La Copa del Mundo está allí, al alcance de todos. El viernes próximo, la delegación uruguaya parte hacia Sudáfrica. Una semana después debutará, en la tarde-noche africana, en el laboral horario de las 15.30 para quienes nos aprontamos para comenzar a disfrutar la gran biaba futbolístico-televisiva desde cualquier lugar de este país.
El partido contra los actuales vicecampeones mundiales, los franceses, será el segundo del Mundial, después del inaugural Sudáfrica-México, en la única jornada con sólo dos encuentros en toda la primera fase.
Después se podrá ver tres partidos diarios del sábado 12 al lunes 21 para finalizar la fase de grupos con cuatro encuentros en las jornadas del martes 22 al viernes 25, siendo simultáneos los de los dos grupos que culminarán por día.
Allí la cita será para nosotros, a las 11.00 horas, y sería bueno que México ya llegara eliminado y Uruguay ya clasificado, mientras Sudáfrica y Francia se la jueguen por su lado.
La carga afectiva como entrenamiento
Los futbolistas uruguayos estarán entre quienes llegarán más descansados, menos estresados, con casi total claridad sobre el papel de cada uno, sabiendo quiénes serán titulares y quiénes deberán estar prontos para el primer relevo, por ejemplo.
Al contrario de varias selecciones que optaron por planificaciones distintas, los nuestros están entrenando en un clima similar al sudafricano y sin sobrecarga de partidos. Otros están buscando el equipo afrontando desafíos varios en el preverano europeo. Algunos entrenadores, al caso el mexicano Javier Aguirre, estaban muy seguros y muy confiados en su equipo hasta la semana pasada, y ahora ya no tanto.
El cuerpo técnico encabezado por Óscar Tabárez ha elegido este camino teniendo en cuenta, además, atender a la recarga afectiva que significa para los futbolistas estar bien cerca de sus familiares y amigos luego de una temporada entera fuera de ese ámbito. Eso también se está atendiendo con tanto esmero como la puesta a punto física, el afinamiento de la técnica individual y colectiva, más el funcionamiento del conjunto tanto en defensa -la de todo el equipo- como en ataque -la de todo el equipo-.
¿Asegura algo esta estrategia? Sí, asegura cumplir con los objetivos de los procedimientos elegidos y establecidos. Y nada más, los resultados no hay fórmula que los asegure a favor. Eso se verá en la confrontación, porque en un partido siempre juegan dos.
Sobre eliminaciones y procederes
Otro factor de tranquilidad fue la decisión ya planificada de dejar en este fin de semana pasado la lista depurada de los 23 futbolistas que serán inscriptos. ¡Por suerte el DT no dejó afuera a Forlán, ni a Lugano ni a Nacho González! Esto es simple. Me refiero a la casi famosa eliminación de tres jugadores de los 26 que empezaron esta fase de entrenamiento el 17 de mayo. Éste es siempre un asunto de difícil dilucidación, porque puede herir sentimientos y aspiraciones. Pero eso sucede siempre. Los cupos son naturales. La número 3 de las 17 reglas de juego de la FIFA expresa que “el partido será jugado por dos equipos formados por un máximo de once jugadores…”. Consecuencia lógica: los demás integrantes del plantel serán suplentes. Y ellos -posibles titulares y posibles suplentes- ya saben que en distintos partidos pueden tener ése u otro destino. Lo mismo sucede con los cupos reglamentarios para integración de planteles.
El entrenador, el jefe del grupo, deberá atender en el día a día ese aspecto, pero quien no lo comprenda cabalmente no puede integrar un plantel a plenitud.
Los tres muchachos que se quedaron sin poder jugar la Copa del Mundo ya sabían que podían estar en esa situación aunque, obviamente, alentaran la otra posibilidad. Tabárez es el técnico más previsible del mundo, es quien le pone un espejo a la realidad y actúa. Hay preferencias personales que también lo marcan, claro, pero sigue una lógica que va más allá de posibles actitudes regidas por caprichos o conveniencias personales. En este caso, por ejemplo, los tres elegidos no saldrían de los 17 que actuaron en el partido ante Israel, porque si fueron llamados para estar en ese ensayo general es porque eran considerados titulares o posibles primeros reemplazos, al menos en el primer partido ante Francia. Es interesante hacer un apunte último sobre este asunto menor en el conjunto de la preparación. El técnico argentino, como tantos, nominó 30 jugadores, cayendo en esa especie de trampa involuntaria que impulsó FIFA. Maradona delegó la tarea de comunicarles a esos siete futbolistas su eliminación -en estos casos siempre ha sido muy usado el verbo desafectar- en un proceder inadmisible. Explicando su actitud dijo algo así como “¿para qué lo voy a hacer yo?, ¿para que me puteen?”.
Por lo que se sabe, la comunicación de la “desafectación” a los tres futbolistas celestes se hizo en reunión grupal. En tanto le interesaba a todos, el grupo participó a pleno. Y transcurrió, por lo que se sabe, como algo normal, más allá del dolor que causaba. Y para dar el toque final, el mismo grupo ha ofrecido a quienes se quedaron sin Mundial -como en 2002 les pasó a Diego Pérez y Sebastián Eguren, por nombrar a dos que ahora están adentro- integrar la delegación a costo de todos.
Ajustes finales
En la corrida final hacia el 11 de junio el cuerpo técnico trata de mejorar todos los aspectos. En la práctica del sábado apareció en el equipo titular Egidio Arévalo Ríos en lugar de Walter Gargano para acompañar a Diego Pérez en la contención central del mediocampo. Sanducero por sanducero. ¿Es una modificación con carácter de solución definitiva hacia el debut o una prueba más? Después iremos sabiendo si hay una decisión tomada para el partido con Francia o si fue un experimento con ese pensamiento directriz. Es una duda muy lógica en todo caso. Es la búsqueda de la mejor solución entre excelentes opciones. Es justamente el trabajo central en cuanto a elección de ejecutantes de una misma partitura entre, justamente, jugadores “seleccionados”.
También es muy fina la decisión -cualquiera sea- de dejar como titular o primera alternativa al todavía juvenil Martín Cáceres. En otro orden de cosas, en el del sistema básico a utilizar también existen detalles a ultimar. El propio Tabárez ha apuntado a analizar posibles modificaciones a la estrategia cuando Francia disputó su penúltimo partido utilizando tres delanteros de punta.
En principio, y así se vio claramente en el partido con los israelíes, se ha optado por jugar con tres zagueros centrales (Scotti, Lugano y Godín) y dos volantes laterales (Maxi Pereira y Álvaro Pereira). Eso facilita una formación de mayor ofensividad al disponer de un enlace o tercer volante central (Ignacio González) con cercanía de los dos delanteros netos (Suárez y Forlán) y combinando mucho con el Mono y Palito.
Si el rival inicial afirmara una disposición de tres delanteros de punta, capaz que Tabárez se inclina por el Plan B, que lleve a línea de cuatro defensas para atender la circunstancia sin cambiar lo esencial que es el fútbol en bloque, la presión a la pelota en acciones específicas, la posesión de balón sostenida con distintos ritmos, según sea en el medio juego o en la fase de culminación de jugadas.
En algo de esto está nuestro equipo. Afirmando conceptos más que ensayando nuevas teorías, practicando alternativas al modelo central, llegando a la máxima expresión del alto nivel internacional en el momento justo.
Todo eso para ser difíciles rivales para cualquier contrincante, para atenuar y limitar los muy poderosos equipos que tendremos enfrente y para poder ser protagonistas en toda instancia.