Es muy difícil, hasta imposible, que el candidato del Partido Verde (PV), Antanas Mockus, gane la segunda vuelta de las elecciones colombianas que se celebrarán el 20 de junio. Así lo señalaron a la diaria la directora de Transparencia por Colombia, la politóloga Elisabeth Ungar, y el doctor en Ciencia Política y profesor asociado en la Universidad de los Andes Felipe Botero.

“Está prácticamente dado el resultado de la segunda vuelta”, señaló Botero. “Es muy difícil que Mockus logre remontar una diferencia tan amplia”, como la que se registró en la primera vuelta del domingo, en la que obtuvo 21,5% de los votos frente al 46,5% que logró el candidato oficialista, Juan Manuel Santos, del Partido de la U. Que el PV llegue a “ganar las elecciones me parece imposible”, dijo Ungar. Sin embargo, en sintonía con Botero, destacó que la del PV fue “una muy buena votación” y que “si Mockus logra mantener esos votos, ya es un hecho político”.

Los factores que juegan en contra del PV en el balotaje son similares a los que explican su caída en primera vuelta, que para Botero causó “una sorpresa general, porque las encuestas habían hecho creer que el resultado iba a ser un poco más cerrado”. Ungar señaló que los resultados mostraron “una votación muy clientelista, absolutamente marcada por los patrones tradicionales, cuando lo que se esperaba era una renovación muy grande en ese sentido”.

“El voto de la U es de la maquinaria tradicional, porque si bien la U no es un partido tradicional cuenta con la maquinaria de muchos líderes liberales y conservadores que la pusieron al servicio del proyecto uribista”, dijo Botero. “Es muy temprano” para hacer un análisis profundo sobre el resultado de las elecciones, apuntó Ungar, pero “lo que se demostró es un enorme poder del establecimiento tradicional para ejercer su influencia en el proceso electoral”.

Otro aspecto que jugó a favor de Santos es la popularidad de casi 70% con la que se retira el presidente Álvaro Uribe, quien señaló al candidato oficialista como el continuador de su proyecto y lo apoyó públicamente, lo que le valió incluso un rezongo de la Fiscalía.

Tampoco hubo tanta participación como prometían las encuestas, según las cuales superaría los límites tradicionales, que rondan entre 50% y 55%. Los más optimistas incluso aseguraron que participaría 75% de los electores en esta votación. Sin embargo, la participación fue de 50%, y “un sector bien grande de la población que se esperaba que votara, y por Mockus, no votó”, dijo Botero, quien señaló que la campaña del candidato verde para la segunda vuelta debe hacer hincapié en “tratar de ver cómo hace para que los abstencionistas y los jóvenes salgan a votar”.

No sólo dejaron de votar los jóvenes, que tradicionalmente se alejan de las urnas, sino también otras “personas que vieron la posibilidad de que las cosas se hicieran de una manera diferente, de una renovación en la política; ese sector tampoco participó activamente”, señaló Ungar. Ambos analistas coincidieron en que el voto del domingo fue muy conservador, reacio a los cambios. “La gente no estaba lista todavía, o sentía que no lo estaba, para cambios drásticos y prefirió que se mantenga lo que se ha ido haciendo”, analizó Botero.

Triquiñuelas

La Misión de Observación Electoral denunció 51 casos de irregularidades en las elecciones, en su mayoría casos de publicidad fuera de los marcos permitidos y de presiones para dirigir el voto. Otras organizaciones denunciaron 48 casos de compra de votos y de publicidad cerca de los puestos de votación, en su mayoría del Partido de la U. Uno de los columnistas de la revista Semana agregó ayer que varios testigos denunciaron que los amenazaron con que si no votaban a Santos dejarían de recibir los beneficios del plan social Familias en Acción. Las denuncias indican que se enviaron mensajes erróneos acerca de los programas de gobierno de los otros candidatos, dando a entender que si Santos no salía elegido, los programas sociales se acabarían.

Contra todo pronóstico, Santos también arrasó en los feudos de la fórmula presidencial del PV, que Mockus compartía con Sergio Fajardo: Bogotá y Medellín, ciudades de las que fueron alcaldes. El candidato oficialista ganó con el 40% de los votos sobre 27,5% en Bogotá y con 42% sobre 24% en Medellín, las capitales de las que fueron alcaldes Mockus y Fajardo, cuyas gestiones recibieron una fuerte aprobación. Santos también venció en los departamentos más afectados por los llamados “falsos positivos”, las ejecuciones extrajudiciales de civiles que los militares hacían pasar por guerrilleros muertos en combate para obtener beneficios de sus superiores, y ganó también en los departamentos cuya población civil sufrió más desplazamientos por acción de la guerrilla de las FARC y de los grupos paramilitares.

Para Ungar esto es “muy preocupante”, porque en las elecciones no se expresó “un rechazo significativo a ese tipo de actuaciones y a ese tipo de acciones por parte del gobierno”. Como responsable de una organización civil que lucha contra la corrupción y apela a la transparencia del gobierno y de la justicia, Ungar dijo estar “muy desconcertada” por esa falta de rechazo y aseguró que es necesario “repensar lo que estamos haciendo [desde Transparencia Colombia] porque no estamos llegando a las personas con un discurso y unas acciones lo suficientemente contundentes”.

Amigos son los amigos

También juega contra Mockus la alianza en la que la mayoría de los partidos se suman detrás de Santos. Hacia la segunda vuelta del 20 de junio, que será el tercer balotaje en la historia de Colombia, el candidato verde intentará seducir al líder del Polo Democrático, Gustavo Petro, que ya descartó cualquier posibilidad de aliarse con Santos.

Existe la posibilidad de que el Partido Liberal se divida en apoyos para los dos candidatos, mientras que el Partido Conservador y Cambio Radical aún no anunciaron públicamente su apoyo a Santos, pero se da por sobreentendido que será oficializado pronto.

Los candidatos de los partidos tradicionales -Noemí Sanín, de los conservadores, y Rafael Pardo, de los liberales- obtuvieron bajas votaciones el domingo, 6% y 4%, respectivamente. Es parte de una tendencia, explicó Botero. “Éstas son las terceras elecciones presidenciales en que retroceden de forma muy importante”, dijo. “No lograron proyectar un programa interesante o una alternativa y se dejaron arrinconar por los candidatos nuevos”, añadió.

“Dejaron de ser protagonistas de la política colombiana y están siendo reemplazados en parte por un discurso antipolítico y antipartidario”, señaló Ungar, quien agregó que también los desplazan “otras opciones que se presentan como nuevas pero que no lo son, como el Partido de la U, que en los últimos ocho años se alimentó de sectores de los partidos tradicionales”. Esto le ocurre en especial al Partido Conservador, que fue el primero en el cual algunos dirigentes expresaron su apoyo a Santos, incluso para la primera vuelta.

Los partidos tradicionales “intentaron, pero a medias, separarse [del uribismo] y proponer sus candidatos”, señaló Botero. Advirtió que además de los conservadores, algunos dirigentes liberales también se están inclinando hacia la U. Para ellos, esto sería “pegarse a la luz que más alumbra en este momento como estrategia de supervivencia, algo que a mí me parece errado”.

La división de los partidos tradicionales y su adaptación a nuevas formaciones políticas “es un problema a futuro”, vaticinó Ungar, porque “ni el partido de la U ni el PV son por ahora organizaciones sólidas con perspectivas de supervivencia clara”.

Señaló que sería muy relevante para el PV “mantener los votos que obtuvo” y dijo que a partir de esos números, “cualquier cosa por debajo es una catástrofe, cualquier cosa por encima es ganancia”.