Previo al colapso del banco de inversión Lehman Brothers, en setiembre de 2008, que marcó el agravamiento de la crisis financiera, la conocida como “teoría del desacople” comenzó a ganar adeptos entre expertos de la región. Según su formulación, el fuerte crecimiento de China, su gran y dinámico mercado interno, sumados a una creciente clase media, sostendrían la demanda internacional de commodities aun con crisis en el mundo desarrollado. Sin embargo, con el devenir del proceso contractivo comenzó a ser cuestionada, ya que el mundo emergente empezó a sufrir los impactos negativos de los problemas económicos de Estados Unidos (EEUU) y Europa. Muchas economías de la región entraron en recesión y vieron deteriorado su comercio exterior. Pese a ello, la recuperación fue rápida para la mayoría de los países, que retomaron la senda de expansión de su actividad y comercio dejando atrás a la definida como peor crisis financiera desde la gran depresión de los años 30.
No obstante, los problemas no se han ido. EEUU, epicentro de la crisis en 2008-2009, se recupera de forma lenta y el desempleo sigue en niveles históricamente elevados, al tiempo que Europa enfrenta grandes incertidumbres respecto a su futuro económico y también político.
Nuevamente la esperanza mundial recae en China. El gigante asiático se ha consolidado como la segunda economía del orbe, mantiene tasas de expansión cercanas a 10% y su relevancia ha crecido para la gran mayoría de las naciones emergentes. Cabe recordar que China desplazó a Argentina como segundo socio comercial de Uruguay.
En China, país donde gobierna el Partido Comunista, parecen radicar las posibles soluciones y la futura recuperación del capitalismo. Sin embargo, el futuro también se presenta incierto para China, y una brusca desaceleración de su economía traería importantes inconvenientes a nivel global, ya que ello repercutirá más allá de sus fronteras.
Las incertidumbres provienen de varios frentes: en primer lugar, la crisis del mundo desarrollado ha hecho caer la demanda de productos provenientes del gigante asiático, lo que podría hacer retroceder su nivel de actividad y, lo que más importa a nuestros países, su propia demanda interna. En segundo lugar, uno de los indicadores de mayor advertencia se centra en el mercado hipotecario chino, que exhibe señales de haber generado una burbuja que puede explotar en cualquier momento. Además, a diferencia de lo ocurrido en la primera etapa de la crisis, el gobierno chino tendrá más dificultades para inyectar un estímulo que permita expandir su economía, ya que la deuda pública saltó de 26% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2007 a 43% en 2010.
Un análisis de la casa de valores japonesa Nomura estima que hay una posibilidad entre tres de que se produzca una “corrección brusca” en la economía china, lo que implicaría un crecimiento en el entorno de 5%, que a priori no parece tan malo, pero que en los hechos conllevaría un menor nivel de empleo y una fuerte caída de la demanda.
Baja demanda
En materia comercial, las exportaciones e importaciones de China registraron en diciembre su menor ritmo de crecimiento en más de dos años, debido a la caída de las demandas interna y externa.
Según la información divulgada por la agencia británica de noticias Reuters, las exportaciones anuales crecieron 13,4% en diciembre, lo que implica su ritmo de expansión más lento desde noviembre del 2009 (excluyendo el volátil mes de febrero de 2011, cuando el período festivo del Año Nuevo Lunar interrumpió la actividad). Por su parte, el crecimiento de las importaciones se desaceleró a un mínimo en 26 meses de 11,8%. "La principal decepción es con las importaciones, que muestran un número mucho más débil en comparación con noviembre, y están muy por debajo del consenso", evaluó Kevin Lai, economista de Daiwa Capital Markets, casa que opera en Hong Kong. "Eso significa que el alza en noviembre fue temporal y que la economía doméstica se está desacelerando fuertemente. China tendrá que continuar relajando su política [monetaria] para proteger a la demanda interna", agregó.
A pesar de la desaceleración de las tasas de crecimiento, el valor de las importaciones y exportaciones de China, que alcanzó cifras récord en noviembre, habría terminado 2011 en, o cerca de, máximos históricos. Cabe recordar que el sector exportador genera la mayor cantidad de empleos en el país, y su producción representó cerca de 7% del PIB en 2010.
