La vida tiene esas cosas. Siempre hay una vueltita. Decímelo a mí. Y si no, preguntáselo a Gonzalo Ruiz, el joven y exitoso arquero coloniense que ayer volvió a sentir esa tierna caricia de la gloria, una semana después de haber recibido la burlona cachetada de la mofa, dolorosa y deportivamente cruel. Porque vos sabés que para un golero no hay nada más hiriente que recibir un gol bobo, o por los caños, o que se lo metan con la mano, pero peor aun, y ya no importa, comerse un gol de arco a arco.
Cuando el sábado 31 de julio los artiguenses no dejaron de levantarle chapa al golero rubiecito, ese que se había comido un frango, que se había llevado un increíble gol de arco a arco del Pulpo Jackson Pérez, en el Matías González, Ruiz, nuestro héroe de hoy, se fue hecho pelota en el ómnibus de vuelta, con 500 kilómetros casi de duelo por aquel gol recibido, que a la postre había sido el que abrió la brecha de diferencia de dos goles.
Sólo unos pocos parecían acordarse de que apenas unos días atrás el arquero helvético había sido decisivo para que Nacional de Nueva Helvecia, su club, clasificara por primera vez en su centenaria historia a las semifinales del campeonato del interior. Es que contra Río Negro de San José el arquero no sólo había sido el sostén del arco tricolor asediado por los cebritas maragatos, sino que en la serie de penales contuvo tres y de esa forma su equipo logró la clasificación.
Ayer, la vida deportiva de Gonzalo Ruiz tuvo otro giro y su historia acrecentó un par de renglones de los inolvidables por lindos, contribuyendo de manera indudable a la clasificación de Nacional a la final de la séptima Copa Nacional de Clubes.
Fue ayer en el viejo Parque Haberly de los suizos. Nacional tenía que ganar 2 a 0 para llevar la definición a los penales, y lo logró.
En los penales otra vez se hacía foco en Gonzalo Ruiz. El meta tricolor se paró en el arco que da a las afueras de la ciudad. Llegó el remate del Conejo Gustavo Jiménez y San Eugenio de Artigas se puso 1 a 0. Daniel Barreto pateó para los locales e hizo levantar de las reposeras a los hinchas locales. Estaban 1 a 1 y Gonzalo Ruiz, serio, seguro, volvió a la línea del arco opuesto a la sede de los tricolores. Lo miró a Trindade, el ejecutante artiguense, y cuando remató ya sabía que ahí empezaba su nuevo besuqueo con la gloria: atajó. Miguel Castiglioni se puso la globa debajo del brazo casi pegadito al escudo tricolor. Se agachó, la colocó en el punto penal y le pegó, quemó fuerte y al medio; dejó en ridículo la volada de Jackson Pérez. 2 a 1 arriba el bolso helvético.
Y ahí, según el orden o según las ganas, el Pulpo Pérez, el golero artiguense, el mismo que le había hecho el gol de arco a arco, el mismo que indirectamente y con una jugada había ridiculizado a su colega, va a patear. Frente a frente con Gonzalo Ruiz. La otra vez no habían estado frente a frente sino a 70 metros. Esta vez estaban a 11. El Pulpo se lo pateó como si estuviera jugando una peladinha en el parque 7 de Setembro, y Gonzalo fue directo a la globa y a la gloria. Ahí ya estaban 2 a 1, así que cuando Orsi la mandó al fondo de las redes quedaron 3 a 1 para el local. Gonzalo no pudo con el remate de Carlos Paz: 3 a 2. Quedaban un par de penales para Nacional, pero ya en el cuarto se desató la locura, Martín Rodríguez anotó su penal y Nacional se colocó por primera vez en sus 100 años en la final del torneo de clubes más importante de OFI.
Por supuesto que los compañeros se olvidaron de Martín y de su buena ubicación y todos los festejos fueron para Gonzalo Ruiz, el mismo del que se mofaban una semana atrás, que ahora era de nuevo el héroe. Es que la vida tiene una vueltita. Decímelo a mí.
Siempre hay una primera vez
En el Ubilla de Melo, a Melo Wanderers le alcanzaba con un empate para quedar por primera vez en su historia en la final. En la fría tarde arachana, el rival de los locales, el duro Racing de Durazno, no dejó en paz a los bohemios melenses durante todo el partido. Es que el 0 a 0 daba para clasificar, pero los nervios corrían de un área a la otra en el Ubilla. Al final la explosión fue de tranquilidad para los locales. John Paul Márquez puso con tiro cruzado el 1 a 0 definitivo para Melo Wanderers, que el próximo fin de semana jugará el partido de ida de la inédita final ante Nacional de Nueva Helvecia.
De los cuatro semifinalistas sólo San Eugenio ha llegado a esta instancia y además tiene en sus vitrinas la orejona que ganara en 1970. Ni el Nacional helvético, su rival del domingo en Nueva Helvecia, ni Melo Wanderers, el decano del interior, ni el debutante y querido Racing de Durazno habían logrado antes asomarse hasta esta instancia decisiva.