El final del partido en Buenos Aires dio paso al descontrol. En pocos minutos, todas las capitales departamentales fueron escenario de lo que pareció ser, también, un grito contenido desde el año pasado. Quienes hace un año se coronaron cuartos en el mundo quedaron primeros en un continente en el que había quedado relegado hasta, incluso, la propia instancia clasificatorias a Sudáfrica 2010. "Esto no es casualidad, hemos soñado y trabajado mucho para este momento", resumió el capitán, Diego Lugano, cada vez que le pusieron un micrófono delante después del cruce con Paraguay.

Similares fueron los conceptos expresados por sus compañeros, en lo que parecían ser los alumnos de un maestro que daban una lección bien aprendida, sin trencitos bajo las medias, sobre aquello del trabajo colectivo y del esfuerzo individual. Tanto en Montevideo como en el resto de los departamentos la euforia fue total, pero en la capital se extendió hasta hace un rato nomás.

Kilómetros y kilómetros de autos, camiones, bicicletas, motos y peatones acompañaron con caras pintadas, banderas, bocinas y vuvuzelas autóctonas el transitar del bus que llevó a los jugadores hasta el estadio, donde decenas de miles aguardaban desde un sitio privilegiado el saludo de la selección.

Festejo de hinchas celestes

Desde temprano, ya con los dos goles uruguayos durante el primer tiempo del partido contra Paraguay, el clima que se vivía en 18 de Julio y Ejido, frente a la pantalla grande, ya era de fiesta. El gentío abarcaba toda la explanada y ambas calles, inclusive una casilla de la Intendencia de Montevideo, árboles y mástiles.

El color celeste junto al blanco de la bandera predominaba en las ropas y caras de un público que era mayoritariamente joven; los niños con sus padres estaban básicamente en la explanada, había también parejas de todas las edades y figuras recurrentes como el señor escuchando la espica. No faltaban los carros de tortas fritas, panchos, churros, pop, ni las cervezas y cajas de tetra de vino. Había más redoblantes y bombos que tambores que prácticamente no aparecieron y, antes de comenzar el segundo tiempo, chicos y chicas bailaban al ritmo de samba. Minutos después los redoblantes volvieron a alentar a la celeste y en la mitad del segundo tiempo acompañaba el canto: “Es para vos, es para vos, porteño puto la puta que te parió”.

El audio de la pantalla, dispuesta por la Dirección Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales (Impo), no tenía el mismo alcance que la imagen; si bien había parlantes atronadores en la acera norte de la avenida, no se escuchaba en la vereda de enfrente. De todos modos, resultaba entretenido no mirar la pantalla y guiarse por las ovaciones de la muchedumbre. Aquello era como un living ampliado a miles de personas que acompañaban a la celeste con aplausos, gritos, comentarios o haciendo sonar cornetas.

En el minuto 40 comenzó a expandirse el canto general festejando el campeonato, sonaban las primeras bombas y algunos fuegos artificiales. Y, como si eso fuera poco, llegó justito el tercer gol, y de ahí en más el gentío no paró de gritar y saltar cantando “Uruguay, Uruguay”. Con sus celulares muchos fotografiaban la pantalla. La emoción fue acompañada por la canción “Uruguay te queremos ver campeón...”, fuegos y muchas bombas.

Cerca de 15 minutos después de que terminara el partido parte del público empezó a caminar espontáneamente por 18 de Julio hacia la Plaza Independencia, mientras que otros caminaban y festejaban en sentido contrario; además, por momentos, vehículos y motos se colaban desordenadamente por la vía, todos al grito de “¡Uruguay Nomá!”.