-Comparado con lo que pasa en Argentina con sus tenistas, no, pero la comparación es difícil. En Argentina hubo jugadores top ten durante mucho tiempo, se pasan todos los torneos importantes por televisión… Pero en Uruguay hubo un cambio: antes yo sólo salía en el diario, pero ahora cuando me va bien afuera lo pasan hasta en los informativos de la televisión. Eso ha ayudado a que la gente conozca un poco más la idiosincrasia de este deporte.

-Ya que mencionaste el tema, ¿por qué la brecha tan grande entre el tenis argentino y el uruguayo? ¿La carencia de políticas que fomenten el deporte se debe a la falta en Uruguay de un Guillermo Vilas o una Gabriela Sabatini o sólo al tamaño del país?

-Por ser un país grande Argentina tiene un poco más de ventaja, pero es verdad que en el fútbol es más parejo. También hay países chicos como Letonia que tiene a Ernests Gulbis (24 del mundo); se trata de un país pequeño que no sé si alguna vez había tenido un tenista que llegara tan alto. Pero es verdad que si en un país hay mejor formación, hay mucha mejor chance de sacar buenos jugadores, como en Estados Unidos o España.

-¿Y por casa cómo andamos con la formación de los tenistas?

-No estoy muy al tanto de la formación en Uruguay. Sé que la asociación está haciendo cosas como para crear un centro de alto rendimiento y darle un poco más de bola a los chicos. No se estaba haciendo nada, había caído mucho desde mi generación, antes estábamos entre los tres o cuatro mejores de Sudamérica, ahora están últimos. Por eso ahora se trata de incentivar y recuperar esos puestos, y crear ese centro es una buena manera de cambiarlo.

-¿Ves algún tenista en Uruguay que pueda seguir tus pasos?

-Prácticamente no hay. Está mi hermano Martín metiéndose con algunos puntos, que tiene la suerte de estar ahora en el equipo de Copa Davis. El capitán Bebe Pérez trabaja con algunos chicos y tiene la idea de abrir alguna academia en Uruguay; está Marcelo Filippini en Carrasco, metiendo energía para que salga algo nuevo, y está Diego Pérez, agarrando el lado de la organización de eventos y alguna exhibición para incentivar que se juegue más al tenis en el país.

-A propósito, ¿cómo se gestó la idea de jugar en dobles con tu hermano?

-Jugar en modalidad de dobles es algo nuevo porque por la diferencia de edad [Martín es seis años menor] nunca coincidimos. En los pocos torneos en los que ahora sí coincidimos estamos aprovechando a jugar, a divertirnos. Por ahí él todavía tiene que consolidar un poco más su nivel, que seguramente irá subiendo porque tiene muchas condiciones. La idea es poder jugar durante todo el circuito, pero no nos queremos apurar, hoy le doy una mano a él en cuanto a puntos. A mí no me hace gran cosa perder algunos torneos para el ránking de dobles; no me da igual, pero si pierdo, de última aprovecho para estar más descansado para el singles.

Goles son amores

-¿Qué significó para vos como deportista la gesta de la celeste en Sudáfrica? -No lo asocié a lo que es mi carrera pero me ilusioné, me alegré, sufrí y hasta en algún momento en un partido me pude haber enojado… lo disfruté porque sé lo que lo disfrutan los jugadores, la familia y todo el esfuerzo que eso significa, que no arrancó dos meses antes de Sudáfrica, sino que lo vienen haciendo desde hace mucho tiempo. Los primeros partidos estuve en Uruguay, estaba en uno de esos parates por el problema en la espalda, así que vi los partidos con amigos y grité los goles. Después me perdí los mejores festejos, cuando la gente salía como loca a 18 de Julio y otros lugares, pero igual lo disfruté.

El doble de fácil

-¿Singles o dobles? ¿Qué preferís?

Por ahí es un poco más fácil el dobles, tuve la suerte de que me haya ido un poco mejor, pero todavía me siento joven y bien físicamente, así que apuesto cien por ciento al singles y acompaño con el dobles. Trato de ver bien dónde jugar dobles, no lo hago todas las semanas porque cansa. O sea, me gusta jugar las dos cosas, pero estoy más focalizado en singles.

