Los veraneantes lagarteaban tranquilamente al sol, tirados en las piedras, en reposeras, en bancos, en la arena; en cualquier lado estaba lindo para quedarse. El clima y el mar habían recuperado el ritmo estival, suspendido durante más de una semana por el agua, y la playa era aprovechada hasta el último momento por aquellos a los que se les terminaba la licencia, a la vez que comenzaban a llegar los primeros reemplazantes.

Comerciantes señalaron el bajo poder adquisitivo de los verneantes y hubo quien lo atribuyó a la menor presencia de argentinos. Olga, pobladora que desde hace 30 años tiene sobre la calle principal el restaurante que lleva su nombre, Lo de Olga, lamentó lo poco que gastaron los turistas pero también la dieta: “Solamente compran milanesas y chivitos”, graficó, y a un precio muy bajo (90 pesos un chivito y 70 la hamburguesa), mientras que en “un lugar como el nuestro [la oferta] se basa en pescados y mariscos y hoy es lo que menos se vende”. Recordó otros tiempos en los que las cazuelas de mariscos eran devoradas en cuanto salían, o los miles de kilos de pescado: “Ahora no; es un asombro, no da, por los impuestos altos”.

Terminal

El camino de entrada a Punta del Diablo ya estaba movido ayer de mañana cuando empezaban a llegar los primeros turistas de la semana y a retirarse otros. Pero el trayecto estaba un tanto distinto porque los ómnibus no tienen más destino en el balneario, sino que paraban unos cuatro kilómetros antes, a la altura del camping. La medida fue resuelta por la Intendencia de Rocha para mejorar el tránsito en la zona, que tiene calles angostas por las que circulan miles de vehículos y turistas.

La “terminal” en verdad tiene muy pocos servicios: están los ómnibus, las oficinas que venden los boletos y un gran predio de pasto y sin sombra en el que la gente se sienta o se tira plácidamente a esperar su coche. Los que llegaban estaban sorprendidos porque las compañías no informan que los bajarán kilómetros antes aunque sigan cobrando el mismo precio. Para llegar al balneario hay siete camionetas de diferentes transportistas que por 25 pesos hacen ese trayecto, pero la molestia para muchos es que eso tengan que resolverlo los pasajeros en lugar de hacerlo las empresas. Pero tal vez sea a los residentes de todo el año a quienes más le complique la modificación, porque aquellos que viajan de madrugada no tendrán camioneta a cualquier hora, y menos en invierno.

La descongestión en el centro del balneario se sintió pero aun así el tránsito no dejaba de ser complicado.

Futuro incierto

Punta del Diablo trepó a los titulares de la prensa nacional en setiembre, cuando los noticieros pusieron su cámara en los 70 ranchos que fueron demolidos en una de sus playas, Viuda, por encontrarse en tierras fiscales; la medida estaba dispuesta en el ordenamiento territorial planificado en 1991, en el llamado “Plan de Excelencia”.

Al recorrer el sitio donde se tiraron las casas se veían más espacios libres cuyas arenas todavía tenían restos de escombros mezclados y estaban también las casas que esta vez se salvaron, algunas con un plazo límite mientras se concreta el realojo necesario, y otras para las que se buscan todavía las soluciones definitivas.

Un chico de 17 años arreglaba el acelerador de la moto junto a montoncitos de leña prontos para vender, que traía de los montes con su tío; el joven se dedicaba a eso y dijo que sería su ocupación en el futuro. En la casa estaba su tío, Juan María Rodríguez: “Yo no lo vi de cerquita porque estaba trabajando y no quise venir, porque a mí no me gustaría que hoy o mañana me tiraran la casa que tengo, y reconozco que no estoy en lo mío”.

El intendente de Rocha, Artigas Barrios, dijo días atrás a la diaria que se continuará con el Plan de Excelencia y que a mediados de año se demolerá otra tanda de casas. Los lugareños reconocen que no es a esta intendencia a la que le tienen que reclamar, porque es un plan de hace 20 años que fue avalado por los habitantes. Pero la incertidumbre la tienen, la padecen. Olga comentó que su restaurante aparentemente está ubicado en una de las partes a tirar y si bien coincidió en la importancia de que el lugar se ordene, manifestó el riesgo de que se diluya (aun más) la identidad: “Que no saquen el pueblito de pescadores, que ya no es más, tenemos poquitas lanchas, el pueblito era esto [y señaló la playa llena de bañistas] y ahora está todo tomado por el turismo, y si nos sacan a todos va a quedar diferente. Estaba previsto que demolieran; por un lado, va a quedar lindo, pero, por otro, vamos a dejar de trabajar nosotros, y con 30 años trabajando la mayoría y otros quizá más, ¿a dónde vamos a trabajar?”.

Raíces marinas

“Este pueblo ya no es de pescadores, es turístico”, aseveró Robert Acosta, pescador, mientras limpiaba y trozaba un tiburón para salarlo y conservarlo con miras a comercializarlo en Semana de Turismo. Lo hacía en un galpón frente a la playa, junto con su hermano y otro filetero; allí limpian el pescado y lo venden al público, fresco. Son la tercera generación de pescadores, continúan la tradición de su padre y de su abuelo -Rodríguez de apellido- pero sienten que a lo mejor termina ahí la cadena. “Si trabajás para intermediario, ya no es rentable”, aseguró.

Para ellos la principal razón es que hay menor disponibilidad de peces que antes, “por la abundancia de lobos marinos, por la contaminación ambiental”. “Cada vez que salimos traemos ocho a diez kilos de nailon envueltos en las redes en una lancha chiquita como la nuestra, así que imaginate”, contó. El turismo y la construcción da muchos más recursos que el tradicional ingreso. A modo de ejemplo, Acosta describió: “Estamos tan apretados por el turismo que algunos pescadores tienen la lancha para sacarle foto nada más y se dedican a otra cosa”. Para tener idea de las dimensiones, comentó: “Antes eran 26 lanchas, ahora quedan cinco o seis en actividad y después de temporada quedamos sólo dos o tres”.

Aun así, el hombre resaltó lo positivo: “Vivir acá es un privilegio; tenemos la posibilidad de venderle al público el producto que sacamos sin salir de nuestras casas, ¿en qué parte del mundo pasa eso?”.