Prácticamente todo

OMPI establece que la propiedad intelectual se divide en dos categorías: industrial y derechos de autor. La propiedad industrial incluye “invenciones, patentes, marcas, dibujos y modelos industriales e indicaciones geográficas de procedencia”. La segunda abarca las obras literarias y artísticas -novelas, poemas, obras de teatro, musicales, películas-, obras de arte visual -dibujos, pinturas, fotografías, esculturas- y diseños arquitectónicos.

“Yo no sé si hablar de propiedad intelectual o de capacidad de apropiabilidad del conocimiento, que me parece que es el tema que en el fondo importa”, comenzó diciendo Rodolfo Silveira, director de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en la conferencia dictada ayer en el edificio José Artigas, ex Palacio Estévez, en Montevideo. Silveira afirmó que “el valor del conocimiento se apreció desde siempre” y a modo de ejemplo mencionó que en Egipto, 4.000 años antes de Cristo tenían registradas 17 marcas de cerveza y agregó que el conocimiento “es un generador real de valor” que, además de la dimensión económica, otorga difusión y reconocimiento.

El director de la ANII destacó que en los países de la región hay “una muy baja cultura general del valor que tiene el conocimiento”, que siempre algo “se nos escapa” incluyendo al sector académico, al empresarial, a la sociedad en su conjunto y también al gobierno. Silveira valoró que una gran debilidad que ha tenido tradicionalmente Uruguay es no haber logrado tener una reglamentación y normativa en derechos de propiedad intelectual y derechos de autor “lo suficientemente fuerte y lo suficientemente respetada, en parte, quizá, porque no había institucionalidad o porque si la había estaba muy fragmentada”. En ese sentido, calificó positivamente la articulación de la Red Nacional de Propiedad Intelectual, creada entre 2008 y 2009, integrada por direcciones y programas del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) el Consejo de Derechos de Autor del Ministerio de Educación y Cultura, la ANII, la Cámara de Industrias, la Universidad de la República, universidades privadas, el Claeh, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y el Polo Tecnológico de Pando. También saludó que la temática figure en la agenda de gobierno. Silveira agregó que en la interinstitucionalidad tiene que estar el sector productivo; “son ellos los que tienen que demandar eso, y ésa es una cultura que hay que armar”. Dijo también que la ANII creó un fondo a través del cual nueve países latinoamericanos trabajan en conjunto para crear una política regional armonizada de propiedad intelectual, ámbito en el que se generan “líos machazos” en torno a algunos puntos referidos a las políticas de medicamentos.

El titular del MIEM, Roberto Kreimerman, explicó que para dar continuidad al crecimiento económico del Producto Interno Bruto de los últimos ocho años es necesario acompañar “las ventajas comparativas estáticas, basadas en la dotación de recursos naturales” de “ventajas dinámicas, que son las derivadas del conocimiento”.

Kreimerman indicó que se debe recorrer tres largos caminos en los que “se está avanzando pero debemos acelerar la marcha”. Dijo que es necesario que las cadenas agroindustriales sean “no sólo enclaves exportadores, sino demandantes de empresas tecnológicas pequeñas y medianas”, aportando valor, industrias de soporte y tecnología. El segundo aspecto que mencionó es la necesidad de apuntar al mercado regional “porque la innovación sólo se rentabiliza con mercados y tamaños adecuados”. El tercer camino planteado es el de las industrias de conocimiento que se han venido desarrollando, como la informática, para posicionarlas en la región y en el mundo.

Iniciativas

El eslogan de la conmemoración de tal día este año fue “Diseñar el futuro”. Con esa consigna la Red Nacional de Propiedad Intelectual convocó un concurso de emprendimientos y los dos ganadores se presentaron en el evento de ayer.

Menini-Nicola es el nombre de un estudio de diseño de muebles, de Agustín Menini y Carlos Nicola, egresados hace diez años de la Escuela Universitaria de Diseño Industrial. Explicaron que hacen productos, licencias y proyectos. Dijeron que su estudio tramitó el primer registro de marca en Uruguay, y puesto que sus diseños pueden replicarse optaron por licenciar los productos, para lo que tuvieron que demostrar que éstos fueron construidos por ellos. Agregaron que en 2010 firmaron el primer acuerdo de venta de licencia de productos diseñados en Uruguay a una empresa fabricante de nuestro país y que tienen la intención de proyectar esas ventas de licencia al exterior, porque para negociar con industrias de otros países es imprescindible registrarlas. Mostraron tres ejemplos de diseño, uno de guitarras para niños, que se fabricarían en China para venderse en Estados Unidos, otro a pedido de una empresa brasileña de una línea de muebles para dormitorios y un gabinete para juegos de slots para Uruguay.

El otro emprendimiento presentado corresponde a la empresa Quimera Factory, de los hermanos Claudio y Sebastián Moreno. Su producto es Dimcomic, cómics digitales que intentan romper con la bidimensionalidad y anuncian que el lector digital podrá optar por seguir diferentes caminos que se propongan en la historieta o extenderse por las imágenes que aparecen en un segundo plano. Anunciaron que establecieron un contrato con Robin Wood, ícono mundial del cómic, quien ahora es su cliente-socio. Comentaron que él les dio su principal historia, que es Dago. Lo que ellos hacen es una adaptación digital de la obra, que se distribuirá por intermedio de todos los soportes digitales que están en el mercado, entre los que mencionaron Iphone, Ipod, PC, Mac y consolas de videojuegos. Ambos emprendimientos contaron, con el apoyo de, entre otros, Ingenio, una incubadora de empresas en el Laboratorio Tecnológico del Uruguay.