En total son doce los Cecap distribuidos entre Artigas, Canelones, Colonia, Florida, Maldonado, Montevideo, Paysandú, Río Negro, Rivera, Salto, Treinta y Tres. La meta planteada desde el MEC es duplicar la cifra de centros con incremento de 30 millones de pesos aprobados por el Parlamento en la última Rendición de Cuentas. Luis Garibaldi, director nacional de Educación; Jorge Camors, coordinador del Área de Educación No Formal del MEC; e Isabel Alende, coordinadora del Programa Nacional de Educación y Trabajo del área de Educación No Formal, anunciaron en un encuentro con los medios de comunicación, cuáles serán los pasos a seguir para que los Cecap se transformen en una alternativa más para trabajar con los jóvenes de entre 15 y 20 años que no estudian, no trabajan y no buscan trabajo. De hecho, funcionará como alternativa a la iniciativa recientemente anunciada por el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, denominada "Jóvenes en red", y que centrará su atención en chicos de entre 14 y 24 años de Montevideo, Canelones, San José, Artigas y Cerro Largo.

A grandes rasgos, la propuesta educativa implementada en los Cecap es integral; apunta a generar condiciones para que los jóvenes puedan "tener posibilidades para elaborar su propio proyecto de vida", señaló Garibaldi. Destacó que en cuatro semestres no se pretende enseñar un oficio sino inculcar herramientas que le permitan al estudiante "integrarse en la sociedad y al mundo del trabajo". A modo de ejemplo, mencionó competencias básicas que las personas aplican en el ámbito del estudio y el trabajo pero que muchos no las tienen incorporadas: ser puntual, vestirse apropiadamente, ser capaz de vincularse adecuadamente con sus compañeros, con los jefes, saber que hay normas que deben respetar, trabajar en equipo, poder comunicarse.

Que los jóvenes retomen el liceo o la escuela técnica es parte de la meta, para ello se hace un seguimiento del estudiante. Asimismo, se han promovido acuerdos que permiten que algunos chicos concurran al Cecap de mañana y cursen materias de liceo o del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-ex UTU) en la tarde. Más allá de las expectativas de crecimiento, Camors adelantó que "estudiar no es para todos" y en esos casos, lo primordial es "tratar de hacer retroceder la pobreza" y sus consecuencias. Otra opción impulsada desde los centros es que los jóvenes reciban capacitación en cursos del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional.

Contención familiar

La coordinadora del programa subrayó el acompañamiento que reciben los jóvenes desde el inicio hasta una vez finalizado el cuarto semestre. Enfatizó en que los procesos son individuales y hay educadores referentes responsables de acompañar cada una de las etapas que aquéllos transitan.

Consultados por los límites de la relación que se crea entre los jóvenes y sus educadores, que en algunas ocasiones llegan a cumplir un rol más de adulto referente que de educador, dijo que es un tema que “está en constante tensión” y “se trabaja mucho”. Además, explicó que los educadores, que pueden ser maestros, profesores de secundaria, psicólogos, licenciados en comunicación o asistentes sociales, varían de un semestre a otro, por lo que se diluye la dependencia. Por último hay coordinadores de área que orientan el trabajo de los educadores y los talleristas de las diversas áreas de trabajo: informática, capacitación profesional, expresión artística, educación física, recreación y deportes, talleres de introducción al mundo del trabajo, orientación y pasantías, entre otras cosas.

Una vez culminados los dos años en el centro los estudiantes no son calificados por su actuación ni aprueban o desaprueban el curso. “No son evaluados en términos de finalización de ciclos, sí son evaluados en cuestiones que tienen que ver con el cumplimiento de normas y aprendizajes. Están hasta cuatro semestres e intentamos acompañar su proceso”, puntualizó Alende.

Quienes cursan en los centros educativos reciben 600 pesos por mes; este dinero no siempre es destinado a la compra de materiales, puesto que son varios los que pagan la luz o el agua en su casa a cambio de disponer de tiempo para ir a trabajar, en vez de destinar esas horas al negocio o sustento familiar. Finalmente se recordó que son muchos los núcleos familiares que restan importancia a la instrucción y cuestionan que se curse el liceo si no se va a ir a facultad.