No es la primera vez que pasa en los últimos tiempos. Peñarol mereció ganar pero no aprovechó las oportunidades. Nacional jugó a neutralizar las virtudes ofensivas ajenas y pasó calor durante buena parte de la tarde, como suele ocurrir cuando un equipo echa la cola atrás. Creció en un tramo del complemento, porque los del Polilla perdieron intensidad tras el gran desgaste anterior. Pero el miedo a perder congeló el banco del Chavo, que recién se movió a los 86 minutos, pese a las urgencias de la tabla. Entonces, los aurinegros retomaban las riendas y forzaban su segundo tiro en el palo. La pelota no entraría. Los principales lugares de la tabla sufrirían una parálisis sólo mitigada por el crecimiento de Defensor Sporting, que igualó a El Tanque y quedó a dos del puntero Peñarol.
El cierre de ambos técnicos dejó que desear. Por correcta que haya sido la lectura previa de Díaz, no puede menos que reprochársele la falta de osadía ante la guiñada del segundo tiempo. De golpe, el partido se le ofreció. Pero el inspiradísimo Luna nunca recibió la compañía que merecía, debiendo frenar en varios ataques potencialmente peligrosos. Igual forzó un grueso error de Lerda que no pudo conectar a la red debido a un gran cierre de Darío Rodríguez y, para algunos, un penal no sancionado un rato después. Gestó dos disparos de riesgo sumados a una peligrosa incursión tempranera. Descubrió las grietas defensivas aurinegras, pese a su soledad. Es que, por mucho que les guste a los hinchas la entrega, la personalidad y la estadística de Medina, el Cacique se volvió un jugador únicamente dispuesto a forcejear. Carece del gol que Taborda suele dar o convertir en menos minutos. O en muchos menos, porque lo sustituyó recién a los 87. Quizá haya pesado la lesión que lo puso en duda. Pero en el banco había otros delanteros: Vicente Sánchez entró un minuto antes y el Rayo Ramírez no ingresó. Para colmo, Recoba nos recordó que es humano y evidenció la inactividad con la que llegó al partido. Jugó poco y en corto.
Al Polilla lo exonera la plata en el banco. La ventaja en la tabla le permitía tomarse el empate de otra manera. Hizo una sola variante pero, con tan mal tino, que sacó a una de las figuras: si en Nacional parece respetarse la norma no escrita de que Medina tiene que jugar, en Peñarol se cumple a rajatabla la que establece que Zambrana tiene que salir. Le dejó su lugar a un anodino Aureliano Torres, porque el DT tomó la opción más conservadora al enfrentarse al cruce del Camino Lo Gano con el Camino Lo Cierro. Resignó el desborde para frenar la tímida proyección del Pichón Núñez. También perdió un soldado de área. Monoco había tenido el primero de los dos tiros en el palo, tras una gran jugada colectiva que reventó el horizontal a los 24 minutos. Se la jugó a la ruta de la derecha, en la que Estoyanoff hizo un gran partido, alimentado por Zalayeta y su frac. Lo habilitó cuando los aurinegros reaccionaron tras el mejor momento de Nacional. El Lolo le devolvió la gentileza casi en la hora, obligando al arquero a un gran cierre. En el medio, el grandote gestó el segundo tiro en el palo.
Juan Manuel Olivera, en cambio, pareció sufrir la superposición de jugadores con los que los albos cuidaron su arco cada vez que Peñarol ensanchó. Los rebotes se hicieron hinchas del equipo del Chavo, más que nada en el primer tiempo. Uno de ellos le negó el gol a Grossmüller, que subió con decisión y ejecutó con precisión en cada pelota quieta. En esos instantes, la entrega de Nacional fue clave para salvar un cero más amenazado que corresponsal de guerra. A Lembo, Scotti, Álvarez, Damonte y Calzada nadie puede reprocharles la actitud, pero sí algún exceso: el primero hizo un buen partido pero debió ver una amarilla a los 2 minutos, que lo hubiera condicionado. En Peñarol, sólo Macaluso y Novick aportaron una fricción comparable, quizá porque el trámite expuso menos a sus jugadores. Es que el clásico rompió el mito que les concede el don del pundonor a los aurinegros y el del juego pulcro a los tricolores. También -digan lo que digan en Punta Carretas-, el que afirma que el Chavo no quiere a Defensor Sporting.