El objetivo de la propuesta turística, destinada fundamentalmente a visitantes extranjeros, es descubrir caminando por la Ciudad Vieja los restos de fortificaciones que rodearon a Montevideo en la época colonial. Conocer la ciudad amurallada a través de cuentos, relatos de historiadores y evidenciando restos arquitectónicos. En un principio se llevará a cabo los primeros sábados de cada mes, y su costo será de 25 dólares.

Reconstrucción

El primer sábado de agosto se concretó una experiencia demostrativa en la que participaron operadores turísticos, autoridades nacionales, departamentales y municipales vinculadas al desarrollo del turismo. En la recorrida conocieron la propuesta que luego venderán en paquetes turísticos o difundirán en las ferias internacionales.

Adriana Careaga, directora del Espacio Cultural Al pie de la muralla, explicó a la diaria que el circuito por las fortificaciones nació a iniciativa del espacio que ella dirige; durante seis años han efectuado la recorrida en ocasiones puntuales, y a partir del trabajo desarrollado en conjunto, actores públicos y privados, contenidos por el Conglomerado de Turismo de Montevideo, buscan consolidarlo como una propuesta más que ofrezca la ciudad a sus visitantes.

El inicio del recorrido fue en Las Bóvedas, donde pueden apreciarse dos casernas, restos de una serie de 34 construcciones con bóvedas a prueba de bombas en las fortificaciones de la ciudad en la época colonial. Abandono, ocupación, reconstrucción con escasos recursos, fueron algunas de las expresiones utilizadas para contar parte de la historia del espacio ubicado en la rambla portuaria entre Ituzaingó y Juan Carlos Gómez, que hoy se está convirtiendo, de a poco, en un centro cultural con esfuerzo de los vecinos.

A pocos metros de Las Bóvedas, el Cubo del Norte, anuncia uno de los extremos de la muralla, y empezaba a definir un adentro y afuera imaginario de la fortificación; la escarpa, el foso y la contraescarpa. Alejandro Giménez, profesor de historia, y el historiador Raúl Baroffio, fueron responsables de orientar a los visitantes y fomentar la reconstrucción histórica de una muralla que hoy está prácticamente señalizada con líneas de color salmón pintadas en los pisos y contra las paredes. Además invitaron a los asistentes a hacer una parada obligatoria en los pocos puntos de la ciudad donde quedan restos de la muralla. La propuesta turística estuvo ambientada con dos actores vestidos de época, que recordaban episodios vividos por las calles coloniales.

El espacio cultural Al pie de la muralla, sobre la calle Bartolomé Mitre, punto que forma parte de la recorrida, conserva uno de los contados tramos originales de fortificación, y es donde hoy mejor se exhibe la gran pieza histórica. El hallazgo fue producto de la casualidad y del deterioro que tenían las paredes, puesto que durante muchos años allí funcionó un galpón y luego una fábrica de anilinas. En 2002 una distribuidora de diarios y revistas compró el local y cuando comenzaron las obras de demolición de las estructuras que, sí o sí tenían que ser sustituidas por el deterioro, fueron surgiendo piedras de la antigua muralla de Montevideo. “Nada hacía suponer que esa pared revocada, sobre la que se apoyaban vigas de madera y hierro y atravesada por cañerías sanitarias, pudiera tratarse de un vestigio colonial”, describen en la “Crónica de una recuperación patrimonial” publicada en el sitio web del espacio.

Es de destacar que en el trayecto también está marcado el predio donde se está construyendo Muralla Abierta; allí a futuro se podrá apreciar otro tramo hallado del muro, a la vez que se construirá un centro cultural.

La caminata histórica continuó hacia el cruce de las calles 25 de Mayo y Bartolomé Mitre; allí, frente a una panadería, los historiadores y los actores se remontaron en el tiempo y ubicaron al Portón de San Pedro, describieron el movimiento y contaron que ésa era la puerta de ingreso de la gente a la ciudad, y que no lo era la Puerta de la Ciudadela. Esta última también forma parte de la recorrida, pues daba paso a la Ciudadela, fortificación de piedra que cercaba parte de lo que hoy es la Plaza Independencia. Asimismo, los restos del baluarte de San Luis, en Bartolomé Mitre y Buenos Aires, integran el circuito; al igual que la reconstrucción grafitiada de la contraescarpa del Parque de Artillería, en Reconquista y Juan Carlos Gomez, espacio donde suelen dormir personas sin techo. Luego el camino delineado sigue atravesando otras construcciones simbólicas como la del Parque de Artillería en la Plaza España, hasta finalmente llegar al Cubo del Sur. Allí tamborileros vestidos de época, con trajes menos coloridos que los que se utilizan ahora, con pantalones largos, corbatas o corbatines y sacos dieron un cierre al circuito y reconstruyen una postal de la época.

El uso de la imaginación es lo que caracteriza la recorrida, puesto que son muy pocos los tramos de muralla que resistieron el paso del tiempo y de administraciones que no dieron prioridad al patrimonio.

Careaga manifestó optimismo con los cambios que comienzan a percibirse en los ciudadanos, y señaló que a pesar de todo lo que Montevideo ha perdido de su historia, hay empresas constructoras que en la actualidad siguen el ejemplo del espacio y reciclan respetando la obra arquitectónica original.

En cuanto a la falta de conservación del patrimonio, dijo que la educación y el patrimonio están determinados por “el contexto histórico”. “En cada momento de la historia estás eligiendo qué es lo que vas a salvaguardar”. También depende de que “la ciudadanía entienda el valor de lo patrimonial, y creo que hoy hay mayor conciencia”.

Por último comentó que la Asociación Amigos de las Fortificaciones logró la declaración de cautela arqueológica sobre los tramos de muralla que aún persisten o de los que se lleguen a descubrir.