El inolvidable Mundial de Sudáfrica recién se terminó ayer para los uruguayos. Durante más de cinco horas los jugadores y el cuerpo técnico de la selección desfilaron por la ciudad de Montevideo recibiendo el saludo de una multitud que se lanzó a las calles para saludar a los protagonistas de la campaña deportiva que más movilizó a la sociedad uruguaya en décadas.

Después de recorrer la rambla desde Carrasco hasta el barrio Sur, el plantel celeste llegó al Palacio Legislativo por la calle Paraguay, donde los aguardaba una muchedumbre que desde hacía horas estaba esperando el momento cumbre de la jornada. La ansiedad de la gente que con el correr de las horas se fue agolpando sobre el escenario levantado en las escalinatas de la sede parlamentaria fue aplacada en parte por la actuación de varios artistas, la murga Falta y Resto y el dúo Larbanois y Carrero, entre otros.

Poco antes de las 16.00 el núcleo celeste en pleno se subió al escenario, en el que estaban presentes las máximas autoridades políticas del país -el presidente, José Mujica; el vicepresidente, Danilo Astori y la presidenta de la Cámara de Representantes, la diputada Ivonne Passada-, pero sobre el que también estaban desde temprano los animadores Humberto de Vargas, Maxi de la Cruz y Luis Alberto Carballo, el infaltable comunicador ahora convertido en pitoniso Sergio Gorzy y hasta el Pato Celeste, portando una bandera uruguaya a pocos metros del primer mandatario. Gorzy fue inicialmente el encargado de dirigir la ceremonia, en la que el primer orador fue José Mujica, que realizó una brevísima alocución en la que, entre otras cosas, destacó que nunca como ahora los uruguayos estuvieron “tan unidos”. Luego se irradió el himno nacional y después le tocó hablar al presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Sebastián Bauzá. Más tarde llegó el turno de Óscar Washington Tabárez, quien sin extenderse pronunció el discurso más largo de la jornada, en el que como cabeza de grupo manifestó el sentir propio y el de sus dirigidos respecto a la jornada que estaban viviendo. “Estamos sorprendidos, asombrados, impactados, emocionados pero sobre todo agradecidos. Muy agradecidos. Estos muchachos merecían un reconocimiento, pero esto ha superado todo lo imaginable”, comenzó diciendo el entrenador celeste.” No hay palabras para describir todo lo que hemos presenciado hoy. Está muy bien festejar partidos ganados, festejar triunfos, pero quizá lo que demuestran ustedes, y yo me quiero hacer eco con el mensaje que habría que dejar, [es que] no nos quedemos sólo con los resultados para valorar lo que se hace. El éxito no son sólo los resultados sino las dificultades que se pasan para obtenerlos [...]. El camino es la recompensa”. Mientras el maestro hablabla, un avión de la fuerza áerea surcaba los alrededores del Palacio Legislativo llamando la atención de la multitud y desde abajo del escenario uno de los tantos cánticos que se lanzaban pedía la continuidad del entrenador.

El momento de los jugadores

El “¡Uruguay nomás!” con el que cerró su participación Tabárez dio paso a otra de las partes más jugosas del acto, en la que los jugadores tomaron el protagonismo y despojaron a Gorzy del micrófono. “Donde manda capitán, no manda marinero”, dijo acertadamente el comunicador cuando Lugano le solicitó que dejara la conducción del evento en manos del minuano Sebastián Abreu, quien en nombre del grupo volvió a agradecer a la gente. “Este respaldo no vino con el cuarto puesto del Mundial. Vino desde las eliminatorias y eso nosotros lo valoramos muchísimo”, dijo el goleador, quien después les dio paso a varios de sus compañeros. En medio de un clima festivo y alegre los jugadores dejaron ver la buena onda que impera en el grupo y hubo espacio para los destaques individuales, momento en que fue inevitable que Diego Forlán, elegido como mejor jugador del Mundial, dijera unas palabras. El goleador, siempre manteniendo su bajo perfil, tomó el micrófono y en primer lugar agradeció a la gente y a sus compañeros, pero además destacó los valores del actual grupo seleccionado. “El premio [el Balón de Oro que le otorgó la FIFA] lo gané gracias al grupo humano que hubo, a la unión, al cuerpo técnico y al trabajo de todos nosotros, que no es de ahora, sino que fue un trabajo de cuatro años a esta parte. Se ha hecho un trabajo serio, humilde y con respeto”, declaró Forlán, que fue ovacionado por la masa.

Luego, todos los integrantes de la delegación celeste en Sudáfrica recibieron un escudo nacional como reconocimiento a su labor y el cierre de la fiesta lo marcó el grito de Diego Lugano, que inició el “soy celeste” que se convirtió en el multitudinario coro con el que finalizó una jornada que quedará en la historia como referencia de comunión entre la población uruguaya y la selección de fútbol de su país.