El partido se definió rápido y el primer puesto en solitario es, por primera vez, aurinegro. Si el golazo de Torres en el arranque marcó una tendencia de dominio total que no tuvo retroceso, el segundo que llegó sobre la media hora -también golazo- marcó la inexistencia de cualquier incertidumbre, por lo cual Peñarol ganaría ese partido por superioridad rotunda.
Al final fueron cuatro goles excelentes los que provocaron un triunfo que, a una etapa de cruzar la línea media del Torneo Apertura, lo coloca como primer favorito a ganarlo. En el 2-0 del primer tiempo, aparte de los goles, poco hubo de destaque salvo la búsqueda ofensiva permanente de Peñarol. Zambrana debió volver a la titularidad porque el juvenil Santiago Silva sólo jugó los primeros 20 minutos y luego se lesionó.
El segundo tiempo real fue muy corto. La entrada de Maureen Franco por Janderson no dio resultado. A los 10 minutos llegó el tercer gol y, faltando 15 minutos, Walter López convirtió el cuarto pero ya hacía rato que estaban jugando 11 de Peñarol contra nueve y un cuarto de River. Kily González fue expulsado a los 72 y Taborda -último cambio- se desgarró en la primera jugada en la que intervino, por lo que su presencia en la cancha fue nominal. En esa situación, Gregorio Pérez experimentó con los jóvenes Siles y Cristóforo.
River fue un muestrario de errores e imprecisiones. Varias de sus buenas figuras en partidos anteriores, los que lo ubicaban con el mismo puntaje del rival del sábado, fracasaron con estrépito; al caso, los brasileños Janderson Pereira y Danilo Pires. Este partido les quedó muy grande. Guillermo Almada, al terminar el encuentro, fue particularmente crítico con el trabajo de sus hombres. “Lo planificado no se cumplió y cometimos muchas equivocaciones”, dijo. Fue específico en aclarar que incluso habían ensayado los bloqueos de los tiros de esquina y los remates de distancia de Pedro pero que al respecto hubo “distracciones”.
Son tres los partidos que dirigió el nuevo entrenador aurinegro. En la primera presentación ante Racing, con horas de contacto con el plantel prefirió mantener el antiguo orden, el de Diego Aguirre. Al siguiente encuentro, ante Danubio, ya ordenó el pasaje de Alejandro González a la zaga central y conformó un candado de seguridad defensivo con el cuarteto integrado por Valdez, González, Torres y Freitas. Y corrió a Pedro como enlace de ataque. Sabias decisiones que mantuvo esta vez ante River Plate.
El equipo anduvo. Y mejora. Walter López llevó a la práctica una tarea integrada a la actuación colectiva del medio juego teniendo, por la izquierda, la misma responsabilidad que el paragua Torres por derecha y que Freitas como centromedio. En el partido anterior no lo había asumido con tanta disciplina.
Hay rendimientos que mejoran partido a partido, en tanto hay jugadores que no venían en estado de forma futbolística, como sucedía con los vitales Zalayeta, Pedro, López e incluso Torres. Cada partido es el entrenamiento fundamental para el siguiente y esos jugadores siguen entrando en órbita.
Peñarol tiene, todavía, mucho para mejorar: por un lado, con ese mejoramiento del partido a partido de esos futbolistas base; por otro, con el posible ingreso al nivel de buen rendimiento de jugadores como Bruno Montelongo, Nicolás Amodio y Gerardo Alcoba (que vienen de lesiones en distintos grados de recuperación), Rosano y Gunino (que todavía no han rendido bien en lo poco que jugaron), Maxi Pérez, Cristian Palacios, Rodrigo Pastorini y Mauro Guevgeozian (cartas para el ataque) además de los juveniles ya nombrados, Cristóforo y el melense Siles.
A Gregorio -vivado con su nombre de pila por la tribuna- le van rindiendo sus búsquedas y las distintas piezas del rompecabezas le encastran muy bien. Pero el logro mayor es haber conseguido en poco tiempo mantener lo bueno de Aguirre -quien, en definitiva, fue quien eligió o dejó hacer con las incorporaciones de esta temporada-, además de utilizar su experimentada mano para crear una mentalidad de equipo, de juego colectivo, con mucho del dicho mosquetero, el que ensalza aquello del uno para todos y todos para uno.
Eso sí, el sábado hubo un error fatal que se viene repitiendo en diversos espectáculos, con una tendencia disparatada al alza en la fijación de los precios. Por esa razón, donde Peñarol tomó vanguardia, el sábado muchos de sus hinchas no pudieron llegar al Centenario. No es fácil pagar 330 o 430 por cabeza a una tribuna lateral, o 230 a una tribuna cabecera. Es difícil probarlo, pero quedó en el aire que ese partido entre líderes, en circunstancias (y precios) normales, podía recibir más del doble de los estoicos aficionados que igual dijeron presente.