Peñarol y Danubio venían igualados en el segundo puesto. Era un partido que tenía una expectativa muy especial que no tuvo una gran concurrencia por el día lluvioso en que se jugó. La cancha en buen estado, pero pesada, fue una dificultad a vencer y varios futbolistas llegaron al final boqueando.
En el segundo partido al frente del equipo Gregorio Pérez metió mano. Salió el botija Mac Eachen y el evolucionado Alejandro González pasó a la zaga central junto al muy firme Carlos Valdez. Calibrando que el brasileño Pedro estaba para más, lo adelantó en la cancha y eso estuvo muy bien porque el que llegó desde Italia, con aportes propios muy valiosos, tuvo muy buena sintonía con la calidad indiscutible de Zalayeta, con el juego incisivo y asentado de Walter López e incluso con el otro zurdo, el todavía juvenil Santiago Silva que, abriendo la cancha por la derecha, entró como titular al lesionarse levemente Jorge Zambrana en el último entrenamiento. Completó la rotación con el paraguayo Edison Torres que corrió la cancha partiendo de la cercanía con Nicolás Freitas y cumpliendo con el encargo que lo puede proyectar a una titularidad permanente, la que nunca tuvo con Diego Aguirre.
Y anduvo bien ese equipo, muy bien diría aunque hay que ser reservado en el elogio en tanto, al final, no pudo sacar ventaja clara en el tanteador y no cuesta nada aminorar el embale de los hinchas hasta el próximo choque con River Plate. Además, este equipo gregoriano no tuvo un arranque bien afinado ni un final a toda orquesta.
En el primer cuarto, el partido evolucionó en un tono medio, parejo, con mayores pero leves insinuaciones aurinegras. Mientras, Danubio buscaba afirmarse en su fuerte de los cinco primeros partidos, una fuerte estructura defensiva. Ese valor colectivo se derrumbó con dos golpes letales que llegaron en tres minutos, a los 26 y 29 minutos, cuando entró a regir con fuerza la ley del ex. Con gran asistencia de Pedro, gol de Santiago Silva (en Danubio dicen que prefirió jugar en Peñarol por bastante menos que lo que ellos le ofrecían para seguir en el club) y enseguida cobró Zalayeta, otro que pasó por las divisiones juveniles de la franja.
Con la ventaja sacada, Peñarol tuvo varias llegadas peligrosas al área rival hasta que se cerró el primer tiempo.
Luego el Pecho Sánchez la peleó e hizo cambios de ofensiva: entraron Perrone, Zunino y Álvaro Alejandro Mello, todos de buen rendimiento, pero Danubio recién fue más a partir de los 70-75 minutos y tuvo premio tardío en el gol de Malrechauffe cuando ya no se podía pensar en el empate. Igual, ese buen final alienta para el futuro y capaz que el buen rendimiento de los ingresados impulsa algunas variantes en la escuadra titular, que hasta ahora mantenía una llamativa estabilidad.
Peñarol encontró, rápidamente y con la mano experimentada del nuevo DT, una base más firme para ir por otros objetivos aun más ambiciosos. Hay un buen cuadrado defensivo en Valdez -muy importante-, Ale González, Freitas y Torres que sirve de base a los otros despliegues ya mencionados. Salvo, por ahora, Rosano y Gunino, que no terminan de encajar bien, el resto de los elegidos por el DT que se fue a Qatar están dando buenos réditos. Para nombrar nada más que los de la última entrada, allí andan Pedro, Zalayeta, el Zurdo López, Zambrana, Santiago Silva, Maxi Pérez… Una buena base que se agrega a los que quedaron de los vicecampeones de la Libertadores. El sábado ganaron bien. Quien quiera entusiasmarse que lo haga.