Tras conocerse los registros inflacionarios correspondientes a los dos primeros meses del año, se pudo constatar que los precios minoristas han vuelto a mostrar una tónica ascendente que parecía haber estado bajo control en los últimos meses de 2009. El Índice de Precios del Consumo (IPC), divulgado mensualmente por el Instituto Nacional de Estadística, tuvo un incremento acumulado de 1,5% en el primer bimestre de este año que estrena gobierno, lo que significó el ascenso de un punto porcentual con respecto al registro correspondiente a igual período del año anterior. Además, si bien en febrero la inflación acumulada de los últimos 12 meses se situó en un 6,93%, siendo inferior al 7,93% acumulado a igual mes de 2009, el mejor resultado está explicado por los bajos registros inflacionarios del segundo semestre de 2009, período en el cual, incluso, existieron meses que exhibieron resultados deflacionarios. La aceleración en el ritmo de aumento de los precios durante los dos primeros meses del año toma por sorpresa a gobierno y analistas, quienes, mayoritariamente, esperan al cierre de 2010 un resultado inflacionario similar al del año pasado. El IPC tuvo una variación anual positiva de 5,9% en los 12 meses de 2009, mientras que para el cierre del año en curso se espera un incremento del orden del 6%, de acuerdo a la última Encuesta de Expectativas de Inflación divulgada por el Banco Central (BCU).

Tasados

El equipo económico que cesó formalmente en sus funciones el primero de marzo -aunque manteniendo a muchas de sus principales figuras- había establecido una meta inflacionaria de 5%, que fijaba la variación de precios para 2010 dentro de un rango de tolerancia que va desde el 4% al 6%. De consolidarse la tendencia iniciada en los dos primeros meses del año, el nuevo equipo económico de gobierno estaría ante un escenario en que las herramientas para contener un eventual aumento sostenido de los precios se encuentran algo limitadas; o, lo que vendría a ser lo mismo, los costos de la puesta en marcha de algunas medidas que pretendan quitar presión a los precios podrían, sin embargo, implicar desequilibrios en otras variables macroeconómicas. Durante la pasada administración, una de las clásicas opciones que manejó el gobierno para intentar influir sobre los precios fue el uso de la política monetaria, subiendo la tasa de interés de referencia cuando el crecimiento de la demanda generaba presiones inflacionarias y reduciéndola cuando éstas cedían y/o cuando la demanda se enfriaba. Ese manejo, instrumentado a través del Comité de Política Monetaria (Copom) del BCU, llevó a que en la última reunión de este organismo, realizada en diciembre de 2009, se decidiera bajar la tasa de interés de referencia desde 8% a 6,25%. Por ese entonces, según explicaba el comunicado difundido por el Copom, se estimaba que la “decisión refleja el balance de la evolución esperada en materia de precios domésticos e internacionales y la moderada recuperación que está mostrando la economía uruguaya, manteniendo la estructura de tasas en moneda nacional en niveles prudentemente positivos”.

La tríada

El próximo 22 de marzo tendrá lugar la próxima reunión del Copom, pero para esta ocasión, sin embargo, el contexto parece ser algo distinto al que se vivía en diciembre del año pasado. Si en los últimos meses de 2009 los precios daban un respiro y la situación permitía instrumentar menores tasas de interés para estimular una economía con una fuerte desaceleración de su crecimiento respecto del año anterior, para 2010 las proyecciones de crecimiento son saludables y, por lo visto, en el arranque del año la inflación podría llegar a tener un rumbo ascendente. En este punto, no se vislumbra si el equipo económico se decidirá por subir la tasa de interés de referencia como forma de enviar una señal clara de que está dispuesto a contener las presiones inflacionarias. Aunque el aumento de los tipos de interés puede llegar a ser un medio efectivo para restringir el stock de circulante en la economía y, por lo tanto, para quitarle presión a una creciente demanda interna de bienes, la medida no está exenta de generar potenciales efectos secundarios sobre otras variables. Vale decir, entonces, que el tercer factor en discordia en este delicado juego de contrapesos es el tipo de cambio, y que una hipotética subida de la tasa de interés de referencia pondría mayor presión al alza sobre un peso que algunos ya consideran excesivamente apreciado. Cabe recordar que durante todo 2009 el peso experimentó una apreciación de algo más de 19% frente al dólar estadounidense, tendencia que prácticamente se ha mantenido incambiada en lo que va de este año. Por este motivo es que se estima como poco probable que el BCU se disponga finalmente a aumentar la tasa de interés de referencia, teniendo en cuenta el efecto que la medida podría tener sobre el tipo de cambio.

Un Fondo oficialista

Por otra parte, algunos actores económicos ya han mostrado su malestar por lo que entienden como una situación cambiaria que afecta la competitividad de la producción nacional. Esta postura proviene principalmente desde el sector exportador, que aduce que su rentabilidad se ha visto reducida como consecuencia de la depreciación del dólar, lo cual lo ha llevado a exigir medidas que impliquen una mejora de la competitividad del sector. Por estos días, los Promotores Privados de la Construcción nucleados en la asociación homónima, también demandaron al nuevo gobierno una rebaja de la tasa de interés de referencia, ya que, estiman, un dólar débil no favorece el crecimiento de la industria del ladrillo. La posición de la gremial fue expresada por Aníbal Durán, su secretario ejecutivo, en una columna publicada en “El libro de los clasificados” del diario El País y titulada “La competitividad amenazada”. El gobierno anterior había sostenido en varias oportunidades que el nivel de competitividad de la economía local se encuentra en niveles aceptables y que la debilidad del dólar responde a una tendencia internacional. Según recogiera el citado matutino, la visión del gobierno también fue compartida por una delegación del Fondo Monetario Internacional que visitó el país hace algunos días y que, en un informe acerca de la economía uruguaya, señalaba que si bien “el peso uruguayo se ha apreciado desde 2003, no hay evidencia de problemas de competitividad”. El informe también daba cuenta de que “el sector exportador continúa siendo atractivo como se refleja en los márgenes de ganancia positivos y en los fuertes flujos de inversión extranjera directa”.