-Con la perspectiva que da el tiempo, ¿qué significó en tu vida el éxito en Roland Garros en pareja con Luis Horna en 2008?

-El momento en que tomé mayor conciencia fue después de ganar la semifinal, cuando dejamos atrás a los hermanos Bryan, que eran los favoritos. Después, en la final jugamos uno de nuestros mejores partidos. Al principio no caía mucho, pero hoy es una gran alegría tener un título de Grand Slam, te reconocen mucho. Además, para vos, saber que ganaste un Grand Slam te ayuda a convencerte de que podés ganar ante cualquier pareja en cualquier torneo.

Identikit

El mayor impacto de 2010 lo dio a fines de octubre, cuando llegó a semifinales en el torneo de Moscú tras eliminar en octavos al ídolo ruso Nikolay Davydenko. Antes había ganado un Challenger en Polonia y disputado otras dos finales, en Montevideo y en Buenos Aires. Con un saldo de 21 victorias y 22 derrotas, Cuevas cerró el año ubicado en el puesto 63 del ránking en singles (62 en dobles), lejos de su objetivo original de meterse entre los 30 primeros. Una lesión en la mano y problemas en la espalda complicaron la temporada del pupilo del entrenador argentino Daniel Orsanic. Su mejor puesto en el escalafón de la ATP fue en octubre de 2009, cuando alcanzó el escalón 45. Sin títulos todavía en el circuito masculino en el máximo nivel, la alegría mayor de su carrera la vivió al ganar Roland Garros en dobles, junto con el peruano Luis Horna, en 2008. Por estos días entrena en Buenos Aires para la temporada 2011, que arrancará participando en el torneo de Auckland y el Abierto de Australia. Al igual que la mayoría de sus colegas de profesión, el uruguayo-argentino tiene su sitio web pablocuevastennis.com y su blog pablocuevas.blogspot.com

Por la espalda

-¿Cuál es tu balance de 2010?

-Estoy contento porque pude volver a jugar sin dolor en la espalda. Tuve tres semanas muy buenas tras un parate en el que no se sabía muy bien el porqué del dolor. Este año tenía la meta de terminar dentro de los 30, pero debido a las lesiones se me hizo difícil. Había arrancado bien el año y defendía pocos puntos, pero en Sydney sufrí la fractura de mi mano izquierda y tuve que ser operado, y luego en Indian Wells me pasó lo de la espalda, estuve mes y medio parado, después de nuevo en Madrid. Entonces no pude jugar o estuve a medias, que a este nivel es como no estar, en varios Masters y en Roland Garros. Eso por ahí me bajoneó un poco, pero ahora no estoy pensando tanto en el objetivo del ránking sino en estar bien de salud y en poder jugar bien.

-¿Te quedan cosas por mejorar? Si es así, ¿qué porcentaje le asignás a la parte física, a la técnica y a la mental?

-Creo que está 90% en la parte mental. Los otros son detalles que por ahí vas agarrando en la competencia de cada día. Creo que se me haría más fácil mejorar la parte física y técnica que la mental.

Un juego de mente

-¿Cuál es la clave de lo mental en el tenis?

-Es un tema de creérsela, en el buen sentido, de no sorprenderse del lugar donde estés jugando y el jugador que tengas del otro lado, del partido que estés por ganar. Después de ganarlo y de tener una buena semana, no sorprenderse de eso y darse cuenta de que si uno lo logró está para hacerlo; creo que pasa por ahí.

-¿Has recurrido a asesoramiento psicológico por este tema?

-Hace dos años que trabajo con Pablo Pécora, un psicólogo que me ha ayudado un montón, entre todos los que me quieren ayudar, el entrenador y demás. Pero el que más se tiene que querer ayudar soy yo, cuanto más esté abierto para escuchar esos consejos mejor los podré capitalizar. Ésa es la idea.

Hasta el techo

-¿Hasta dónde puede llegar Pablo Cuevas en el tenis, cuál es su techo?

-Creo que todavía tengo bastante para dar, me tengo confianza. No sé si estar dentro de los 30 sería mi techo, pero prefiero primero llegar ahí y después ver, porque por ahí ponerse un objetivo más grande y no lograrlo frustra un poco. Prefiero empezar por ahí, de a poco. Igual meterme entre los 30 no me parece tan poco, tampoco.