El conflicto AUF vs. árbitros dio como resultado visible el incumplimiento de la fecha fijada para comenzar la temporada 2010-2011. El fin de semana pasado no se inauguró el Campeonato Uruguayo, dando fin a un ya excesivo receso que ya lleva más de 100 días de inactividad para la mayoría de los equipos, en tanto jugaron por última vez el 2 de mayo, y hoy se cumplen los tres meses de quietud para Peñarol y Nacional, actores de las finales de la temporada pasada, que finalizó el 18 de mayo. Demasiado tiempo sin jugar aunque, en este caso, esta crítica está atenuada por haberse disputado en ese intermedio la Copa del Mundo. De todas formas, nada obstaba reanudar la actividad futbolística rápidamente después de vista la final del 11 de julio en Sudáfrica. Egidio Arévalo Ríos y Martín Silva no se hubieran quejado.
Aceptemos como buena la previsión realizada por la Mesa Ejecutiva de Primera División, el órgano encargado de la marcha de los torneos locales. Fue buena por adecuarse a la realidad, por ser realizada con el suficiente anticipo y por abarcar hasta el fin del torneo que previó para el domingo 29 de mayo de 2001. Además, establecía un receso adecuado entre el final del Torneo Apertura, establecido para el 12 de diciembre de este año, y el comienzo del Clausura, fijado para el sábado 22 de enero de 2011. Establecieron, además, para el 6 de junio la entrega de los jugadores a la selección celeste que disputará la Copa América desde el domingo 3 de julio.
Un lujito la elaboración del calendario que también prevé las fechas FIFA, que el domingo 1º de mayo no se podrá jugar, sin partidos entre semana -salvo alguno que se atrase- y con la previsión de partidos finales también en días domingo.
Eso sí, para que todo funcionara así, y así estaba bien, se debía comenzar el sábado 14 de este mes, eso que no pasó.
El solo hecho de no comenzar en la fecha prevista -lo que puso contentos a muchos clubes de mira corta y técnicos o profes que nunca debutarían porque siempre algunos días más de preparación les hacen falta- producirá otros efectos negativos. Por ejemplo, que Peñarol no debute hasta setiembre, ya que el martes próximo, el 24, será sparring veraniego de Real Madrid y el martes siguiente, el 31, debutará en la Copa Sudamericana en el Pacífico. Eso provocará otros retrasos de partidos para descontento de sus rivales ocasionales que, si son locales -al caso Miramar Misiones-, perderán las calculadas mejores recaudaciones de fin de semana. Y más.
Pero el daño colateral mayor será el que parece no ser visualizado con claridad por los clubes que asumen participación en torneos internacionales, el de llegar a esos partidos coperos con algún rodaje interno de fútbol en serio.
Esos clubes deberían “pelear” por empezar lo antes posible la competición interna y llegar con tres o cuatro partidos a todo tren, para que su equipo esté en pleno rodaje cuando debute en ese torneo al que tanto trabajo le costó llegar. Ahora estamos hablando de Peñarol, de River Plate -que hoy va a estrenar la temporada con un partido inicial de visitante en Paraguay- y de Defensor Sporting, que ya debutó, por mérito propio con éxito, pero que también debió debutar primero internacionalmente y luego lo hará en lo local. Eso se producirá para los violetas -¡si se juega el próximo fin de semana!- en el feriado del miércoles 25 ante River, para ir luego a Asunción, donde le dará revancha a Olimpia el martes siguiente, el mismo día en que debutará Peñarol y un día antes de que River Plate juegue la revancha con Guaraní en Montevideo.
El valor estratégico de llegar a los partidos de copa con abundante trille interno no es valorado como un fundamental componente estratégico, eso que en el fútbol es todo lo que pasa fuera de la cancha, algo así como sumar elementos que ayuden al mejor rendimiento posible del equipo en determinado partido o torneo. Esta afirmación tiene valor hoy y ahora porque, además, existen ejemplos abundantes en los últimos años que demuestran que existe cierto desprecio por la propia preparación y no se valora con la debida fuerza afrontar la actividad internacional de la mejor forma.
En el proceso de preparar un equipo, jugar partidos oficiales es el mejor entrenamiento, es el que ajusta las piezas antes cargadas con preparación física, técnica, táctica y mental.