Patata caliente
Pero una de las principales preocupaciones sobre el futuro de la segunda economía mundial se centra en su mercado hipotecario, que presenta síntomas de estar afectado por una burbuja especulativa en sus precios, y que parece estar a punto de explotar. En los últimos diez años, los precios de los inmuebles se quintuplicaron (http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/1/gripe-capital/ ).
Según el economista estadounidense Nicholas Lardy en su libro Sostener el crecimiento económico de China tras la crisis económica global, la potencia asiática ha invertido desproporcionadamente en la vivienda, debido principalmente a que las políticas económicas impiden a los ahorristas calcular la rentabilidad idónea de sus recursos. Explica que la inversión bursátil se observa manipulada y la regulación mantiene bajos los tipos de interés de las cuentas, lo que llevó a los ahorristas a invertir en la vivienda, sector donde el precio no está regulado.
Ese cóctel parece haber generado una burbuja especulativa clásica, donde la gente compra porque piensa que los precios van a seguir subiendo, y los precios suben justamente porque la gente compra. Lardy menciona dos estudios de 2010 en los que se afirma que 18% de las familias de Pekín son propietarias de dos casas o más, y que 40% de las compras eran de segunda residencia como inversión. Muchos domicilios están desocupados porque los alquileres en Pekín, Shanghai y los demás municipios son bajos, asegura el experto. En ese sentido, se teme por un ajuste brusco de los precios, dado que cuando el comprador se da cuenta de que existe una demanda artificial, se termina desacelerando la compraventa de casas y provocándose una caída en picada de los valores de mercado. Ello también tendría incidencia sobre la industria de la construcción, el acero, la energía y los electrodomésticos. El sector inmobiliario en China supera el 10% del PIB, mientras que en EEUU previo al colapso financiero había alcanzado un máximo de 6%. Asimismo, Lardy recuerda que la venta de tierras es una importante fuente de recaudación pública, por lo que el gobierno también sentiría el impacto de una menor actividad inmobiliaria.
Suavemente
Pese a este escenario de alertas, un informe de la agencia calificadora de riesgo Moody’s prevé que la economía china sufrirá un “aterrizaje suave” controlado por su gobierno, que colocará su crecimiento por debajo del 8% en la primera mitad de 2012, aunque a finales de año el PIB habrá aumentando entre 8,5% y 8,7%. Según el informe, citado por la agencia española de noticias EFE, el gobierno “está levantando lentamente su pie del freno” en la economía local, a la que puso límites en sectores como la concesión de créditos para luchar contra la inflación, y ahora “avanza para lograr una recuperación sostenible”. Moody's prevé, por otro lado, que este año la inflación china se sitúe en torno a 4%, tras haber rondado el 5,5% en 2011, y que su moneda, el yuan, se aprecie igualmente 4% frente al dólar, tras haberlo hecho 4,4% el año pasado. Esta proyección, exigida por socios comerciales como la Unión Europea o EEUU, expresa que la autoridad del país “es consciente de cómo sus políticas se perciben y pone cuidado en no iniciar una guerra comercial”, en un año complejo como el que corre, en cuyo curso cambiará la composición del Ejecutivo de Pekín, lo que se suma a las elecciones presidenciales norteamericanas.
En cuanto a la posibilidad de que estalle el mercado inmobiliario, Moody’s evalúa que en 2012 las restricciones del gobierno al crecimiento del sector continuarán, “lo que sugiere que China no está preocupada por el estado del mercado inmobiliario”. En ese sentido, la agencia entiende que “las perspectivas son negativas, pero es improbable que haya una corrección brusca” del mercado.
La situación del comercio exterior del país es un factor de preocupación para la calificadora, principalmente por los datos correspondientes a diciembre. No obstante, evalúa que las importaciones de materias primas desde China se mantienen estables, lográndose, por ejemplo, un récord de las compras chinas de cobre en el último mes de 2011, o un aumento de las de petróleo y mineral de hierro. Ello muestra que la industria china sigue siendo robusta, señala Moody's.
El Buró Nacional de Estadísticas de China publicará la próxima semana las cifras macroeconómicas de 2011, entre ellas el crecimiento de su PIB (que se situará en torno a 9%), aunque el gobierno no fijará sus objetivos económicos para 2012 hasta marzo.