Dentro de algunos días se realizará en nuestro país el “Primer Debate Nacional sobre mecanismos de autorregulación, ética en la profesión periodística y en los medios de comunicación”*. El encuentro, que tendrá lugar en Montevideo, Mercedes y Melo, se propone comenzar a elaborar un marco ético para el ejercicio del periodismo, y trabajar hacia la adopción de mecanismos de autorregulación del trabajo profesional en la producción y divulgación de la información.

Estaré presente, porque soy defensora de los lectores de la diaria, y porque la diaria es el único medio de prensa escrita en Uruguay que cuenta con defensor de lectores. La verdad es que en estos meses en que he estado desempeñando la tarea, no me ha tocado defender a nadie de situaciones que podrían considerarse como faltas éticas. Sin embargo, es claro que el alcance de un debate en torno al ejercicio de la tarea periodística, si pretende ser útil, debería ir más allá de la mera confrontación de una práctica con un código de conducta. Debería incluir, por ejemplo, preguntas acerca de lo que estamos dispuestos a aceptar, como lectores, en los diversos registros discursivos que tiene un mismo medio de comunicación (opinión, crónica, análisis, crítica, humor, etcétera). Y debería considerar hasta qué punto la profusión de formas en que las nuevas tecnologías permiten expresar la opinión personal y exponer la propia vida modifican las exigencias que tenemos en relación a los medios de comunicación tradicionales.

Una observación que he podido hacer en estos meses es que muchos lectores esperan que los ámbitos que les son próximos, los problemas que los afectan en forma personal, las cosas que les gustan o les disgustan, se reflejen en los contenidos de la diaria. Ocurre de manera reiterada que algún lector escribe molesto porque una columna de opinión no mencionó algo que el lector considera importante, y pierde de vista el hecho de que el tema de la columna o su línea argumental no requerían la inclusión del enfoque que el lector echa en falta. Ocurre también, con cierta tendencia a la reiteración, que alguien se queja de la sección de Humor porque no se ajusta a la verdad, como si el humor debiera hacerlo.

La pertinencia de los reclamos es lo que quisiera poner en discusión, no porque crea que no deben hacerse, sino porque creo que un defensor de lectores no podrá sustituir nunca a un lector crítico y riguroso que es capaz de distinguir entre el error de un periodista y la diferencia de opinión o de perspectiva entre el periodista y él. Para decirlo de manera más simple, una cosa es que un contenido periodístico esté mal y otra cosa es que al lector no le guste.

Sin embargo, también he podido observar en este tiempo (y, lamentablemente, también con cierta tendencia a la reiteración), que no siempre los errores se reconocen con la velocidad con que sería deseable. En más de una oportunidad ha ocurrido que un lector avisa de una errata, la Redacción admite que el lector tiene razón, pero la fe de erratas no aparece. Por lo general hay razones de tiempo y de espacio que explican la falta. Por lo general, entre la publicación del error y su constatación transcurren un par de días, y en ese tiempo ya muchas cosas nuevas empujan para salir. El espacio también es poco, y hasta un breve suelto en la sección correspondiente puede dejar sin salir una información importante. Así y todo, no debería pasar.

Sobre todas estas cosas (sobre los excesos y las faltas de los periodistas, y sobre los excesos y las faltas de los lectores) quisiera que me escribieran, para que su visión esté presente en el encuentro de setiembre. Y a los que puedan ir, les agradecería que estuvieran presentes.

*Cronograma: Jueves 6 de setiembre, a las 18.00 en la Sede de APU, San José 1330, Montevideo; Viernes 7 a las 9.00 en la Sede de APU; Sábado 8, a las 10.00 en hotel Colón, Colón 169, Mercedes; Sábado 29 a las 10.00 en lugar de Melo a confirmar. Inscripción previa en: [email protected].