En los tres primeros meses de este año el Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil creció 9% en términos interanuales, mientras que si se lo compara con el último trimestre de 2009, la expansión alcanzó 2,7%. Los sectores que apalancaron el incremento fueron la industria, que registró una variación positiva de 4,2% respecto del trimestre anterior, y la inversión, que experimentó un aumento intertrimestral de 7,4%. El dato de la evolución del PIB para el primer trimestre ha modificado al alza las expectativas de crecimiento de los agentes para el resto de 2010, situación que se refleja en la última encuesta semanal de expectativas económicas divulgada este lunes por el (BCB): el sondeo ubica en un promedio de 6,99% el alza proyectada de la producción para este año, algo por encima de las previsiones del gobierno, que la ubican entre 6% y 6,5%.

Según la agencia AP, tras conocerse el dato trimestral, el ministro de Planificación, Paulo Bernardo, afirmó que hay “que tomar todos los cuidados” para evitar un recalentamiento de la economía. Más allá del signo positivo del dato, el objetivo oficial es un crecimiento “sustentado” del entorno del 5% durante los próximos años, si bien “la economía ya estaba pronta para crecer y el resultado es fruto de las políticas del gobierno”. Desde el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA), organismo encargado de difundir las cuentas públicas, se señaló que “un crecimiento anualizado del 9% es insostenible, porque no hay capacidad productiva instalada para absorberlo”. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, también se mostró satisfecho pero aclaró que el crecimiento observado surge de la base de cálculo: los primeros meses de 2009, año en que el PIB cayó 0,2% producto de la crisis global.

El aumento de la producción siempre es buena noticia, sobre todo en tiempos de crisis y recesión económica en otras zonas del orbe, pero la velocidad de la expansión de la economía norteña genera dudas en torno a la sostenibilidad del impulso. Se abrió el debate sobre si el país-continente está o no incubando una nueva burbuja económico-financiera, cuando el mundo no termina de acomodarse a los efectos de los estallidos de múltiples burbujas financieras e inmobiliarias en los países desarrollados. El principal argumento de quienes defienden la teoría de la burbuja es el masivo ingreso de capitales a la economía norteña registrado desde el inicio de la crisis que hizo eclosión en 2008, que entre otras cosas produjo una fuerte apreciación del real y un moderado pero persistente aumento de los precios internos.

La demanda por acciones de empresas que operan en territorio brasileño así como por bonos emitidos por el Estado federal ha sido una alternativa tanto de inversores particulares como de millonarios fondos de inversión internacionales en momentos de incertidumbre financiera. Los moderados efectos de la crisis global sobre la producción local, así como las expectativas de alto crecimiento del PIB para los próximos años y las generosas dimensiones de su mercado interno, hicieron de Brasil uno de los destinos preferidos por los capitales.

Riesgo controlado

Ante ello, el gobierno encabezado por Lula da Silva había aprobado en octubre pasado un impuesto a las operaciones financieras que gravó con 2% el ingreso de fondos especulativos. El principal objetivo fue mitigar la apreciación del real, una de las divisas más fortalecidas del mundo durante 2009, porque esa evolución del tipo de cambio repercute negativamente sobre la competitividad del sector industrial brasileño, que en 25% está orientado hacia las exportaciones. Otra medida del gobierno federal fue actuar sobre la política monetaria mediante la suba de la tasa de referencia local Selic, y en lo que va del año el BCB la subió dos veces: la primera en abril, cuando la incrementó en 75 puntos básicos desde su mínimo histórico de 8,75% para llevarla a 9,5%, mientras que la segunda fue el miércoles de la semana pasada e idéntica a la anterior, es decir que dejó el valor de la Selic en 10,25%.

El objetivo de una política monetaria más contractiva es quitar presión a una demanda interna algo sobrecalentada y, mediante el cumplimiento de esta premisa, reducir la tendencia al aumento de los precios. Si bien la inflación se desaceleró en mayo respecto de los meses previos, los precios acumulan un alza de 3,09% desde enero, superando el 2,2% verificado para el mismo lapso de 2009. En los 12 meses cerrados en mayo la inflación marcó 5,22%, por encima de la meta de 4,5% fijada por el gobierno pero aún dentro del rango de tolerancia de 2,5%-6,5%. En 2009 los precios promediaron un alza de 4,3%, mientras que para este año los analistas esperan una de 5,6%. Como contrapartida, elevar la tasa de interés aumenta los riesgos de una mayor apreciación del real porque vuelve más atractivas las colocaciones bancarias, lo que termina reduciendo el volumen de circulante y, por tanto, elevando su precio.

En los últimos años la balanza comercial brasileña exhibió superávit permanente, lo que que no cambió pese a la reciente apreciación del real. Pese a ello, en 2009 ese superávit se redujo ligeramente contra 2008, pasando de 24.956 a 24.615 millones de dólares. Para este año se espera que el resultado comercial experimente un retroceso mayor, por un mayor incremento de las importaciones de bienes de capital en un proceso de fuerte crecimiento de la producción industrial.