La situación generó controversias en la UE, y Alemania, mediante su jefa de gobierno, Angela Merkel, jugó fuerte para que el compromiso regional de ayudar a Grecia se cumpla conforme a una serie de duras condiciones estipuladas en una cumbre del Consejo Europeo realizada en Bruselas el 25 de marzo. Un documento aprobado entonces establece que un eventual apoyo financiero se concretará sólo como último recurso, es decir, si Grecia no accede a los mercados financieros internacionales para obtener los recursos que le permitan honrar sus obligaciones inmediatas por vencimientos y amortizaciones de deuda. De ser necesario, también se prevé la intervención del FMI, opción no apreciada con simpatía por algunas autoridades del bloque. El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, afirmó que si el FMI o cualquier otra entidad internacional asumiera el rescate en lugar de algún organismo o miembro de la UE, sería “muy, muy malo”. “Queremos que los países miembros de la Eurozona ejerciten plena, total y fielmente al Tratado en su espíritu y letra, sus responsabilidades”, expresó.

Tanto el gobierno del socialista Yorgos Papandreu como los jefes de gobierno de los principales Estados europeos esperan que no sea necesario materializar un rescate, pero el acuerdo de Bruselas se tornó imprescindible para transmitir algo de calma a los mercados financieros. El mensaje que se pretende dar es que si Grecia no puede hacerse cargo de sus obligaciones, tendrá un colchón crediticio para no entrar en cesación de pagos; además, se quiere reducir la desconfianza en los bonos y demás instrumentos de financiamiento emitidos por el país, buscando generar condiciones para que Atenas coloque nueva deuda en condiciones más ventajosas.

Actualmente, los bonos soberanos de Grecia pagan un diferencial de más de 300 puntos básicos sobre los alemanes, de referencia en la zona euro. Según informó el diario español El País, “Grecia sigue pagando más del 6% por su deuda, unos tipos que el propio Ejecutivo griego considera insostenibles. A esos precios, el servicio de la deuda se come prácticamente todo el ahorro que consigue Grecia con su drástico plan de austeridad, que incluye subidas de impuestos, congelación de las pensiones, recortes del sueldo de los funcionarios y que ha desatado una oleada de protestas”, graficó. Tras el tibio respaldo de la UE, Grecia emitió el lunes instrumentos por un total de 5.000.000.000 de euros a siete años, que fueron colocados íntegramente en el mercado. Pese a pagar un tipo de interés muy por encima de la media europea, la colocación del total emitido por el país puede considerarse un éxito parcial de su economía. De todas formas, durante 2010 emitirá obligaciones financieras por un total de 32.000.000.000 de euros, según declaraciones del director general de la Agencia Pública de Deuda de Grecia, Petros Christodoulou, al canal Bloomberg.

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La crisis de la deuda griega cobró suma importancia en los últimos meses no sólo por lo que significa para el país sino por lo que representa para el proceso de integración europeo. Muchos dirigentes de Estados de la UE y de la Eurozona evalúan la asistencia sabiendo que en un futuro sus países podrían encontrarse frente a una urgencia similar. También quedó al desnudo el enorme peso de Alemania y Francia a la hora de fijar mecanismos de asistencia: las dos principales economías de Europa continental negociaron prácticamente de forma bilateral los detalles del acuerdo presentado al Consejo Europeo, haciendo notar la fortaleza derivada de ser las principales fuentes de financiamiento de un eventual rescate. Alemania ha ostentado su condición de gran contribuyente del FMI, utilizándola como principal argumento para consensuar la inclusión del organismo en cualquier salida de emergencia.

La semana pasada, Portugal, otra nación europea con fuertes desequilibrios en sus cuentas públicas, recibió una nueva rebaja de su calificación de deuda soberana por la agencia Fitch Ratings. La calificadora decidió bajar un peldaño la nota a “AA-” por la débil situación fiscal del país y advirtió que podría hacer nuevos recortes de no mediar una mejora de las cuentas públicas lusas. Por su parte, el Banco de España (banco central) publicó el martes una serie de proyecciones sobre la economía de su país, reflejando un panorama más pesimista que el manejado por el gobierno en cuanto a evolución del empleo y el Producto Interno Bruto (PIB). Según este Informe de proyecciones de la economía española, la autoridad monetaria espera una contracción de -0,4% del PIB para 2010 y un crecimiento de 0,8% para 2011, en tanto que estima una tasa de desempleo de 19,4% para este año y de 19,7% para el próximo. El gobierno había pronosticado un retroceso de 0,3% del PIB para 2010 y un alza de 1,8% para 2011, mientras que situaba el desempleo en 18,4% y 19%, respectivamente.