La marea humana que llegó hasta el norte -la comparecencia de la parcialidad de Defensor fue la más grande en la historia de los desplazamientos de equipos chicos al interior del país- volvió a Montevideo llena de gloria.
Más allá de que la experiencia demuestra que los campeonatos se definen en el final de la temporada, cuando la obtención de la tabla anual es clave, los violetas ya se aseguraron un lugar en la disputa del título máximo de nuestro fútbol, lo cual es un motivo sobrado para la celebración. Defensor fue un justo campeón, aunque ayer en el Goyenola tuvo que padecer mucho antes de poder festejar.
El partido no arrancó bien para la visita. Al equipo de Repetto le costó muchísimo imponer las condiciones del juego. Quizá el viento cruzado, el mal estado de la cancha y la tensión impuesta por la cerrada definición del título conspiraron contra la ponencia de los de Punta Carretas, que sufrieron durante muchos pasajes del primer tiempo el desenfado con el que salieron a jugar los locales. De hecho no fue del todo sorpresiva la puesta en ventaja de Tacuarembó, luego de una jugada de contragolpe que no tuvo una buena respuesta defensiva violeta.
La anotación de Sebastián Sánchez removió la resolución del Apertura. Durante algunos minutos Defensor siguió inmerso en esa nube, pero luego, virtud de campeón, en pocos minutos dio vuelta la tortilla para comenzar a asegurarse un nuevo trofeo en sus vitrinas. En los dos goles consagratorios tuvo que ver Diego de Souza, volante fustigado incluso por sus propios hinchas, pero que reiteradamente recuerda con hechos la importancia que tiene para este equipo. El empate del infatigable Mora, que en el momento de convertir estaba en posición ilícita, llegó después de que un remate de De Souza diera en el palo, y el segundo fue obra exclusiva del melense, que sacudió las piolas con un tiro libre bien pateado al poste del arquero.
En un pim pum pam Defensor se puso arriba y sentenció la historia de este primer torneo de la temporada. El segundo tiempo fue un apéndice reglamentario, pero innecesario, en el que no se modificó el destino de la disputa. Confiado en su ventaja, Defensor se recostó sobre su arco y más allá de que el meritorio conjunto del Culaca movió la pelota provocando algún pequeño sobresalto en los corazones violetas, la cosa no varió. Por el contrario, a falta de poco más de 15 minutos para el cierre del encuentro, el juvenil Texeira marcó su primer gol en Primera División luego de ser asistido brillantemente por el riverense Mora, MVP de este partido y del campeonato todo. La conquista bajó el telón del juego y levantó el de la euforia medida de los visitantes.
La copa del Apertura, una de las tres que había mandado hacer la AUF ante las eventualidades que se podían dar en esta fecha definitoria, terminó en manos del arquero Martín Silva, que la levantó rodeado de sus compañeros y de una enorme cantidad de hinchas que entraron a la cancha, dándole un toque simpático y desacartonado al festejo, que incluso fue acompañado por palmas de reconocimiento de muchos parciales locales. Esa imagen final fue preciosa. Los violetas festejaron de lo lindo pegados a la tribuna local, lo cual en tren de hacer comparaciones, que en este caso no son odiosas, debe de ser un hecho único o al menos extrañísimo en el fútbol mundial. Pero la cosa no quedó ahí: el tipo que musicaliza las jornadas de fútbol en el Goyenola, seguramente un ser excepcional, tuvo la grandeza de poner a todo trapo “Cometa de la farola”, de Jaime Roos, como para que la fiesta de los visitantes fuera completa.
Linda actitud la de los anfitriones, que en un momento durísimo de su realidad deportiva -el equipo está muy complicado en el descenso e incluso se rumorea que por motivos económicos no participaría en el Torneo Clausura- supieron ponerse a tono, como para darle un cierre digno al año futbolero 2010, que, Mundial mediante, será inolvidable para todos los futboleros.