Una semana netamente negativa como la pasada en materia de datos macro para los centros económicos del área atlántica terminó con la súbita noticia de la renuncia de Jürgen Stark a su cargo de representante alemán en el directorio del BCE. Fueron varios días consecutivos de caídas bursátiles generalizadas y publicación de registros contractivos referentes a la actividad en las economías más grandes del área. Y la noticia fue muy mal recibida tanto entre gobiernos como en el mercado porque implica un golpe político y simbólico para el BCE, única institución comunitaria que se mantiene en pie frente a la crisis. Es que la Unión Europea (UE) carece de gobierno federal y actualmente sus organismos reflejan las discrepancias que sacuden la interna del bloque en cuanto al abordaje de la coyuntura. "El BCE es el que mantiene la máquina en marcha, así que cualquier cosa que lo debilite son malas noticias", comentó un funcionario comunitario implicado en la gestión de la crisis financiera, citado por la agencia británica de noticias Reuters. El egreso de Stark habría sido una consecuencia de la negativa de su hasta ahora abortada iniciativa de emitir un bono europeo para financiar en forma más ordenada los erarios en rojo. Los dirigentes políticos alemanes y europeos vislumbran ahora con mayor nitidez la alta probabilidad de que Grecia no cumpla las metas fiscales asumidas a cambio de su rescate financiero, y esto porque Atenas no logra avanzar en la aplicación de los ajustes del gasto público y las privatizaciones comprometidas. Este recorte aprobado en junio por el Legislativo debe sumar 78.000 millones de euros hasta 2015, a cambio de lo cual la eurozona ofreció a Atenas un segundo rescate por 160.000 millones de euros, luego del primero por 110.000 millones acordado en mayo de 2010.

Con el objetivo de atenuar su desbalance y exhibir capacidad de generación de soluciones propias, el Ejecutivo conducido por el primer ministro socialista Yorgos Papandreu anunció ayer la implementación de un nuevo impuesto que gravará las propiedades. Adelantó que regirá durante dos años y servirá para recaudar 2.000 millones de dólares de apuro ya que se utilizará para ello la factura de electricidad, y el monto sumaría al total que necesita reunir no más allá de octubre para amortizar su próxima tanda de vencimientos, operación que comprenderá un canje parcial de bonos. "Esto viene en un momento muy, muy malo, y desde luego es grave", evaluó Jean Pisani-Ferry, director del think tank Bruegel, con sede en Bruselas, acerca de la renuncia. "Si el BCE está atado en su capacidad de comprar bonos españoles e italianos y al mismo tiempo necesitamos hacer una reestructuración de verdad de las deudas griegas, con un corte apropiado, nos arriesgamos a un contagio a otros países. Si el BCE está atado de pies y manos por una falta de consenso, ése es el peligro", explicó.

Cuarentena

Una fuente de Reuters en la reunión del G7 realizada el fin de semana en Marsella dijo que el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, "está cada vez más convencido de que Grecia no podrá evitar la suspensión de pagos por mucho más tiempo, así que cercar al deudor más débil de la zona euro y limitar el contagio será crucial". La cercanía del próximo pago previsto de intereses de deuda griega y las dificultades del gobierno para afrontarlo determinaron que la troika UE-BCE-FMI, que supervisa el asunto, cancelara a modo de presión una visita a Atenas. Pero ayer, anunciado el nuevo tributo, se especulaba con que la visita se concrete en los días siguientes. "Las decisiones de hoy, entre ellas el gravamen a las propiedades, darán buenos resultados para cumplir las metas fiscales", declaró el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Olli Rehn, a través de un comunicado. Sin embargo, aunque el gobierno helénico, el FMI y los socios comunitarios acuerden finalmente la integración efectiva del segundo tramo del salvataje, éste sólo alcanzará para que el país funcione durante unos pocos meses. En el mejor de los casos, ello daría tiempo a que los poderes legislativos del bloque aprueben nuevos poderes para el fondo de rescate comunitario (EFSF), a fin de que éste pueda liberar líneas de crédito preventivas a los Estados miembros, comprar bonos en el mercado secundario y prestar efectivo para recapitalizar bancos. Y aun con nuevas potestades para ese mecanismo hará falta el consenso de los 17 Estados de la eurozona cada vez que vaya a ser utilizado, condición difícil de establecer. Entre otros escollos, el Parlamento de Berlín estrena estas semanas una victoria frente al Ejecutivo que le reportó mayor poder de supervisión en decisiones estatales de tal naturaleza.

Esquina Corrales

Para la economía global, cada vez más, es la hora de las decisiones políticas, horizonte que en Europa se impone con urgencia, y donde la cuestión pendiente es el sentido que tendrán. Por ejemplo, el ministro de Economía de Alemania y líder del socio menor de la coalición gobernante, los Demócratas Libres (FDP), Philipp Roesler, escribió un artículo publicado ayer por el periódico Die Welt donde sorprendió declarando que el camino de “una bancarrota ordenada en Grecia ya no es un tabú” para su gobierno. El gobernante fue taxativo: “Para estabilizar el euro no puede haber tabúes. Eso incluye, si es necesario, una bancarrota ordenada de Grecia si están disponibles los instrumentos necesarios”, escribió, además de exigir sanciones automáticas para los países demasiado endeudados que incumplen compromisos. “Si hay cualquier infracción de las normas, debe haber requisitos duros [...] y si hay infracciones reiteradas, una retirada de los derechos de voto durante un tiempo en el Consejo de Ministros de la UE no debería ser un tabú”, propuso. Esta opción dejaría a Atenas un poco más afuera del bloque, en tanto que cada semana suma indicios de que el tiempo se le acaba. Pero no sólo a Grecia.

InfoSel Financiero citó ayer a la revista alemana de actualidad Der Spiegel, según la cual Schäuble analiza dos escenarios especialmente inquietantes a derivarse de un default griego: que los inversionistas dejen de prestar fondos a economías grandes como Italia y España, que entonces requerirían líneas de crédito urgentes; y que, para amortizar los papeles griegos de sus reservas, los bancos de la eurozona necesiten miles de millones de euros de los fondos de rescate. Según dicha publicación, el gobierno de Berlín diseña en estas horas un marco de salida para el caso de que la economía egea permanezca en el euro, y otro para la eventualidad de que lo abandone y retorne al dracma como moneda nacional. Algunos analistan aseveran que este camino dejaría al país en la antesala de un corralito.