¿Y a qué vamos a la Copa América? Lo compadezco al Maestro cuando le preguntan sobre eso y todas las infinitas aproximaciones como ¿y a qué aspira Uruguay? o ¿con qué quedaría conforme?
¿Y con qué va a ser…? Óscar Washington Tabárez no es claro en sus respuestas o sucede que la pregunta no corresponde por tener la respuesta casi implícita. Luego observo que similares preguntas se le hacen a todos los entrenadores. Pobres…
¿Y a qué va ir Uruguay? A ganarla. Si puede y lo dejan. Ahí está la cuestión: Uruguay no juega solo. El fútbol es un juego de oposición y perdonen que vaya a la simpleza total. Uno juega y el otro trata de impedírselo.
Es distinto un saltador en alto, que puede decir “mi objetivo es llegar a superar los dos metros” porque compite más consigo mismo que contra los otros saltadores y, además, nadie lo empuja en la carrera de impulso.
Tabárez tendría que responder: “Nuestro objetivo es ganar todos los partidos 6-0 y ser campeones”. Sería ridículo.
Uruguay va a la Copa América para intentar ganarla y para eso tendrá que cumplir determinados requisitos: tener un alto nivel de juego y ser mejor que otros que pueden ser muy buenos, al caso Brasil, Argentina, Chile, Paraguay o alguno más que se sume. No es simple.
Para tener un alto nivel de juego hay que tener buenos antecedentes, contar con futbolistas de categoría probada y haber realizado una adecuada preparación. En estos tres ítems hay respuestas positivas.
El sábado, en conferencia de prensa, el Maestro dijo que su equipo no hará un “fútbol de propuesta” en el sentido de ir a buscar los partidos y de imponer su juego. Como que no le da para eso. Como nadie, sabe cuáles son nuestras insuficiencias. E insistió, en ese encuentro con el periodismo, sobre uno de sus temas referidos: el de tratar de “limitar” a sus adversarios, en erosionarles sus virtudes mayores.
Partiendo de opiniones sobre el presunto favoritismo ante Perú en el partido de hoy, Tabárez dijo que “el favoritismo no representa nada. Los antecedentes no siempre se ratifican en la cancha. El partido del viernes (el del empate de Bolivia ante Argentina) fue un ejemplo. No hay que confiarse, porque eso puede generar problemas y vamos a pensar que Perú va a hacer un gran partido ante nosotros”. Y ahí fue donde enganchó una afirmación bien polémica sobre los alcances de nuestro poderío deportivo: “No creemos que podemos hacer un fútbol de propuesta, todavía jugamos mucho en función del rival y a nosotros nos da resultado respetar mucho a los rivales y pensar que contra nosotros van a dar el máximo. Procuraremos no estar distendidos y trataremos de equilibrar el equipo” y allí aludió a nuestro potencial de ataque y al número de tres delanteros netos que -agrego- se pueden aumentar a cuatro con la presencia de Nicolás Lodeiro en el equipo inicial.
Tabárez no quiere ser favorito antes de jugar. El asunto es preparar el partido en todos sus detalles posibles y centrar los temas principales, defender bien y ser contundentes en ataque siempre que la oportunidad se presente.
Hay otros matices. La semana pasada escuchando la 890 fui oyente de una opinión dada por Diego Jokas, quien hablaba como en nombre de toda la afición, no a nombre propio. Él decía, en diálogo con un compañero, que “si fuimos cuartos en el Mundial ahora debemos ir a ganar la Copa América”. Así nomás. Cualquier otra alternativa es fracaso. Grave error confundir deseos con realidades a transitar, que van a suponer grandes esfuerzos y desafíos importantes.
Como antes y como sucederá más adelante, ahora más que nunca vale la afirmación que toma vigencia cuando juega nuestra selección: nada le será fácil a los nuestros, nada le será fácil a los rivales.
Viendo cómo han ido dándose los hechos relativos a nuestros rivales del Grupo C, se podría comenzar a tejer una historia relativa a “la suerte del Maestro” como ha sucedido con Diego Aguirre. Se podría retroceder hasta el Mundial de Sudáfrica y ver cómo, cuando llegaron los mata-mata nos tocaban los rivales más accesibles -Corea, Ghana- y nunca un Brasil, Alemania, España. Eso se podría condimentar con el penal en el horizontal del ghanés Asamoah Gyan y otros pequeños aditamentos. Pero ahora… enumeremos: a Perú se le lesionaron sus delanteros más peligrosos, Pizarro y la Foquita Farfán. México viene con un equipo casi juvenil, lejano al principal y, además, se da el episodio de la baja de ocho jugadores y su relevo ya estando en Argentina. Chile ya no es el de Bielsa (aunque se parezca en nombres y en juego colectivo). Que siga esa suerte, aunque el Maestro diga por un lado que no la sabe entrenar y otras veces que sólo si el equipo está bien preparado podrá aparecer a favor.
Apróntese: otra vez podemos llegar bien alto…pero casi todo será bien difícil. El camino está señalado y hay que empezar a transitarlo.