En los alrededores del Parque se respira un aire turbio, raro, entre la desconfianza y la alegría. Las entradas tricolores se agotaron temprano. Un veterano que vino desde el interior se aguanta el plantón afuera, indignado ante las boleterías cerradas. Adentro, la Abdón Porte desparrama trapos que saludan al Chino Peralta y a OJ Morales, quien es además condecorado con placas en la mitad de la cancha, tanto por parte de los dirigentes tricolores como de La Banda Del Parque, mediante su líder Ramón. Todo pronto para que la guinda ruede. Sólo resta que la parcialidad de Cerro llene la tribuna visitante de cánticos celestes y blancos. Pero llegan pocos, y su ausencia se siente como un diente recién caído.
Durante los primeros 20 minutos ambas escuadras intercambiaron mucha marca y poco fútbol. Los hombres de Tato Ortiz se agruparon con dos líneas de cuatro bien agrupadas en el fondo. Delante de esa barrera de ocho hombres se posicionó Bosco Frontán y en solitario a la vanguardia el grandote Soto. El orden daba sus frutos, puesto que el equipo de JR, formado en un decidido 4-3-3, llegaba solo mediante jugadas aisladas, sin contundencia. Porta era el más inquieto pero la delantera de Nacional no lograba armonía ni coordinación. Cuando Cerro encarrilado por el buen pie de Gastón Filgueira y Andrés Ravecca parecía complicar a la zaga local, Tabaré Uruguay Viudez, la figura del encuentro, levantó un centro que el Canguro Porta convirtió en gol, tras impecable cabezazo. La apertura del tanteador tranquilizó a los locatarios, que desde entonces pretendieron hilvanar jugadas, con desigual éxito.
Se sumaron hombres en ofensiva y el ataque se convirtió en un hábito tricolor. Como despertado de un sueño profundo, el Morro encontró un balón cerca del arco pero no pudo darle destino de red. Era apenas el primero de sus varios intentos, la mayoría infructuosos. Luego, Godoy trepó por la derecha sin pedir permiso e impulsado por zancadas fulminantes, colocó la guinda al medio y nuevamente Santiago García tuvo la chance y la desperdició. Los aplausos coronaban un espectáculo que insinuaba abrirse, con más bombos que brillo.
Los minutos restantes del primer tiempo fueron un carnaval de cambios por parte de ambos técnicos. A Nacional le cayó bien eso de ir ganando y, a pesar de no encontrar el tan esperado tiqui tiqui, se fue al descanso con el control del trámite, sin mucha luz pero con un gol a su favor. En el vestuario, JR quemó su tercer cambio: Núñez fue sustituido aparentemente por estar amonestado, Robert Calesita Flores sufrió (además de los reiterados silbidos de parte de su hinchada) una luxación de su codo derecho y Godoy una contractura muscular. Estas lesiones se suman a la de Marcelo Gallardo, quien no estuvo entre los convocados.
Una segunda parte mejor
Aunque estaba en ventaja, el panorama no era el mejor para los tricolores durante el segundo tiempo. Sin suplentes con chances de ingresar, con Píriz como único volante de marca con oficio y un equipo cerrense más atrevido que creativo enfrente, Nacional se las ingenió para evitar el empate. Tres zagueros centrales, Lembo, Coates y Viera, formaron una defensa que se robusteció con el transcurso del partido y que contuvo los tímidos intentos del Loco y el Piojo Pérez. Burián, que está respondiendo de buena forma tanto en la Copa Libertadores -la que parece que por ahora dejará jugar- como en el campeonato local, cumplió con sobriedad siempre que alguno de los Pérez le sacudió las manos.
Carrasco, lejos de adoptar la pragmática y efectiva estrategia defensiva que dispuso en La Paternal ante Argentinos Juniors, mantuvo sus tres puntas y perdió el balance táctico deseable. Cerro, entonces, fue en busca del empate comandado por Sergio Piojo Pérez y la dupla Filgueira-Ravecca. Pero el porfiado bolsilludo encontró en una rápida jugada el segundo gol, luego de que Mauricio Pereyra, que tuvo buenas intervenciones, habilitara a Viudez, quien se la sirvió en bandeja al certero canguro más goleador de nuestro país.
Este segundo gol de Porta sentenció el destino del encuentro. Después, Cerro, tan groggy como Chris Namús en el último round, se sintió vapuleado por un equipo tricolor que presentó a su mejor Mauricio Pereyra, distribuyendo el juego para tres atacantes. Finalmente, tanto va el cántaro a la fuente que el Morro se sacó la mufa, convirtió el tercero y chin pum fuera. Goleada y espectáculo (casi) completo en el Parque Central. Dos cucharadas de tiqui tiqui y algunas gargantas más de la villa hubiesen saborizado al mejor plato para una tarde dominguera de sol y fútbol.