“Convocamos a ponernos a pensar, por un día, en clave de futuro”, propone la iniciativa anunciada ayer por este medio. Se trata de una acción que busca promover que los distintos sectores de la sociedad intercambien previsiones y realicen propuestas sobre los temas que consideran de interés.

La convocatoria quedó abierta para quienes consideran que el futuro está en sus manos y deseen involucrarse en la organización de debates, ponencias, exposiciones, proyecciones y discusiones durante el año que viene.

El lanzamiento de la propuesta estuvo a cargo de Marcelo Pereira, director de la diaria, Rodrigo Arocena, rector de la Universidad de la República (Udelar), y Samuel Pinheiro Guimarães, ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil. También participaron, como comentaristas, la senadora frenteamplista Constanza Moreira, el diputado colorado Fernando Amado y el escritor Ramiro Sanchiz.

Asimetrías

El arraigo al pasado de los uruguayos es muy intenso y por momentos dificulta la acción de mirar hacia adelante y pensar en el futuro con claridad. A tal punto que, como comentó Pereira en su exposición, dos de las celebraciones más importantes de nuestro país y de las que más gente movilizan remiten al pasado: el Día del Patrimonio y la Noche de la Nostalgia.

El futuro, al que todos hicieron referencia en el encuentro, es una construcción colectiva; lo que invita a debatir la diaria es cómo se construye ese tiempo.

El rector de la Udelar destacó que para esa construcción la prospectiva realizada con rigor científico juega un papel relevante y es, al mismo tiempo, “imprescindible para la democracia”.

Asimismo, señaló el rol que cumplen el conocimiento y la divulgación de las investigaciones, trazando “grandes divisorias” que tienden a profundizarse. Arocena recordó que “90% de los recursos de las investigaciones científicas volcadas a la salud se dedican a problemas de salud del 10% de la humanidad”.

También comentó la diferencia entre la demanda de conocimiento en el norte, fuerte y solvente, y en el sur, históricamente débil y orientada al exterior.

El ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil también habló sobre las asimetrías entre los países americanos y dentro de ellos, planteando la necesidad de la integración y de superar resentimientos históricos, “que afloran cuando surge algo nuevo”.

Para Pinheiro Guimarães, la presencia de potencias emergentes como China puede modificar un panorama en el que las representaciones del mundo son producidas hegemónicamente en Estados Unidos. También alegó por una acción potente de los Estados, como representantes del interés colectivo, para avanzar hacia un futuro mejor que no vendrá espontáneamente por la dinámica de los mercados.

Femenino, ciudadano, sin futuro

Moreira imaginó algunas características del Uruguay que viene. “El futuro va a ser más femenino, bastante más femenino”, dijo, e invitó a imaginar una presencia paritaria o mayoritaria de mujeres en el Parlamento y los ministerios, pronosticando que en esas condiciones tendríamos un mundo “más conversador porque las mujeres hablamos más”, en el que “la testosterona importará menos”, “más afectivo” y con “muchos menos niños, porque las mujeres tendrán que encargarse de dirigir los destinos de la nación y no tendrán tiempo para amamantar”. En cuanto al futuro próximo, apuntó que el presupuesto aprobado destina más dinero a seguridad, de modo que “habrá más policías, más cárceles y, seguramente, menos libertad”.

Amado ubicó su reflexión en un país “hostil” para la gente joven, y llamó a transitar un camino colectivo en el que cada uno esté “descontaminado de su pasado”, para terminar con “el Uruguay particularista” y “el Uruguay corporativo”, a fin de ganar calidad democrática construyendo “el Uruguay del ciudadano común, armado de sus deberes y sus derechos”, en el que “nadie sea más que nadie”. Dijo que se rebela ante la frase “es lo que hay, valor”, y llamó a “tratar de que haya mucho más”, con una “sociedad involucrada” que no espere todas las soluciones de los políticos, y políticos que se animen a “ir contra la corriente”, en vez de decir sólo lo que la gente quiere escuchar.

Sanchiz describió, repasando la historia reciente de la ciencia-ficción, momentos distintos en la relación con el porvenir: primero, una fuerte creencia en la capacidad de predicción; luego, cuando las previsiones no se cumplieron y llegó este presente no imaginado, un “desencanto del futuro”, la “muerte” o el “agotamiento” del futuro”, y una opción por imaginar un “presente que no fue”, cosas que podrían haber ocurrido y mundos alternativos. Lo mismo pasó en el Uruguay de los últimos 50 años: “A tal punto se nos hizo creer que el futuro ya no estaba” que ni siquiera los escritores de ciencia-ficción “lo tomaron como arma de su imaginación”. Se trata de recuperarlo, de cambiar “el futuro del futuro”, concluyó.