América Latina y el Caribe se muestran “resistentes ante los impactos externos” gracias a sus tipos de cambio flexibles, reducción de pasivos, políticas monetarias sofisticadas, requisitos de liquidez y medidas para evitar apreciaciones bancarias, destaca el texto. Expresa un panorama optimista para los países exportadores de materias primas, que acumularon reservas útiles para enfrentar “nuevas turbulencias financieras”. Sobre los efectos de los sucesos de 2008, destaca que la región sur fue la de mejor performance: “La recuperación ha sido mucho más fuerte en los exportadores de materias primas del sur que en la mayoría de las economías de América Central y el Caribe”. Luego resalta el crecimiento regional de 5,4% en los últimos dos años y su aporte de 14% a la expansión mundial.
Pero la incertidumbre persiste y el BID avizora dos posibles situaciones. En clave optimista, puede que Europa evite una nueva crisis y China se desacelere sólo “moderadamente”, confiando en que EEUU no presente nuevos imprevistos financieros. Para este escenario estima un incremento regional de 3,6%, guarismo que acompañarían Brasil y México, ya que entre los demás países sería más heterogéneo. Otro curso de la economía global provendría del agravamiento de la situación europea sobre una mayor desaceleración de China, lo que llevaría a EEUU a una nueva recesión, que se extendería a esta región en forma "relativamente moderada". De verificarse este tránsito, las consecuencias en América Latina y el Caribe, a diferencia de 2008/2009, “serían relativamente homogéneas. La región retrasaría su crecimiento a una única velocidad” y Sudamérica sería la zona más afectada porque la “mayor desaceleración de China” haría caer su demanda de materias primas, afectando en primera línea el comercio de metales, particularmente del cobre, fundamentales para las economías de Chile y Perú. También habría una caída, aunque menor, en la demanda de granos, “tan importantes para Argentina y Brasil”. El BID recomienda a la región “gestionar con mayor cautela” la dependencia de materias primas, que “sigue siendo alta”.
Bomberito
Después, el organismo advierte contra el riesgo derivado del ingreso masivo de capitales a la región en los últimos años. “Si bien esos flujos recientemente han disminuido, la experiencia señala que aproximadamente el 50% de los episodios de aumento de las entradas de capital en las economías emergentes acaban ya sea en una crisis bancaria o en una recesión”. Y aunque el subcontinente mejoró sus mecanismos de supervisión, control y vigilancia bancaria, sugiere profundizarlas y “ejercer permanente vigilancia para asegurar la estabilidad macroeconómica y financiera ante los altos niveles de entradas de capital”. Además, de agudizarse la crisis en Europa, los bancos europeos presentes podrían restringir su crédito, por lo que recomienda a los gobiernos aplicar un control sostenido sobre el conjunto de esas empresas, estableciendo lineamientos orientados a fortalecer “el gobierno corporativo de las subsidiarias locales”.
Sobre la política fiscal, el informe expresa que América Latina y el Caribe lograron hacer frente a la crisis mundial aplicando eficaces medidas contracíclicas. Sin embargo, considera, “una verdadera política fiscal anticíclica requiere que las medidas expansionistas sean desmontadas una vez que pase la crisis”. Es que en algunos países se tornaron “más permanentes”, generándose para el promedio de la región déficits fiscales mayores que los registrados antes de la crisis económica. Por lo tanto, la institución recomienda implementar “sólo medidas de estímulo que puedan ser revocadas fácilmente y sean de carácter verdaderamente pasajero”. En cuanto a la política monetaria, se reconoce que en la mayoría de los países de la región fue contenida la expansión de circulante y la inflación, aun contando con diferentes regímenes cambiarios: “Tres economías dolarizadas, tres con tipos de cambio fijos, nueve regímenes de metas de inflación o en transición hacia ese régimen, y nueve con regímenes intermedios”, detalla. Andrew Powel, asesor principal del Departamento de Investigación del BID y coordinador del reporte ejecutivo del informe, declaró: “Aunque los escenarios económicos actuales no anticipan ni una crisis importante en Europa ni una fuerte desaceleración en China, el mundo es muy incierto en este momento; realmente estamos hablando de senderos que se bifurcan”.