En uno de los partidos más raros de los que se tenga memoria de esta selección, Uruguay venció anoche en La Plata a México por 1-0 y de esa manera, sumado al también raro gol chileno en la hora contra Perú, quedó segundo en su grupo y ahora enfrentará el sábado en Santa Fe a Argentina.

¿Por qué raro? Porque da la sensación de que con toda la carretera que tiene este equipo no es usual verlo jugar así, dejándolo ser, casi al borde del determinismo futbolístico. Uruguay fue siempre superior y ganó tal vez a contrapelo de lo que algunas voluntades de los futbolistas querían. Es riesgosa la teoría, pero sirve por lo menos como hipótesis de trabajo.

Inicio agresivo y firme de los uruguayos, que ya con las dos primeras pelotas fueron decididos al ataque por el flanco derecho, intentando desequilibrar, con Suárez primero y con Tata después. Fueron ocho o diez minutos buscando y buscando pero sin encontrar lo que querían: una llegada clara ante un equipo mexicano extremadamente replegado, que con las pocas pelotas que recuperaba intentaba sacar algún contragolpe.

Lo peor de Uruguay en esa instancia era fracasar en el propósito de jugar la pelota, ya no para desequilibrar ofensivamente, sino simplemente para tenerla, y a partir de ahí tratar de construir. Uruguay era tan impreciso como aplomado. Una, la enésima falta en el campeonato, hizo que Diego Forlán la mandara envenenada al área, y tras un par de toquecitos Palito Pereira, otra vez, ahora en el área chica, la mandara a guardar poniendo tranquilidad en el cuadro.

A Uruguay no le sobraba juego pero le faltaba determinación. Era bastante raro ver un partido así con los nuestros, jugando sin apuro, suavetón después del primer gol, pero llegando cada vez que los mexicanos la perdían. Hubo sin embargo una gran atajada de Muslera cuando los verdes se desplegaron por izquierda y Ponce sacó un zapatazo que el arquero celeste neutralizó en palomita.

El dominio seguía siendo celeste, y a ello se sumaba una pobre defensa azteca. Fue así que un desborde por derecha con pifia incluida de los centrales de camiseta verde le terminó quedando a Forlán que, como dijo Tabárez el otro día, lo erró porque es buen delantero; eligió colocarla contra el palo y ahí la puso: en el palo. La cancha estaba nueva, habían traído las macetitas nuevas, pero estaba horrible igual. Parecía el patio de mi abuela. Flor conmigo jugando a la pelota: un zapatazo, una macetita que volaba. Macetita de esas de naylon de las de la feria. Así no se puede. ¡en serio!

Una de las primeras llegadas de mucho toque de Uruguay abriendo la cancha de izquierda a derecha terminó en carrera vertical del Cebolla, a quien lo voltearon a la entrada del área. El tiro libre de Forlán iba lindo pero dio en el jopo de uno de la barrera y se levantó. En Uruguay sobraron pelotazos en el primer tiempo, sobraron ganas, pero lo que tiene es que juegan todos, empujan todos, quieren todos. Ese es el piso del fútbol uruguayo, piso del que ésta selección se había desprendido largamente, pero piso con el que sin demasiada incomodidad se supera a este conjunto mexicano que sin dudas fue la expresión futbolística más baja del campeonato. Seguramente no por su valor de juego y sí porque dan ventajas de edad, que se traducen en ventajas de producto final al enfrentar a equipos formados y experientes.

¿Cuál pudo ser la incidencia de ese gol en la hora de Chile ante Perú para ver a este equipo celeste con una prestación tan poco usual en cuanto a juego?

Un argentino, un platense que se quedó en el tiempo, pero que nos ve con el estereotipo de (casi) siempre, dice que Uruguay con ese estilo picapedrero, y a los pelotazos es mucho más que ese México que sólo tiene al brasilero (que no es brasilero y bien mexicanito) Gio dos Santos.

Si, fue mucho más parecido al Uruguay que vemos por estos días el del comienzo del segundo tiempo, desbordando por completo a los mexicanos. Pero fue un ratito, y otra vez paso a raro. Pero no raro porque hubiese algo que no estuviera dentro de las posibilidades de la competencia. Yo creo que era sólo como dejarlo ser al partido, es decir, Uruguay metiendo un Let it be, a ver qué pasaba, si había que hacer otro gol se lo hacía, y si lo empataban los mexicanos que lo empataran. Es decir, no hay concentración plena y máxima en cada una de las situaciones de gol que Uruguay genera. Dos de Forlán, dos de Suárez, una del Cebolla, otra del Tata, y los mexicanos alguna tenían. ¿Es válido en la competencia, cumpliendo los valores del juego, elegir rival?

Yo no tengo dudas de que sí, pero ¿estamos eligiendo rival al no estirar la diferencia? Nunca lo sabré. Hubo un gol mexicano pero anulado por offside, y así terminó. Y bueno, para los que no se acuerdan, o andan jodidos en gesta artiguista, habrá que repasar quién era Estanislao López.