El estadio Charrúa fue el escenario en el que Boston River hizo las veces de local para definir el ascenso a Primera División enfrentando a todo un departamento, Cerro Largo. Las cabeceras del estadio situado en el parque que lleva el nombre del principal responsable del exterminio de los indios que le dieron nombre a la cancha no estaban habilitadas. La tribuna oficial lucía un aceptable marco de público de Boston River, con algunas particularidades: una gran bandera de Japón que alentaba al zaguero nipón que defiende los colores rojiverdes y la acumulación de un puñado de hinchas donde la tribuna pega la curva, allá contra el córner. Por cierto, alentó bastante la gurisada de Boston River.
La tribuna Obdulio Varela estaba casi a tope. Al menos 2.000 arachanes la coparon, en el mismo clima hermoso que se vivió una semana atrás en el Ubilla de Melo. Da gusto compartir tribuna con estos hinchas posta. Tienen barra, alientan, se enojan, putean; pero nunca parece haber chance para que algo se escape de lo que debe ser un partido de fútbol, de una mañana de mate, bizcochos y sol.
Nosotros ya habíamos dejado clara cuál iba a ser nuestra postura: nuestro corazoncito futbolero estaba con el equipo del norte. Una forma de aferrarse a cierta integración del fútbol del interior con la capital cuando, cada vez me convenzo más, debería ser al revés.
El partido estuvo 19 minutos sin alcanzapelotas. No era un detalle menor. Si siempre cuesta darle continuidad al fútbol, esto se notaba y generaba malestar en el público. Hasta el Paparazzi, ese personaje único del fútbol criollo que recorre las canchas con fotos de su cosecha de los equipos y futbolistas locales, tuvo que alcanzar un balón.
Ese primer tiempo fue para los del norte aunque no supieron llevar la diferencia al marcador. Una vez más, la usina de fútbol fue Adolfo Justino Lima. El Tino desde los 30 segundos del primer tiempo dejó claro que iba a ser insoportable. Desbordaba constantemente por la derecha y nadie cerraba el centro de la muerte. Luego, a los 15 minutos, tuvo un mano a mano que Salgueiro le tapó en forma notable. Recién pasada la media hora Felipe Rodríguez metió un buen desborde para Boston River, pero en líneas generales era tibio el planteo de los capitalinos. El empate llevaba derecho al alargue y a Boston River parecía no desesperarlo la idea.
El entretiempo encontró algo rarísimo en la oferta gastronómica de la tribuna visitante. Un alfajor de esos tipo chajá, con crema y merengue, a sólo diez pei. Nunca hay que mirar la etiqueta de estos productos; saboree, luego pregunte.
El segundo tiempo arrancó mejor en emociones, pero en lo futbolístico el partido seguía padeciendo una marcada tinodependencia.
Hubo varios micropartidos en el tiempo que restaba.
Micropartido 1: Boston River controla
A los siete minutos del complemento, una garroneada de Felipe en una falta que le habían cometido a él encontró una ingenua defensa arachana y Boston River se puso 1-0. Tras el garrón, pase al medio, rebotes varios y Willians Peralta marcaba como hacía una semana en el Ubilla.
El público arachán, que estaba muy confiado porque sentía que su equipo era superior al rival, se empezó a impacientar. Cerro Largo, ya con Rino y Luigi en la cancha, no podía llegar con claridad y Boston River aguantaba la pelota en el ataque como si quedara poco, pero faltaban todavía muchas emociones. Luigi duró un minuto porque él y el Canario Olveira se quedaron conversando de sus familias y vieron la cartulina roja. Boston River sintió mucho la ausencia del ex aurinegro.
Micropartido 2: empate y más
Recién en un córner, cuando faltaban diez minutos, el bajito Simón Pagua peinó notable una bocha lanzada por el Tino y la clavó al segundo palo. Notable gesto técnico del hombre que convirtió en todos los partidos de play off de ascenso. Entonces se tranquilizó Cerro Largo y en esos minutos tuvo al menos tres chances claras para liquidar. Ni el Paragua Cáceres ni el Tino Lima estuvieron finos para definir y el alargue era inminente.
El alargue extendió el micropartido 2 y Cerro Largo de arranque se puso 2-1. Una bocha aguantada, pivoteada y habilitada por Rino encontró a la figura arachana y el Tino la mandó guardar dentro del área. Todo era risas en la tribuna visitante.
Micropartido 3: el no-partido
Con equipos que sufren carencias de todo tipo, sumarle 30 minutos de esfuerzo físico no parecía una idea inteligente. Y se comprobó. Los jugadores de ambos equipos no tenían respuesta física. El cerebro mandaba la orden de pelear, pero a las piernas no les importaba. Era un picado barrial lo que se veía en el Charrúa. Una lástima.
Pero en ese no-partido apareció algo de otra galaxia: Maxi Rodríguez tomó una pelota boba en el área y metió una volea tremenda para el 2-2. Sorpresa. Los arachanes no podían creerlo.
Micropartido 4: los penales
Siempre son emotivos los penales y la cosa ya venía problemática para los cardíacos. Cerro Largo sufrió mucho para llevarse la victoria, ya que el Corto Serafín García había pegado su remate contra el palo de arranque. De todas formas, cuando en el último penal de la serie de cinco, en un duelo de arqueros, Bentancor tenía la chance de darles el ascenso a los del norte, la mandó por arriba. La agonía continuaba.
Pagua tuvo en sus pies ese penal que nadie quiere: el que si lo errás marchás y si lo metés ni Peteco se acuerda. Lo hizo. Hubo arachanes en la tribuna que se quejaron: “¡No, éste es flojito!”. Tomá.
Bentancor no quería ser el antihéroe y voló para quedarse con el octavo penal. Sólo quedaba que Diego Silva la clavara para el delirio. Subió Cerro Largo, señores, ese pueblo que vende más entradas que la mayoría.