Jugando su peor partido en lo que va de la presente edición de la Copa Libertadores, Nacional superó al Morelia mexicano 2 a 0 y se aseguró el pasaje a la siguiente fase del torneo. No sólo eso: los tricolores además ganaron su grupo en forma invicta, pero de todos modos esa realidad incontrastable chocó con lo que fue el partido de ayer, chatísimo por donde se lo mire.
El sedimento que quedó luego del choque celebrado en un Parque Central colmado fue agridulce para los parciales tricolores, que vieron cómo su equipo volvía a ganar aunque quedando notoriamente en el debe en cuanto al juego.
Claro está que el rival que tuvo enfrente fue muy pobre y quizá eso bajó el rasero de la exigencia, porque también hay que decir que nunca peligró la victoria alba, ya que el Morelia, más allá de toquetear la bola en forma interesante durante muchos minutos, no pateó al arco en todo el partido.
El arranque del encuentro fue promisorio. Una preciosa combinación entre Matute Morales y Mathías Cabrera ambientó un buen desborde de este último que culminó con el primer gol del juego, anotado por Mario Regueiro, cuando apenas iban tres minutos de partido. Esa acción descontracturó a Nacional, que casi desde el vestuario abrió un choque que debía ganar, aunque con el paso de los minutos los tricolores fueron bajando su accionar, Matute fue perdiendo gravitación en el juego y poco a poco le cedieron el protagonismo al Morelia, que si bien puede pelear con posibilidades el Campeonato Mundial de Monito tuvo menos fuerza de ataque que el ejército de Costa Rica.
La escasez de jugadas de gol de uno y otro lado pautó un juego aburrido para los hinchas de Nacional y soporífero para cualquier otro ser humano que lo estuviera presenciando. Casi no hubo variaciones de significación y el partido siguió su curso embolante hasta el pitazo final. La abulia sólo se interrumpió poco antes del término del partido con el segundo gol de Nacional, anotado por Mauricio Pereyra, que pese a los pocos minutos que tuvo en cancha (Acevedo debió incluirlo mucho antes para refrescar la chatura creativa del equipo) rompió el 1-0 con un buen derechazo tras una subida por derecha de Regueiro. Ese tanto terminó de liquidar un partido que ya estaba liquidado desde hacía un largo rato. Como un estudiante inteligente pero vago, el conjunto de Acevedo pareció conformarse con pasar de año sin sobresaltos pero dando la idea de que “puede rendir más”.
Desde el costado de la cancha el director técnico pareció conformarse con lo poco que jugó su equipo, aunque el locuaz entrenador podría retrucar esta idea fácilmente sacando a relucir un costado más utilitario del que pregona, mostrando la tabla de posiciones del grupo. Porque si nos regimos por la realidad numérica, la campaña de Nacional en esta Libertadores ha sido envidiable: jugó seis partidos, ganó tres, empató los otros tres, metió nueve goles y sólo le anotaron cuatro. Se adjudicó la serie en forma categórica y ahora tendrá que esperar a la noche de hoy para conocer a su próximo rival, que de acuerdo a como viene la mano puede ser el Alianza Lima peruano, el Cruzeiro de Brasil, el San Pablo en el caso de que no hubiera ganado, o el mismo Banfield que se cruzó en el grupo inicial. En cualquier caso, por su condición de primero los albos jugarán la semana que viene de visitantes y definirán la serie dentro de 15 días en Montevideo. Si nos guiamos por lo exhibido ayer por Nacional, cualquier rival parece temible, aunque es cierto que este equipo tricolor siempre ha sacado a relucir su roce internacional cuando las papas quemaron. Con ese crédito en su haber, se prepara para lo que viene.